THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

lunes, 27 de enero de 2014

ESTA ESPAÑA NUESTRA: UNA ESCAPADA A LA ALCARRIA CONQUENSE (Y III) CATA DE VINOS Y CENA MARIDAJE EN LA CASA DEL CANÓNIGO



En la cata de vinos (o degustación de vinos) no sólo se utiliza el paladar para degustar, sino el olfato y la vista. De ahí que el lugar ideal para hacer la cata debe ser bien iluminado, aireado, silencioso, carente de olores y a temperatura media. Las copas a usar por los catadores deben ser transparentes e incoloras, para apreciar su color y brillo.
En la cata, los catadores prueban con atención distintos tipos de vinos para apreciar sus cualidades, escriben sus impresiones y asignan puntaje. También existen degustaciones turísticas o para clientes que no necesariamente puntúan los vinos, sino simplemente lo disfrutan.

La copa recomendada internacionalmente es la llamada copa Afnor que tiene las siguientes características:

  • Altura: 155 mm
  • Diámetro de la parte más ancha: 65 mm
  • Diámetro del borde: 46 mm
  • Grosor del pie: 9 mm
  • Diámetro de la base: 65 mm

Sin embargo, empieza a ser sustituida por la llamada copa oenologue, una copa de tipo balón de boca más ancha que permite introducir a la vez la boca y la nariz. Aunque esté hecha de cristal más fino tiene más peso, lo que aliado con un pie más largo facilita los movimientos necesarios para olfatear el vino.

  Consideraciones básicas

En primer lugar, a la hora de llevar a cabo la cata de un vino, deberemos fijarnos en los denominados factores externos, que sería el espacio físico donde va a realizarse la cata, dentro de los cuales destacamos la copa de vinos o "catavinos", la sala de cata y la temperatura de servicio de los vinos.

En la sala de cata tanto las paredes como los muebles han de ser de color claro (blancos), debe tener una buena iluminación (natural o artificial), estar bien ventilada, ser un lugar silencioso y con una
temperatura y humedad que hagan agradable la labor del catador.

El vino debe servirse a la temperatura adecuada. Actualmente se recomienda servir los vinos blancos jóvenes y cavas entre 6 y 9 ºC, los vinos blancos con barrica y los rosados entre 10 y 13 ºC, los tintos jóvenes entre 14 y 16 ºC, los tintos con crianza o reservas entre 16 y 18 ºC y los vinos dulces entre 7 y 10 ºC.

La cata de vino se compone de tres fases fundamentales, basadas en los tres sentidos principales que se emplean en la misma, siendo el siguiente orden: vista, olfato y gusto. También interviene el sentido del tacto, ya que la lengua posee este sentido y nos puede dar información sobre su densidad, temperatura, gases carbónicos o turbidez.

  • Empezamos con la fase visual, cogiendo la copa por la base para no calentar el recipiente donde está el líquido y observamos a su través para ver el vino a contraluz o contra un fondo blanco, apreciando su color, brillo y limpieza. Además en los vinos con burbujas se dedica un apartado especial al análisis de éstas.

  • En la fase olfativa, primero se acerca la copa sin agitar hacia la nariz para inhalar los aromas "primarios", provenientes de la variedad de uva, se mueve la copa en torno a su eje vertical, para que el vino suba por las paredes y así apreciar "las lágrimas" o "piernas" que deja el vino en la copa (que denota el grado de alcohol contenido) y también los aromas "secundarios", procedentes de la fermentación. Se puede agitar nuevamente la copa para liberar más aromas y así percibir los "terciarios", si los tuviera, que proceden de la crianza del vino, ya sea ésta en barrica, en botella o en ambas. Se dice que un vino tiene "bouquet" si presenta aromas "terciarios"
  • Finalmente, en la fase gustativa, se prueba el vino con un pequeño sorbo, moviéndolo de un lado a otro de la boca con la lengua para apreciar los cuatro sabores básicos: dulce, salado, ácido y amargo. Un vino "redondo" es aquel que logra un equilibrio entre los cuatro sabores básicos. También se suele hacer entrar aire por la boca mientras aún tenemos el sorbo en ella expulsándolo por la nariz, para así apreciar con mayor intensidad sus aromas por la vía retronasal.
  • Una vez degustado en la boca el vino se puede tragar o escupir. Normalmente se suele escupir para que el alcohol no pase a la sangre y el catador adquiera un cierto grado de embriaguez. No se pierde ninguna sensación por escupir el vino.
  • Se dice que un vino tiene persistencia baja si su sensación en la boca después de haberlo tragado o escupido no dura más de 3 segundos. Tiene persistencia media si esta sensación dura entre 3 y 6 segundos, y tiene persistencia alta si su sensación dura más de 6 segundos.
  • Describir las sensaciones requiere de entrenamiento. Es usual comparar los aromas del vino con aromas conocidos como son frutas (limón, piña, plátano, manzana, moras, melocotón, cerezas, frambuesas, etc.), flores, madera, ceniza, café, mantequilla, cacao, cuero, pimienta, tinta china, tierra mojada, entre otros. De esta forma se establecen diferentes series aromáticas agrupando cada una de ellas aromas similares. Puede ser muy útil para el catador que se inicia, el buscar aromas en los vinos dentro de una clase, es decir, en lugar de buscar una aroma muy concreto (por ejemplo, aroma a fresa en un vino rosado), le sería más fácil buscar un aroma a fruta, a flores, a madera, etc.

Descripción de los diferentes parámetros


Visualmente pueden diferenciarse varias tonalidades, las cuales son más claras en vinos más jóvenes y más oscuras en vinos más envejecidos. Las tonalidades según avanza la edad del vino son:

Tonalidades de vinos según su edad
Tipo de vino
Vinos jóvenes
Vinos envejecidos
Amarillo pajizo o verdoso
Dorado
Rosa pálido o fresa
Asalmonado
Rubí o cereza
Granate o teja

Con el olfato se aprecia el aroma del vino. Los vinos jóvenes tienen aromas afrutados o florales, mientras que los vinos envejecidos pueden presentar aromas especiados, como a canela o clavo; aromas balsámicos, como a menta o a pino; o aromas a madera.

Por último se paladean los sabores, que se catalogan con términos como afrutado, aterciopelado, cálido, astringente, ligero, con cuerpo, fresco, persistente, corto o seco.

 

Tipos de Cata


  • La cata vertical es una sesión donde se prueba el mismo vino –misma etiqueta digamos– de la misma bodega, pero de diferentes cosechas o añadas. Es decir, en una sesión se puede probar el mismo vino, en sus cosechas 1999, 2000 y 2001."

  • Si los vinos que se catan son diversos pero de la misma añada y de la misma denominación de origen, estaríamos ante una cata horizontal. De esta manera comparamos las distintas elaboraciones de los vinos catados y la calidad de la uva empleada."

  • La cata ciega consiste en probar vinos de los cuales no se tiene información de su procedencia, y tratar de describirlos o puntuarlos sin tener ninguna sugestión ya que no se ve la botella ni la etiqueta. También a veces tratan de adivinar su marca, productor, año de cosecha o variedad de uva utilizada, aunque esto no es lo más usual.

(De Wikipedia y otras fuentes)


Para concluir la escapada a la Alcarria conquense, centralizada en “La casa del Canónigo”, nos quedaba, en la tarde/noche del último día, después de la interesante visita a “Pago Calzadilla”, en Huete, la cata de vinos en la propia Casa del Canónigo.

Así, después de una relajante sesión privada de spa, todos los huéspedes accedimos al sótano de la Casa, en el que estaba dispuesto un a modo de bodega, con botelleros y ambiente adecuado, en cuyo agradable lugar, María, la anfitriona senior, brindó una charla sobre las distintas clases de vinos, manera de catarlos, y criterios de consumo, que siguió con una degustación/cata de vinos de crianza, reserva y gran reserva, en lo que participamos
todos los asistentes, en medio de un ambiente de curiosidad y camaradería, que concluyó con un mini concurso, para tratar de adivinar sabores de esencias innominadas de vino.

La cata había despertado el apetito, por lo que a la hora de la cena, todos los concurrentes acudimos con presteza al salón comedor, en el que, en mesas separadas para cada pareja, se había dispuesto con esmero y buen gusto todo lo adecuado para el comienzo de la llamada “cena de maridaje”, con música ambiental agradable, en la que se trataba no solamente de degustar las especialidades gastronómicas programadas, sino que cada comensal acomodara el vino que estimara más adecuado para el plato a consumir.

Así, después de un buen vino rosado de aguja, que servía de introducción a unos detalles
de entrada, unas gambas al licor requirieron un buen vino blanco seco de la zona de Uclés, y unos vol-au-vent variados fueron regados o con el mismo vino blanco o con vino tinto, según las preferencias, aunque el cordero a la miel (suave en su gusto y delicioso en su sabor, por cierto) ya requirió en general un vino tinto reserva de la misma procedencia.

La sobremesa,al tiempo del café, se hizo muy amena, con una charla generalizada desde las diferentes mesas, en la que se mezcló el vodka ucraniano, el gin tonic, y algún que otro licor, hasta que ya entrada la madrugada se sintió en general que era momento de acceder al descanso.

La siguiente mañana, ya prestos a la partida, agradecimos a las rectoras del establecimiento sus atenciones y elogiamos la calidad de los servicios ofrecidos, partiendo cada cual a su respectivo origen.

En resumen, pues, la escapada a la Alcarria conquense brindó variadas experiencias, todas ellas muy satisfactorias, tales como conocer “La Casa del Canónigo”, una casa-hotel rural con encanto y muy recomendable, con el aliño de visitas a la quesería cercana, a las bodegas Calzadilla y la cata de vinos, además del conocimiento de la ciudad de Huete, plena de reminiscencias históricas.

En verdad, el fin de semana intenso en vivencias y experiencias había valido la pena.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

jueves, 23 de enero de 2014

ESTA ESPAÑA NUESTRA: UNA ESCAPADA A LA ALCARRIA CONQUENSE (II) DE QUESERÍA Y BODEGA POR CARACENILLA Y HUETE (Organizado por la Casa del Canónigo)


Huete es un municipio y localidad de la provincia de Cuenca perteneciente a la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España.
 

Geografía


Huete se encuentra al noroeste de la provincia, a 54 km de Cuenca y a 120 km de Madrid. Se localiza en las laderas este y sur de un alto cerro, conocido como del Castillo, entre el río Cauda o Borbotón y el arroyo de las Canales, en un valle cerca de la confluencia de ambos cursos con el río Mayor, en la comarca conquense de la Alcarria.

Sus núcleos de población son el propio núcleo urbano de Huete y las pedanías de Valdemoro del Rey, Moncalvillo de Huete, Saceda del Río, Bonilla, Caracenilla, Verdelpino de Huete, La Langa, Carrascosilla.

Edad Media


Tras una hipotética presencia visigoda, el actual núcleo de Huete entró verdaderamente en la historia en la Edad Media durante el período andalusí, ya en su fase emiral, siendo conocida como Wabda. Formando parte de la cora de Santabariyya o Shant Bariya (Santaver), el cerro del Castillo y una gran parte de su ladera meridional se fortificaron con murallas. Durante los siglos IX y X, fue uno de los centros más importantes en la zona de las tribus bereberes de los Hawwara y Madyuna, bajo el poder de la familia de los Banu Di-l-Nun, que más adelante se haría con el control de la región estableciendo la taifa de Toledo (1031-1085). Precisamente fue a Huete donde al-Qádir, el último rey toledano, se retiró tras dejar el poder de Toledo en manos de Alfonso VI, y antes de establecerse como rey en Valencia. Tras morir en esta ciudad (1091), tanto Huete como sus tierras particulares al sur del Tajo pasaron a manos de Álvar Fáñez.

Tras su paso al reino de Castilla, Huete fue repoblándose con gentes de la Meseta norte; y no sin grandes dificultades, debidas a la consiguiente reacción almorávide tras la conquista de estas tierras
por Alfonso VI, muy cerca de la localidad de Huete se produjo la derrota de las tropas castellanas en la batalla de Uclés (1108), y que puso al reino en un gran aprieto. A lo largo del siglo XII, al estar en la vanguardia del reino por su parte más oriental, Huete fue adquiriendo un papel cada vez más destacado frente al poder andalusí. Ello explica que el ejército almohade —el nuevo poder africano dominante en al-Ándalus en ese momento—, en julio de 1172, y dirigido por el propio califa Abu Yaqub Yusuf (Yusuf I), se dirigió contra Huete, cercándola durante diez días. Después de instalar sus reales en el llamado Cerro de las Tiendas —que alude a este hecho de armas—, los almohades, tras los numerosos asaltos que realizaron, sólo llegaron a entrar en los arrabales pero no lograron tomar el castillo. Agotados ambos contendientes —los cristianos, por la falta de agua, y los almohades, por la falta de forrajes—, el 22 de julio el ejército musulmán levanto el campo dirigiéndose hacia Cuenca. De esos críticos momentos data el patronazgo de las santas Justa y Rufina, pues la tradición narra que el 19 de julio, durante el cerco almohade y tras fracasar el último asalto del califa, cayó tal tormenta en Huete que llenó los secos aljibes de la fortaleza, permitiendo así que los defensores esperaran, sin los apuros anteriores, la llegada del rey Alfonso VII para poder desbaratar los planes del ejército sitiador.

Tras la retirada almohade y previendo nuevos ataques, que ya no sucedieron, se acometería la reconstrucción de las murallas de Huete, para así poder acoger mejor a sus habitantes, que desde ese momento, ya en paz la región y relativamente alejado el peligro almohade, fueron a poblar el lugar: una villa de frontera que durante
un cierto tiempo de la segunda mitad del siglo XII disputó a Cuenca el ser la cabeza rectora de la zona más oriental de la submeseta sur castellana.

En 1164 tuvo lugar en la localidad la Batalla de Huete, en la que las tropas de la Casa de Castro, a las órdenes de Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", derrotaron a las tropas de los partidarios de la Casa de Lara, dirigidas por el Conde Manrique Pérez de Lara, que resultó muerto en la batalla, y sus hermanos Álvaro y Nuño.

Rodeada de territorios de señorío, Huete, aunque nunca perdió su condición de villa de realengo —con título de ciudad, desde 1428—, junto a su fortaleza, con la intención de asentar su poder en la zona o resolver cuestiones dinásticas, sólo fue dada por los monarcas castellanos a diferentes parientes suyos. Pese a ello, sobre todo a lo largo de la baja Edad Media, los amplios términos de Huete fueron mermando a favor de la clase nobiliaria. Desde el siglo XII la presión sobre Huete de la nobleza era evidente, pues tanto los Laras como los Castros, las familias que por entonces se disputaban el control del poder real, intervinieron en la designación de los tenentes de su fortaleza. Alfonso XI le otorgaría su Fuero y, al parecer, también el escudo de la ciudad: un león rampante sobre una media luna creciente en campo rojo. Huete, pasará a ser el centro de un amplio territorio, la Tierra de Huete, extendido por las actuales provincias de Cuenca y Guadalajara.

Durante el período trastámara, en 1388, Juan I dio Huete a Doña Constanza, hija mayor de Pedro I y duquesa de Lancaster, con el fin de resolver el problema dinástico que en ese momento se daba al aspirar ésta al trono castellano. En la Paz de Troncoso y el tratado de Bayona se acordó que, junto a Guadalajara, Olmedo y Medina del Campo, Huete, con todas sus rentas y derechos, fuera dada de por vida a Doña Constanza, y que su hija, Catalina, casara con el infante Enrique, adoptando ambos, como príncipes herederos al trono castellano y por primera vez, el título de Príncipes de Asturias. Tras la muerte (1394) de la duquesa de Lancaster, tal como estaba acordado, Huete pasó a su hija Catalina, ya reina desde 1390, que unió a sus propias villas, dadas a raíz su matrimonio con Enrique III, de Soria, Atienza, Almazán, Deza y Molina de Aragón —todas ellas, en una misma zona geográfica del oriente de Castilla—. La nueva
posesión no acabó con los intentos de la nobleza por hacerse con el control de la zona de Huete. Así, durante el reinado de Enrique III, diversos linajes fueron alcanzando un progresivo protagonismo en las comarcas cercanas a ella, y que a la postre convirtieron en señoríos, rápidamente ampliados hasta convertirse en importantes estados señoriales. Tales fueron los linajes de los Mendoza —en alguna de sus ramas—, y sobre todo los Carrillo y los Acuña, que emparentaron entre sí.

Renacimiento


Ya en el siglo XV, Juan II le concedió el título de Ciudad, gracias a la intervención de Pedro Carrillo de Huete, "El Halconero", su cronista. Los Reyes Católicos, el 28 de febrero de 1477, la distinguirían con los de Noble y Leal, tratamiento con el que se denominará a partir de entonces.

Con los Austrias pasó a ser cabeza del Partido de Huete, dentro de la provincia de Cuenca.

(De Wikipedia)


“Quesos La Ermita”  http://quesoslaermitadecaracenilla.com/es/
pertenece a la empresa Sat Rio Mayor , está situada en Caracenilla, en el valle del Río Mayor, en la provincia de Cuenca, en la que siempre se ha elaborado queso.

Cuenta con modernas instalaciones, funcionales, seguras e higiénicas, que garantizan todos los controles sanitarios basados, principalmente en la trazabilidad del producto.

Se dedica a la fabricación de quesos de manera tradicional. La manufactura del queso y los secretos de los que son conocedores constituyen un legado valioso que ha dejado la cultura romana y que se ha trasmitido milenariamente de generación en generación y que los titulares de esta empresa han querido recuperar y conservar. 

Se distinguen en la elaboración tradicional de quesos puros de oveja.

(De Internet y otras fuentes)



PAGO CALZADILLA
http://www.pagocalzadilla.com/ está ubicado en Huete, Alcarria Conquense, dominando el Valle del Río Mayor.

En el año 1980 nace la Bodega Familiar Uribes Madero, con una pequeña instalación para elaborar vino y una reducida plantación de diferentes variedades de uva tinta, pero hasta 1992 no sale su primera botella al mercado: “CALZADILLA”.
PAGO CALZADILLA actualmente comprende 26 hectáreas, 20 de las cuales están dedicadas al viñedo, con una producción anual de 100.000 kilos de uva con los que se elaboran tintos de larga crianza

Las variedades plantadas son autóctonas, manteniendo la tradición de la tierra con Tempranillo y Garnacha, además de cultivar otras variedades de reconocido prestigio como Syrah y Cabernet Sauvignon, varietales con buenas cualidades para la crianza y con las que se producen vinos elegantes y a la vez intensos.

PAGO CALZADILLA se encuentra en el Valle del Río Mayor, a una altitud de entre los 900 y 1.000 metros. El microclima del valle, con frecuentes nieblas y vientos, protege el viñedo de las peligrosas heladas primaverales y aporta frescura a las noches de verano.
“PAGO CALZADILLA” comprende 20 Hectáreas de viñedo con una producción limitada. Se inició su plantación en 1980
con tres variedades: Tempranillo, Garnacha y
Cabernet Sauvignon. Posteriormente en 1992 se introduce la variedad Syrah, todas en espaldera y con la particularidad de estar gran parte de ellas sobre las laderas del 
Cerro La Pájara, a 1.000 m de altitud. El fruto se trata con delicadeza en cada uno de los procesos: la vendimia es en cajas de 15 kg de forma manual. Previamente a la fermentación se realiza un enfriamiento y selección de los racimos. El movimiento de las uvas, mostos y vinos es por gravedad sin intervenciones de bombeos.

(De Internet y otras fuentes)


La estancia en la Casa del Canónigo, de Caracenilla, no solamente estaba resultando muy grata por la bondad de las instalaciones del establecimiento y por la calidad de los servicios, sino que a ello añadía el especial aliciente de facilitar la visita a la quesería cercana (en la misma población, frente a la ermita) denominada “Quesos La Ermita” y también a una renombrada bodega sita en el camino hacia Huete.

Así, después de haber descansado en la confortable habitación de la Casa, con el atractivo de ir sintiendo la lluvia batir suavemente sobre nuestras cabezas en el acristalado ventanal del amansardado, nos nutrimos más que sobradamente con un abundante desayuno buffet en la planta baja, a la entrada del comedor, y volvimos a agradecer la solicitud en el servicio, con reposición casi inmediata de aquellos elementos que iban acabándose.

Pese a la llovizna, como el frío no era excesivo, decidimos pasear hasta la quesería, situada en la intersección de la calle denominada
Salida de la Vega (en la que está la casa del Canónigo) y el cruce con la carretera autonómica que lleva hasta Huete.

Camino de la quesería tuvimos la fortuna de encontrarnos con una simpática pareja de jóvenes valencianos, Esther y Óscar; con quienes, camino de alojarse en nuestro hotel, a raíz de preguntarnos sobre la industria de los quesos, establecimos una buena relación de amistad, que nos llevó a compartir el resto del día.

En “La Ermita” nos atendió con simpatía uno de los socios, que nos fue explicando con todo detalle la evolución de la empresa (de sus antepasados, con más de treinta años de antigüedad) y el proceso productivo, refiriéndose a las especialidades del tratamiento de las leches de cabra, de oveja y de vaca, para ir acompañándonos por las diferentes dependencias el complejo, en las que pudimos visionar las maquinarias y elementos de pasteurización, filtrado, lavado, cuajado y estabilizado y terminado (no utilizo términos técnicos), hasta el producto final.

La interesante visita, durante la cual pudimos preguntar nuestras dudas, se nos ofreció una degustación de quesos, cuya calidad y buen sabor nos determinó, al menos en nuestro caso, a adquirir una de las variedades, que todavía estamos disfrutando en nuestra domicilio.

Terminada la visita a la quesería, que recomendamos, determinamos completar el resto de la mañana, desplazándonos con nuestros recientes y simpáticos conocidos, Esther y Óscar, hasta la cercana Huete, a unos veinte kilómetros.

La ciudad de Huete ya se presenta desde lejos como monumental, porque se vislumbra restos de muralla en los altos y campanarios y torres.

Una vez en el centro de la ciudad, lo primero que contemplamos, por haber estacionado en las cercanías nuestro vehículo, fue la Torre del Reloj, en obras, diseñada en estilo neoclásico y construida en 1975, que pertenecía al antiguo ayuntamiento.

De esa torre llegamos a la auténtica joya monumental que es el antiguo monasterio de Santa María de la Merced de la Merced, en buena parte restaurado, cuya iglesia fue construida entre 1664 y 1668, la sacristía inaugurada en 1754, con un retablo manierista; y la fachada y los balcones son del siglo XVIII, destacando especialmente el claustro barroco (1645-1648), más la sala capitular, del siglo XVIII. En los bajos hallamos, en agradable sorpresa, la oficina de turismo, en la que se nos atendió con atención e informó de las características y monumentos de esta ciudad venida a manos por la despoblación, ahora con un número de habitantes inferior a los dos mil.

Pese a todo, el paseo se completó con el resto de monumentos: el antiguo monasterio de Santo Domingo de Guzmán, cuya iglesia se diseñó en 1620 y terminó en 1640,hoy de propiedad privada casi abandonado y que dudamos con pena pueda ser restaurado; el antiguo monasterio de Jesús y María
(1557-1576), cuya iglesia, actualmente denominada de Santa María de Castejón tiene un claustro de estilo gótico y la torre del monasterio es curiosa por ser rectangular; el ábside restante de la antigua parroquia de Santa maría de Atienza, del siglo XIII, sin techumbre; y la Iglesia Real de San Nicolás de Medina, de entre 1700 y 1705.

Además de estos monumentos, bastante deteriorados y abandonados (según se nos dijo por falta de recursos económicos) pudimos admirar la muchas casas solariegas y blasonadas, como la de los Condes de Garcinarro, de los Amorada, de los Linajes, el Pósito real y el Palacio Arzobispal, del siglo XVIII.

El paseo estaba resultando interesante, pero una inoportuna lluvia nos hizo percatarnos de que era llegada la hora de tomar algún condumio, por lo que en la calle del rey Juan Carlos I, hallamos el bar
restaurante Serrano, en el que Óscar y Esther, consumieron con gusto unos costillares a la brasa, y nosotros disfrutamos con unas mollejas de cordero.

Estaba llegando la hora de visitar las bodegas de “Pago Calzadilla”, a unos dos kilómetros de Huete, en un cruce significado de la carretera hacia Caracenilla, a las que se accede por una entrada singular, que permite llegar hasta el corazón de una bonita finca situada en un altozano, sobre el valle.

Nos atendió ya desde el acceso, Celia Madero (propietaria junto con su marido, de apellido Uribes), una mujer despierta e inquieta, de sólida formación científica como farmacéutica y apasionada de la elaboración del vino, quien nos obsequió con una prolija información sobre los
tipos de vid que se cultivan en la propiedad, el proceso de vendimiado, de selección, de clasificación, etcétera. En fin, toda una lección, culminada con la explicación de las distintas clases de vino, los denominados crianza, reserva y gran reserva, y con una degustación de un “Calzadilla” reserva”, proviniente de uva Shyraz, que nos deleitó. 
Al propio tiempo, contemplamos la muestra de la colección de botellas que en exclusiva se elaboran para el corredor automovilístico Fernando Alonso.

A todo esto, aprendimos sobre el denominado “vino de Pago” que es una clasificación de vinos referida a una indicación geográfica española para vinos que garantiza la procedencia de las uvas de una zona geográfica con unas características edáficas específicas. Es decir, cuando en una zona concreta existe un microclima particular y una composición del terreno específica que la diferencian y distinguen de otras zonas de su entorno.

Esta indicación geográfica está reglamentada por la Ley de la Viña y el Vino (2003), que establece que todos los vinos sujetos a esta indicación deben cumplir los siguientes requisitos:

1. El pago debe ser conocido con un nombre vinculado de forma tradicional al cultivo de los viñedos de los que se obtiene el vino y cuya extensión máxima no podrá ser igual ni superior a la de ninguno de los términos municipales en cuyo territorio se ubique.

2. En caso de que la totalidad del pago se encuentre incluida en el ámbito territorial de una denominación de origen calificada, podrá recibir el nombre de vino de pago calificado.

3. Los vinos de pago han de ser elaborados y embotellados por las personas que ostenten la titularidad de los viñedos ubicados en el pago, en bodegas situadas en la proximidad del pago.

4. Toda la uva que se destine al vino de pago debe proceder de viñedos ubicados en el pago determinado y el vino deberá elaborarse, almacenarse y criarse de forma separada de otros vinos.

5. En la elaboración de los vinos de pago se implanta un sistema de calidad integral, que se aplica desde
la producción de la uva hasta la puesta en el mercado de los vinos.

6. Cada vino de pago debe contar con un órgano de gestión, sujeto a la legislación de las comunidades autónomas.

Con tantos conocimientos acumulados, estaba llegando el tiempo de regresar a la Casa del Canónigo, en la que nos aguardaban nuevas y magníficas vivencias.

Por el momento, la jornada había resultado amena e ilustrativa.

Seguíamos pensando que aquello semejaba “vivir como un canónigo”…
Y aún faltaba lo mejor.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA