THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

martes, 26 de enero de 2016

La Comunidad Valenciana Paso a Paso: Bordeando el río Palancia, desde Jérica hasta Viver

Río Palancia
Nace en el paraje denominado el «estrecho del collao del cascajar» (sierra de El Toro), en el término municipal de El Toro (provincia de Castellón), y desemboca en el términos municipales de Sagunto y de Canet d'en Berenguer(provincia de Valencia), tras 85 km de recorrido
La superficie de la cuenca es de 910 km² y el caudal medio de 1,5 m³/s en la localidad de Viver
El curso alto del río mantiene una agua de gran pureza hasta la localidad de Bejís, pero a partir de esta localidad, los vertidos urbanos de diversas poblaciones como Teresa, Viver o Jérica empobrecen la calidad de las aguas.
Este curso de agua se encuentra muy aprovechado para el riego de campos de labor, hasta el punto que
al pasar la localidad de Sot de Ferrer y debido a la toma de agua de la acequia Mayor de Sagunto hace que el cauce quede prácticamente seco, por lo tanto, este hecho provoca que al pasar por Sagunto sea un río seco, hecho que aprovechó dicha localidad, que actualmente utiliza sus riveras como parques y tiene diversas rutas y senderos que circulan por ella y en la que pasean y entrenan sus habitantes.
En cuanto a su nombre, estaría formado por las palabras indoeuropeas "Pal(l)" -("Val(l)")-, laguna, río o valle, y "antia" -(= "ancia"), ancha/o; es decir, "laguna, río o valle, ancha/o".
Embalses y presas
La presa de Algar se hizo tristemente famosa debido a que en el episodio de gota fría de octubre de 2000 todavía no tenía instaladas las compuertas lo que llevó a pensar en una posible afección a su estructura además de impedirle cumplir su misión principal que es la laminación de las avenidas.
(De Wikipedia y otras fuentes)

Jérica[] (en valenciano Xèrica) es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Situado en el interior de la provincia de Castellón, en la comarca del Alto Palancia. Cuenta con 1.590 habitantes (INE 2006).
El topónimo deriva del árabe شارقة (šāriqa), «falda oriental [de una montaña]».[3] En documentos árabes aparece mencionada también como قلعة الاشراق (qalʿa aš-širāq), «castillo de los jerifes».
Jérica está situada en el camino natural que une Aragón con la Comunidad Valenciana al sur de la provincia de Castellón.
La manera más sencilla de llegar es a través de la autopista A-23 de Sagunto a Zaragoza, por la salida 42 Jérica- Caudiel, o por la N-234. El pueblo se encuentra a 67 km de Valencia, 74 km de Castellón de la Plana, 40 km de Sagunto y 78 km de Teruel.
También es posible acceder en tren ya que existe una estación (Jérica-Viver) en la parte norte de la localidad integrada en la línea C-5 del núcleo de cercanías de Valencia Valencia-Caudiel que la conectan con Valencia y Castellón de la Plana.
Historia
Las primeras referencias al núcleo actual de Jérica se producen durante la dominación musulmana, siendo incluida en la Taifa de Valencia tras la desintegración del Califato de Córdoba en 1027; en 1098 fue conquistada por el Cid. De esta época aún perdura el primer cuerpo de la torre de campanas y las zonas más antiguas del castillo.
El 5 de febrero de 1235 fue conquistada por las tropas cristianas al mando del sacristán gerundense Guillem de Montgriu, aunque la población musulmana no fue expulsada.
En el año 1249 se produjo el otorgamiento de Carta Puebla para poblar los lugares de Jérica, puesto que el despoblamiento era ya evidente. En 1255 el rey Jaime I donó la villa de Jérica y sus términos a Dª Teresa Gil de Vidaure, así como también donó a Dª Teresa Gil, la villa de Alcublas en el año 1257.
El 29 de noviembre de 1255 el rey Jaime I otorgó en Calatayud el privilegio para que el Camino Real que
baja de Aragón a Valencia pasase por Jérica, abandonando así la antigua vía que no se encontraba cercana a la población. Los reales privilegios se sucedieron y el Rey concedió otro en el año 1261 por el que se amplió el término del castillo y villa de Jérica. En 1272 Jaime I hizo donación en testamento, a su hijo Jaime, del castillo y villa de Jérica. Jaime II de Jérica accedió al señorío en el año 1284 y dos años después, en 1286, el rey Alfonso confirmó el privilegio de franqueza de la villa. El gobierno de este señor duró hasta el año 1321, el cual hizo heredero a su hijo Jaime. Siendo señor de la villa Jaime III de Jérica y por provisión del rey Alfonso IV de Aragón, se mandó la fortificación de la villa por medio de la muralla de media villa, señalándose ya que esta muralla existía anteriormente.
Don Pedro II de Jérica testó en el año 1361 a favor de sus hijos Juan y Pedro, quedando como heredero del señorío Juan Alfonso. En estos momentos cuando la guerra entre los reyes de Aragón y Castilla se recrudeció, y en el año 1363 el ejército castellano entró en la villa haciéndose fuerte en el castillo y la iglesia que se estaba labrando en él.
En 1369 murió Juan Alfonso de Jérica, último señor de la villa y con el que se extinguió la casa de Jérica al no dejar herederos. Jérica fue entonces devuelta a Pedro IV el Ceremonioso como bien real. El Rey decidió en el año 1372 hacer condado y dar investidura de él al infante don Martín, en feudo y bajo pacto de volver a la Corona, al casar éste con María de Luna, señora de Segorbe.
La incorporación de Jérica a la Corona Real duró poco tiempo: en 1417 siendo rey Alfonso V la donó en señorío a su hermano, el infante Don Juan.
El señorío de nuevo duró pocos años y en 1431 el infante don Juan lo vendió de manera ilegal a Francisco Zarzuela. Fueron años aquellos de descontento para la población, que sufrió con un gobierno tirano por parte de una familia que nada tenía que ver con ellos.
Las cosas continuaron así hasta que en el año 1479 las conversaciones de los jericanos con el rey Fernando el Católico dieron sus frutos y la villa fue de nuevo incorporada a la Corona.
Edad Moderna
En el año 1537, Carlos I de España donó el señorío al Duque de Calabria, quien a su muerte, lo donó a los monjes del Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia. Se produjo entonces un litigio entre los gobernadores de la villa y el entonces emperador Carlos I, al que se le solicitó de nuevo la incorporación al dominio real. Así, y durante el gobierno de Felipe I, siendo el año 1564, Jérica fue ya plenamente incorporada al dominio real. En 1565 abandonó el Fuero de Aragón, mediante el cual habían sido pobladas, y adoptó el de Valencia, ostentando desde entonces escudo propio.
Terminada la Guerra de Sucesión, el rey Felipe V, para premiar los servicios del duque de Berwick, vencedor en Almansa, creó el ducado de Liria y Jérica y se lo concedió. El primer duque, Jacobo Fitz-James Stuart, era hijo de Jacobo II, rey de Inglaterra, quien le había nombrado duque de Berwick y virrey de Irlanda. Fue mariscal de Francia y capitán general de
España durante la guerra de Sucesión. El tercer duque de Liria y Jérica, llamado como su abuelo, casó con María Teresa de Silva y Palafox Álvarez de Toledo, duquesa de Alba. A partir de este momento, el título de Duque de Liria y Jérica, pasa a manos de la Casa de Alba, estando en posesión de Cayetana Fitz-James Stuart, quien era además Alcaldesa Honorífica de Liria. Hasta su reciente fallecimiento.
Demografía
Cuenta con una población de 1.589 habitantes en 2006. La mayor parte de la población reside en el núcleo de Jérica (1.488), mientras que en en la pedanía de Novaliches residen 93 personas, según los datos del INE 2006. Jérica ha sufrido un ligero incremento poblacional en los últimos años fruto de la inmigración desde países extranjeros, fundamentalmente de Rumanía; un 5,2% de su población era de nacionalidad extranjera, según el censo INE 2006.
A fecha 31 de diciembre de 2009, Jérica contaba con 1703 habitantes censados, de los cuales el 8,4% eran extranjeros.
Economía
Tradicionalmente el sector primario ha mantenido una gran importancia en la economía jericana. En este sentido es especialmente destacable la importancia de diversos cultivos de secano como el olivo, el algarrobo o el almendro. Recientemente el turismo rural está cobrando mayor protagonismo destacando la celebración de un mercado medieval.
Monumentos religiosos

Monumentos civiles
Castillo. Fue destruido tras las guerras carlistas. Aún se pueden observar los basamentos de la época romana, aunque la mayor parte de la construcción es del periodo musulmán. La zona mejor conservada es la torre mayot, la Torreta. Esta construcción de aspecto robusto, posee planta cuadrada con muros de más de 1'5 m de espesor. Son destacables las bóvedas de medio punto de la planta baja.
  • Torres de los Ordaces y la Muela. Estas torres musulmanas formaban parte del sistema de vigía del castillo. Actualmente se encuentran en muy mal estado de conservación.
  • Museo municipal de Jérica
(De Wikipedia y otras fuentes)

En el benigno invierno que por ahora este año se está gozando en la Comunidad Valenciana, los parajes no demasiado alejados de la capital y que adornan o acompañan un río revisten un especial atractivo.
Ya nos había resultado muy grato el paseo-caminata desde Viver hacia la ribera del río Palancia, frustrado en parte por las nulas indicaciones al caminante en la parte final del recorrido hasta el paraje de El Sargal, de manera que era una especia de reto volver a las riberas del río Palancia, para gozar un poco más de sus famosas aguas cristalinas.
Decidimos en un domingo soleado, con temperatura alrededor de los veinte grados, situarnos en Jérica, llegando al paraje de Randurías, en el que desde la fuente de esa denominación arranca un paseo junto al río que lleva al puente que lo cruza y que permite acceder a la pista asfaltada que se empina por encima del curso fluvial en dirección a la población de Teresa, que se halla a unos 9 kilómetros.
Desde el inicio de la caminata, el curso fluvial se adivina en lo bajo, por la vegetación y arboleda más abundante, que no obstante permiten visionar la otra orilla, por la que también discurre un camino hasta
los parajes situados en la parte baja de la población de Viver.
Nuestro periplo a pie siguió por esa carretera un poco en lo alto de la ribera, flanqueada de pinares en la montaña y con unos no grandes campos de cultivo del almendros y los olivos hasta el Palancia.
Se escuchan los mirlos y los pajarillos, así como los canes que ladran agresivos en una especie de granja criadero situada a unos dos kilómetros desde la salida.
El desnivel de la ruta no resulta excesivo, y pese al calorcillo, quienes íbamos subiendo gozamos de los aromas de malvas, tomillos, romeros y manzanillas, y de los coloridos de los arbustos de moras y bayas.
Poco después del kilómetro segundo aparece un
desvío que se encarama por la montaña, en el que se indica la ruta circular de regreso a Jérica, aunque nuestro propósito era continuar por la carretera en dirección a Teresa, ascendiendo más aún, lo que hicimos durante dos o tres kilómetros, vislumbrando en la orilla de enfrente las llamadas Cuevas del Sargal y el paraje de El Sargal (al que en nuestra anterior caminata por Viver no habíamos logrado acceder).
Por fin encontramos un acceso practicable hasta el río, por el que nos aproximamos al curso de agua, no demasiado abundante, pero cuyo sonido y frescor resultaron gratificantes, máxime después de sorber el líquido elemento, y gozar de la lozana humedad del agua nueva.
El lecho del río es amplio pero la corriente queda estrecha, y casi puede saltarse de una a otra orilla de ese canalillo de agua. Tal vez por causa de la poca abundancia  no pudimos vislumbrar fauna acuática, que seguro existe.
Comentamos los caminantes la posible alternativa de cruzar el río y regresar a Jérica por la otra orilla, la de Viver, pero recordamos el dicho de que “para la cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me las subo”, ya que el retorno era casi todo con pendiente negativa; vamos, hacia abajo.
Así que en medio del calorcillo solar en nuestras espaldas y comenzando a sentir unos ciertos síntomas de apetito, descendimos  o desandamos la ruta y alcanzamos el paraje de Randurías a tiempo de llenar en la atractiva fuente unas garrafas de agua.
Era el momento de pensar en reponer fuerzas y especialmente de nutrirnos después de las energías gastadas, por lo que, en el cruce y salida hacia Caudiel, en uno de los bares junto a la calle, casi repleto, hallamos amable acogida y disfrutamos de unos suculentos bocadillos, que nos justificaron con creces el esfuerzo realizado.
Había resultado, en fin, una jornada cómoda, bastante tranquila, rodeada de aromas y aire puro, ornada del delicioso murmullo de las aguas de un río tal vez no demasiado frecuentado, pero que merece nuevas excursiones.
Paso a Paso…
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA