THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

martes, 15 de junio de 2010

AVENTURA MEXICANA (I) Teotihuacán, la ciudad de los dioses

"Teotihuacan (náhuatl: Teōtihuácān, 'Lugar donde fueron hechos los dioses' ) es el nombre dado por los mexicas a los restos de centro urbano antiguo de Mesoamérica anterior a ellos y que alcanzó mayor apogeo durante el periodo Clásico y actualmente una zona arqueológica localizada en el valle del mismo nombre, que forma parte de la Cuenca de México.
Dista unos 45 kilómetros al noreste de la Ciudad de México y forma parte de los municipios de San Juan Teotihuacan y San Martín de las Pirámides, en el noreste del estado de México. Aunque la ciudad llegó a tener una superficie de aproximadamente 21 km2, en la actualidad el conjunto de monumentos arqueológicos que se encuentra abierto a la visita del público representa aproximadamente la décima parte de la ciudad original. Llegó a contar con una población de entre 150 y 200 mil habitantes en su época de mayor esplendor.
Desde el periodo mesoamericano, la ciudad de Teotihuacan fue objeto del interés de los pueblos que sucedieron a los teotihuacanos en Mesoamérica. En el Templo Mayor de México-Tenochtitlan se han descubierto numerosas reliquias de origen teotihuacano, por lo que se ha llegado a la conclusión de que entre los primeros exploradores del yacimiento arqueológico se encuentran los propios mexicas. No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando se restauraron los monumentos más sobresalientes de la ciudad: los basamentos hoy conocidos como Pirámide del Sol y Luna, localizados en las inmediaciones de la Calzada de los Muertos, llamada así por investigadores de principios del siglo XX.
Teotihuacan fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Es la zona arqueológica del país con mayor afluencia de turistas, por encima de sitios como Chichén-Itzá o Monte Albán. A pesar de lo que pudiera suponerse dada la gran cantidad de monumentos restaurados del sitio, las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo o de los Valles Centrales de Oaxaca.
Medio físico
La ciudad prehispánica de Teotihuacan fue construida en un valle surcado por el río San Juan, que desembocaba en el lago de Texcoco, cuya superficie en la actualidad se encuentra sumamente reducida. Este valle está rodeado por la sierra de Patlachique al sur y los cerros Gordo y Malinalco al norte. Posee un desagüe natural hacia el vaso de Texcoco por el suroeste. El valle de Teotihuacan se encuentra a una altitud de entre 2240 y 2350 msnm, es decir, asciende desde una cota similar a la del nivel de la Ciudad de México en el extremo suroeste del valle hasta unos cien metros más, al noreste, cerca de Otumba.
Suele pensarse que la cuenca de México en tiempos antiguos estuvo cubierta de grandes bosques y caracterizada por un clima menos árido que el que es particular de la región en la actualidad. Sin embargo, estudios interdisciplinarios han mostrado que no existen grandes variaciones en el nivel de la humedad en el Anáhuac. Es cierto que la presencia del ser humano en el valle de Teotihuacan, como en otras partes de México, ha modificado de modo importante el paisaje. Por no ir más lejos, la acción humana provocó la desecación casi total del lago de Texcoco y, en tiempos precolombinos, la modificación del río San Juan para adaptar su curso a la traza urbana de Teotihuacan.
Secuencia histórica
La época de mayor apogeo de Teotihuacan corresponde al Clásico Temprano de Mesoamérica (ss. II/III-VI) . Sin embargo, los inicios de la ciudad deben colocarse en el primer milenio antes de la era común. Localizada estratégicamente al noreste del valle de México, en las cercanías de la ribera norte del lago de Texcoco, Teotihuacan se convirtió en la principal competencia de Cuicuilco durante el Preclásico Tardío. La erupción del Xitle en el sur del valle apresuró la caída de Cuicuilco y favoreció la concentración de la población y el poder político y económico en Teotihuacan.
Por motivos que aún no han sido del todo dilucidados, Teotihuacan se colapsó hacia mediados del siglo VIII, dando lugar al Epiclásico mesoamericano. Los vestigios de la ciudad dieron origen a numerosas explicaciones sobre su presencia entre los pueblos nahuas del Posclásico, que son conocidos por la labor de recuperación de los misioneros de Indias, como Bernardino de Sahagún.
La Leyenda
Fue también el padre Sahagún quien recogió de boca de los mexicas la leyenda que habla sobre la creación del Sol y la Luna, los dioses a quienes están dedicadas las dos magníficas pirámides. Dice así:
Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche."
Esta leyenda explica asímismo el origen del nombre Teōtihuácān 'lugar donde fueron hechos los dioses' ya que de acuerdo con la leyenda es ahí donde dos dioses, el sol y la luna, empezaron a ser dioses
Según la leyenda, sería en Teotihuacán donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que se les consagró. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán. El sitio es grandioso y tan imponente que parece realmente haber sido construido por dioses. Pero no sabemos casi nada de los hombres que poblaron esta ciudad en el siglo II de nuestra era. La ciudad contaba con más de 100.000 habitantes en su apogeo. Teotihuacán fue destruida en el siglo VII, sin que se sepan las razones. La ciudad estaba desprovista de fortificaciones y las pinturas descubiertas no presentan ningún rastro de violencia. Sin embargo, Teotihuacán habría influenciado mucho al área mesoamericana. Todas las civilizaciones avanzadas de la región incorporaron el estilo Teotihuacán a su arquitectura, como testimonian las representaciones de Quetzalcoatl, la famosa "serpiente emplumada" que se encuentra prácticamente en todos los sitios arqueológicos de México y Guatemala.
Los Monumentos

La Calzada de los Muertos
Esta calzada, conocida también por Calle de los Muertos es llamada así por investigadores posteriores que pensaron que en sus estructuras se alojaban tumbas de dignatarios. Fue eje de la ciudad y centro ceremonial. Estaba flanqueada por las más vastas construcciones de toda Centroamérica. La
organización urbana de esta gran ciudad influyó grandemente en toda Centroamérica.
Comienza esta gran calzada en el recinto de la pirámide de la Luna y va a morir en el recinto que los españoles del siglo XVI llamaron Ciudadela. Su longitud es de 2 km, tiene una anchura de 40 m y está orientada 15º 30’ al este del norte astronómico, como ocurre con casi todas las construcciones de este lugar. A lo largo de la calle se encuentran los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de altura. Allí están, además de las dos grandes pirámides, la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa), el palacio de los Jaguares, la estructura de las caracolas emplumadas, el templo de Quetzalcóatl, la ciudadela y muchas edificaciones más que en su día fueron de gran belleza. En uno de los aposentos se descubrieron pisos construidos con dos capas de láminas de mica de 6 cm de espesor, que fueron cubiertas más tarde con tezontle. El visitante puede contemplar esta curiosidad siempre que se lo pida al guardia del recinto.
Los Grandes Basamentos
Tienen un núcleo hecho de adobe. Después fueron revestidos de estuco y de piedra y añadieron un friso adornado con relieves geométricos se construyeron como basamento de un templo que se hallaba en la plataforma. Los españoles que llegaron en el siglo XVI, todavía alcanzaron a ver los ídolos del Sol y de la Luna.
Cuentan que eran de piedra recubierta de oro y que el ídolo del Sol tenía un hueco en el pecho y en ese hueco se hallaba la imagen del planeta hecha también de oro finísimo. También cuentan que llegaron a ver la plataforma de más de 2.000 pirámides secundarias, todas ellas alrededor de las dos importantes del Sol y de la Luna.
Pirámide del Sol
Construida: 50D.C a 200D.C Es la mayor de las pirámides de la ciudad; su estructura es la de mayor volúmen en todo el recinto y es también la segunda en tamaño en México con una altura de 63.5 metros, sólo superada por la de Cholula, la base ocupa 45 mil metros cuadrados. No existe prueba de que los teotihuacanos la hayan llamado de dicha forma, al igual que la Pirámide de la Luna. Aquí es donde se oculta el sol hasta el 13 de agosto
Pirámide de la Luna
Es de tamaño menor que la Pirámide del Sol, pero se encuentra a la misma altura por estar edificada sobre un terreno más elevado. Su altura es de 45 m. Junto a esta pirámide se encontró una estatua llamada Diosa de la Agricultura que los arqueólogos sitúan en época tolteca primitiva.
Esta pirámide se encuentra situada muy cerca de la del Sol, cerrando por el norte el recinto de la ciudad. Desde su explanada se inicia el recorrido del eje principal conocido como Vía o Calzada de los Muertos.
La Ciudadela
Se encuentra situada al final de la Calle de los Muertos, en la parte sur. Este espacio rectangular fue bautizado con éste nombre por los conquistadores españoles del siglo XVI, que pensaron que se trataba de un lugar militar. Es un patio con habitaciones alrededor donde se supone que vivían los sacerdotes y los gobernantes. En su lado este se encuentra el Templo de Quetzalcóatl.
Palacio de Quetzalpapalotl
Llamado también
'yiuturry (quetzal, pluma, mariposa), que es la traducción de la palabra componente papálotl. Está al oeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna. Es quizás el edificio más lujoso de la ciudad y uno de los más importantes. Fue la residencia de un personaje notable e influyente. Está ampliamente decorado con murales muy bien conservados, sobre todo el color rojo que era el preferido de aquella civilización. Las partes bajas del edificio conservan el color original. Tiene un patio, llamado de los Jaguares; éstos están decorados con bellos bajorrelieves. Hacia la parte central puede verse la representación del dios Quetzalpapálotl con los símbolos que le relacionan con el agua. Este palacio muestra un buen ejemplo de lo que debieron de ser los decorados teotihuacanos.
Palacio de los Jaguares
Está situado, también, en el lado oeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna. A ambos lados de la puerta se muestran las imágenes de dos felinos de gran dimensión; llevan sus cabezas emplumadas, con sus patas sostienen una caracola en actitud de soplar por ella, como si se tratase de un instrumento musical. En el lomo y en la cola, tienen incrustaciones de conchas marinas. En la orilla de la parte superior del mural, pueden observarse unos símbolos pertenecientes al Dios de la Lluvia y en un Glifo se ven como decoración unas plumas que representan el año solar teotihuacano.
El Templo de Quetzalcóatl
Se halla a una cierta distancia de las dos grandes pirámides, en la Calzada de los muertos. Fue un descubrimiento arqueológico de 1920. Estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas, sin ningún tipo de ornamentación.
La civilización tolteca cuando conoció el sitio de Teotihuacan lo adoptó como enemigo y como ciudad santa. Su costumbre fue la de enterrar allí a sus grandes señores. Los toltecas construyeron entonces este templo. Lo mandó levantar el rey Mitl, que vivió entre 770 y 829. Cuando se descubrió, bajo de la pirámide lisa, salió a la luz toda su decoración de mosaicos hechos con piedras, las cabezas y símbolos divinos del dios Tláloc (el dios de la lluvia y señor del trueno y numen local del valle de México), y del dios Quetzalcóatl (la estrella matutina, la serpiente emplumada, genio nacional). Este dios lo adoptaron después los aztecas y creyeron verlo en la figura de Hernán Cortés). Tenía pues una doble advocación.
También había en el templo un fetiche muy antiguo en forma de rana, por eso en tiempos anteriores a la conquista fue conocido como templo de la rana. Se sabe de él, gracia
s a la descripción que hace en sus crónicas un personaje erudito de fines de los años 1600 llamado Ixtlilxochiltl, cultísimo descendiente de los reyes de Texcoco. Dice así La rana del templo construido por el rey Mitl en Teotihuacan, era de esmeralda, la cual los españoles que vinieron a esta tierra la alcanzaron y dieron buena cuenta de ella. Efectivamente, la rana era un animal asociado a los dioses del agua; incluso algunos especialistas en el tema aseguran que el mismo animal representa a Tláloc. Los toltecas la consideraban Diosa del Agua. Las ranas anunciaban las lluvias. En algunas fiestas ofrecían este batracio a los dioses, después de asarlos. Los mazatecas se tragaban las ranas y culebras vivas durante la celebración de una fiesta llamada atamalcualiztli.
En esta crónica, Ixtlilxóchitl añade también que, en una montaña al este de Texcoco, llamada Monte de Tláloc, había una gran estatua de este dios, tallada en lava de color blanco. Se trata de la estatua que se descubrió en el siglo XX y que actualmente se halla en la entrada del Museo Nacional de Antropología; pesa 300 toneladas."
(De Wikipedia)
...
Mi viaje a México se inició desde España, desplazándome junto a un grupo de buenos amigos --todos desconocedores de la esencia y realidad de la nación centroamericana-- en un vuelo bastante cómodo, aunque demasiado largo (12 horas), desde Madrid al aeropuerto de México D.F.
Después de tan largo viaje, pese a las buenas atenciones y comidas que se dispensaron en el vuelo, el excesivo tiempo de permanencia en la butaca del avión, y el cambio de presión atmosférica (México D.F. está situado a unos 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar), amén del cambio horario --al tiempo de mi viaje eran 7 horas menos en México--, decía, que después de todo ello la sensación de los viajeros era como de abatimiento, una especie de flojera que inclusive limitaba las ganas de conversación.
Probablemente por esa razón, nada más llegamos al hotel de nuestro alojamiento en DF por tres noches (el Nikko hotel, un espectacular y modernísimo establecimiento de 30 plantas, con casi 800 habitaciones, dotadas del máximo confort), ya se nos ofreció un cóctel margarita, que, repetido en dos o tres ocasiones, comenzó a despabilar nuestras mentes y a situarnos un poco en la realidad.
Así, después de una cena fría en barra libre, con abundacia de platos muy especiados, a veces con tanto picante que resultaba insoportable, a casi todos nos apeteció sentarnos un rato en el enorme hall del hotel, para retirarnos pronto a la cama, que no en vano eran ya las siete de la mañana en España.
Por la mañana, el desayuno buffet era tan espectacular, tan enorme, con tantas posibilidades de elección, que había que demorar diez minutos estudiando y decidiendo, aunque llamaba la atención la abundancia de frutas tropicales de toda índole y la variedad de tortas, tortitas, pasteles dulces y salados... En fin, toda una exageración, que nos permitió disfrutar tras nuestro primer despertar en la nación mejicana.
El programa de viaje preveía para esta primera jornada, por la mañana, el desplazamiento hasta Teotihuacán --abundante información de Wikipedia se ha recogido anteriormente-- y el recorrido, en medio de tierras áridas del altiplano nos desveló un panorama diferente, ya que con la apariencia de sequedad aparecían enormes extensiones de cultivo del "magüey" (la típica planta mejicana, muy similar a las piteras de España), cuyos brazos se nos explicó tenían un enorme aprovechamiento en fibras, tejidos y otros procesos fabriles.
La llegada a Teotihuacán semejó la llegada a otro mundo.
Aunque el guía nos iba desgranando meticulosamente historia tras historia, el panorama enorme orlado de pirámides y construcciones milenarias nos sorprendió.
Fuimos paseando por la avenida central, la Calzada de los muertos, y sorprendiéndonos con las pirámides del sol y la de la luna, las pirámides de los dioses, ésta como cerrando la dicha calzada.
Notábamos, pese a haber descansado bien, una especie de fatiga, que pronto atribuimos a la altura y al ígneo calor que ya abrasaba la zona.
Aún así, algunos osamos subir las gradas o escalones de la pirámide de la luna, y nos extasiamos con la vista y el panorama.
Después, la visita al templo, y el paso por la tienda de souvenirs, acabando en un típico restaurante decorado al estilo azteca, en el que las bebidas refrescantes --mucha margarita-- paliaron nuestro agotamiento, aunque al atrevernos a beber el tequila notamos que nuestras sensaciones vitales mejoraban de forma notable.
Como ya habíamos comprado rocas de obsidiana, que decían daba buena suerte, nos sentamos a la mesa con mayor optimismo, por la bebida, por la comida, y por el aire acondicionado, que funcionaba a toda intensidad.
De la visita a Teotihuacán recuerdo los comentarios del guía en el sentido de que durante sus años de mayor esplendor, Teotihuacan llegó a ocupar un área de unos 18 kilómetros cuadrados con una población de unos 200 mil habitantes. Tal como Mesopotania y después Grecia crearon los cauces por donde se desenvuelve la civilización occidental, Teotihuacan creó, o al menos recopiló, la cultura y creencias que después serían la base de las culturas posteriores en Mesoamérica.
Se puede caminar por la mayor parte de todo Teotihuacan. Es permitido subir a las dos pirámides mayores, la del Sol y la de la Luna. Realmente toda la zona está preparada para la comodidad del visitante. También hay cafeterías y muchas tiendas de artesanías. En las afueras inmediatas hay bastante restaurantes y algunos pequeños, pero muy agradables, hoteles.
Impresionante, de veras, el descubrimiento de esta civilización y cultura aztecas.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA