THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

jueves, 26 de septiembre de 2019

VERANO 2019. Viaje a Dacia y Transilvania tras las huellas de Trajano (17) Mis experiencias en Rumanía. - Resumen y comentarios


 (y17) Mis experiencias en Rumanía. - Resumen y comentarios

Confío en que mis anteriores entradas sobre Rumanía hayan permitido al lector ir desvelando el “alma”, la esencia y características de ese interesante país.

Si así ha acaecido, pretendo con los comentarios que siguen que se forme una idea sobre lo que ha sido, es y podrá ser esa nación, tan cercana a España en cuanto a historia y reminiscencias latinas, y al tiempo tan desconocida.

1.- BELLEZA NATURAL

Rumanía está caracterizada por su núcleo central de los Cárpatos, Transilvania y otras cordilleras de alturas nada despreciables, que albergan en su seno espectaculares parques naturales y lagos, bosques, fauna y flora específicas y muy interesantes. No voy a dar aquí una enumeración porque en cualquier guía de viajes, y especialmente en Internet, se encuentra abundantísima información al respecto.

Me ha seducido especialmente la riqueza colorista de sus tierras y altiplanos, ornados por ricas corrientes de agua y lagos (muchos de ellos consecuencia de
pantanos), y ello me ha suscitado el compromiso de volver muchas más veces para alcanzar un mejor y mayor conocimiento.

No me olvido de esa ventana al mar (al Mar Negro) que es la zona en derredor de Constanza, en la que las playas brindan el refresco de sus aguas limpias y profundas.

Pero quedo con el deseo de recorrer mejor las zonas norteñas, especialmente las regiones de Bucovina (conozco la vertiente de Ucrania) y de la antigua Moldavia. Ojalá sea pronto.

2.- BUENAS Y HOSPITALARIAS GENTES

Cuando comenté en España que pretendía viajar a Rumanía este verano, más de un “enterado” me espetó que me iría a la “tierra de los gitanos”, en un tono de menosprecio que no me gustó.

Y en honor a la verdad he de proclamar que no he notado en mi periplo por las tierras rumanas que esa etnia incunable y vituperada sea dominante en el país de Transilvania.

Casi me atrevo a decir que uno puede ver más gitanos en España que en Rumanía.

Mas dejando al margen lo relativo a esa raza, diré que he encontrado en Rumanía gentes sencillas, amables, afectuosas, serviciales, que se esforzaban por entendernos y por hacerse entender (desgraciadamente apenas conozco dos centenas de palabras del idioma rumano) y especialmente no tenían reparo en hablarme en inglés (muy extendido).

Especialmente mi esposa y yo mismo hemos gozado del privilegio de alojarnos durante una semana en la casa de la familia Ierulescu, en la Transilvania de la provincia o condado de Hunedoara, y allí los anfitriones han desplegado todo su afecto y atención con nosotros, dispensándonos su disposición y buenos servicios en cuanto al alojamiento, comidas, convivencia, etcétera, especialmente sus hijas, las encantadoras Andrea y Paula (ésta, muy querida alumna de mi organización profesional durante ya varios años). ¡Y ello que con los padres casi tuvimos que utilizar el lenguaje “digital”, o sea, con los gestos y dedos!

Pero también en la Universidad de Petrosani, en el mismo condado o provincia, tanto el Rector como los directivos nos acogieron con simpatía y disponibilidad y nos brindaron sus explicaciones y atenciones, inclusive para planificar actuaciones conjuntas en un futuro cercano.

Muy emotivo resultó el reencuentro con antiguas alumnas becarias Erasmus de universidades rumanas, que nos brindaron la confirmación de su afecto hacia nosotros, e incluso las que no pudieron acompañarnos físicamente nos saludaron por teléfono y WhatsApp.

Item más. Hasta las gentes a quienes no conocíamos de nada también fueron por doquier atentas y hospitalarias, muchas de ellas hablándonos en un español bastante correcto, con la explicación de que habían ido aprendiéndolo a base de visionar las novelas sudamericanas que se ofrecían por televisión.

3.- INFRAESTRUCTURAS ACEPTABLES

Los desplazamientos a través de Rumanía no son demasiado cómodos ni sencillos.

La vía aérea es, como siempre, la mejor manera de viajar desde el extranjero, pero carece de flexibilidad y utilidad para desplazamientos domésticos, ya que no es barata y además casi todos los trayectos giran en torno al aeropuerto Henri Coanda de Otopeni-Bucarest, saturado, y que obliga a los desplazamientos a otras capitales (Timisoara, Iasi, Brasov, etc.) en viajes de ida y vuelta.

El medio de transporte más barato en Rumanía es, sin duda, el ferrocarril, pero no es ni con mucho el más conveniente ni el más confortable, si se exceptúan los viajes entre poblaciones pequeñas y medias y los trenes (pocos) de buena velocidad.

Es verdad que la red ferroviaria es muy extensa, pero la velocidad media resulta
exasperante, con trayectos de marcha limitada y muchos enlaces y paradas.

La carretera es el medio más utilizado, no solamente porque estamos en los tiempos del automóvil, sino también porque facilita una autonomía que los otros transportes no conceden.

Las carreteras principales se hallan en un estado bastante razonable, en cuanto a firme o suelo, pero solamente hay una verdadera autopista (al norte, entre Sibiu y Deva, y carente de áreas de servicio), y alguna carretera “desdoblada”, o sea, de doble franja en cada sentido. En zonas menos concurridas, las carreteras pueden ser una odisea, porque, si existen, están descarnadas, llenas de agujeros (los denominados en inglés “pot hole”) y por las que los vehículos circulan en zig-zag, como haciendo una “gynkana”.

La flota automovilística es bastante buena, con predominio de los coches de gama media, y abrumadora mayoría de los “Dacia”, el coche nacional (motor Renault) cuya marca rememora la historia de la nación.

En las ciudades y poblaciones, el cuidado de calles y jardines es correcto, sin más. Tal vez en Bucarest la conservación del suelo es deficiente y la limpieza escasa.

En resumen, Rumanía precisa con bastante urgencia una mejora en sus sistemas de transporte y comunicaciones.

En cambio, el teléfono, y la telefonía móvil, funcionan bastante bien, y el Wi-Fi se ha impuesto hasta en zonas públicas.

Los transportes urbanos son bastante correctos; los interurbanos por carretera lentos y poco cómodos.

4.- LA CULTURA

Pese a la mucha población rural, es sorprendente el buen nivel cultural de las gentes, que no solamente poseen buenos conocimientos (se nota que la política educativa y escolar ha sido buena, como ha venido siendo habitual en países de la antigua órbita soviética) sino que en buena parte se tiene el inglés como segundo idioma.

Es elogiable la organización de las exposiciones artísticas, de los eventos musicales tradicionales (ópera) y modernos (conciertos de música actual), y es fácil y no cara la visita a museos.

Es sorprendente la abundancia de librerías muy bien dotadas, con bastantes
obras de autores extranjeros y con predominio de autores germánicos e ingleses.

Lo más sorprendente es que muchas personas se atreven a hablar en español (bueno, un español de Iberoamérica) porque, además de estudiarlo, existe una gran adicción a las telenovelas mejicanas y sudamericanas en versión original subtitulada, de lo que se saca un gran provecho.

El patrimonio arquitectónico no está demasiado cuidado (excepto en las ciudades más turísticas, como Sibiu y Brasov) y parece hará falta una buena dotación de fondos de la Unión Europea para restauración y conservación. (Bucarest, por ejemplo, presenta preciosos edificios, pero carentes de conservación)

5.- LA ALIMENTACIÓN

Aún se mantiene una gran influencia del modo de vida rural, y por ello se ofrece por doquier la comida tradicional, sobre la que no voy a extenderme, remitiendo
a la abundante información en Internet.

Los supermercados son al estilo europeo y están muy bien guarnecidos, a precios bastante razonables, inclusive con bebidas y productos importados, especialmente alemanes, húngaros y franceses. Los cítricos españoles brillan por su ausencia. Y el pescado es principalmente congelado.

En los restaurantes se presenta una carta bastante variada con predominio de las carnes y reinado de las salsas, de muy diversos orígenes.

La cerveza es local, pero hay franquicias de marcas foráneas, y el vino es bueno, pero no se bebe mucho (especialmente en verano, por el calor), y su precio es más elevado que el de la cerveza.

Las bebidas alcohólicas, a nivel de la Unión Europea.

Pero, en mi opinión, la bebida reina es el tsuica, una especie de aguardiente a 
base de la pruna, que tiene suficiente graduación alcohólica, pero sabor agradable y que es una buena bebida (cual el vodka) para alternar en las comidas.

Las sopas son las reinas de la mesa y los rumanos las toman inclusive en verano.

Y podría escribirse mucho más.

6.- EL MODO DE VIDA

La mayor parte de los habitantes de Rumanía vive en zonas rurales y de población diseminada, pues, exceptuando las grandes urbes, como Bucarest y alrededores, Brasov, Iasi, Timisoara, Ploesti, Botosani, Constanza, proliferan los pequeños municipios, integrados por muchas aldeítas.

Ello explica el estilo a veces arcano de la vida de las gentes, que prefieren la población rural, con el cuidado de animales, aunque con bastantes adelantos de la vida moderna.

Es muy grato comprar en las cercanías de las aldeas miel de varias clases, infusiones de hierbas, bebidas caseras, legumbres y vegetales de cultivo directo. Y ello se refleja en las delicias de la comida tradicional y casera.

Buena ocasión de gozar de esta alimentación tuvimos durante nuestra estancia
en la casa de la familia Ierulescu.

También nos sorprendió la tendencia a la visita de la naturaleza, porque las familias se reúnen para excursiones a los maravillosos parques naturales que brinda la configuración del país.

En cuanto a la indumentaria, nos sorprendió el exquisito cuidado en el vestir para las celebraciones (especialmente las bodas), porque las féminas lucen sus mejores galas, llegando en ocasiones a la exageración, en contraste con la tendencia decreciente en la Europa occidental.

Otro rasgo característico del modo de vida rumano es la religiosidad, pues, pese al pasado comunista, proliferan las iglesias y templos, y las gentes practican efectivamente la religión, con abrumadora mayoría de los ritos ortodoxo-romanos, y hasta observan reglas que ahora nos parecen obsoletas, como el
ayuno y la abstinencia de carne.

La familia sigue siendo el núcleo esencial de la convivencia, y la unión de sus miembros es envidiable, hasta el punto de que no es raro de que convivan abuelos, hijos, nietos y bisnietos.

En fin, un modo de vida bastante envidiable.

7.- EL TURISMO Y SU REALIDAD PRÁCTICA

No cabe la menor duda de que el turismo en cada país está vinculado a las esencias de esa propia nación,

Así, en Rumania el turismo está desarrollado, pero adolece de la adecuada planificación y especialmente de la profesionalidad de las gentes que laboran en la actividad turística.

Entre las muchas facetas que presenta el turismo en Rumanía, es la hospitalidad natural de las gentes, probablemente, lo más destacable, aunque se echa de menos una mayor profesionalidad.

Hay que distinguir el turismo de nivel alto, con los hoteles de alto ranking, las empresas con organización de otro país, los dirigentes con formación específica y técnica, de aquel que denominaríamos “turismo espontáneo”, es decir, el que practican las gentes atendiendo a los visitantes, con la naturalidad de sus propias esencias, sin especial preparación o cualificación técnica y laboral.

Un ejemplo del turismo de calidad lo ofrecen algunas agencias de viajes,
algunas líneas aéreas, algunos hoteles de buen nivel y restaurantes de prestigio.

El resto de agentes “turísticos” no alcanza el nivel de profesionalidad (cualificación y preparación) que sería deseable, de manera que si, por ejemplo, un camarero de una cafetería normal atiende correctamente, se debe más a su personal formación social que a una preparación y estudios específicos.

Partiendo de la base de que las gentes rumanas son de natural hospitalarias y educadas, se puede desechar en general la “pillería” con el turista, cobrándole precios abusivos o alterando calidades de servicio. Ello es una garantía de bien hacer, pero no es suficiente.

De las muchas experiencias vividas durante dos semanas de estancia en Rumanía y recorriendo diferentes áreas de la nación, comentaré que me defraudó la poca asistencia en la única autopista a nivel europeo, como me defraudó la mediana calidad de las carreteras nacionales atravesando pueblos, como los fallos organizativos de los aeropuertos.

Por el contrario, comprobé buena praxis en la mayoría de los restaurantes (inclusive los más “turísticos” en el barrio viejo de Bucarest), en los hoteles de calidad, en el transporte urbano, etcétera.

Bien cierto es que “cada cual habla de la feria según le va”, pero ahí quedan mis comentarios y apreciaciones para que quien disienta pueda discrepar.

Prefiero no comentar sobre la organización del turismo en Rumanía, porque no he tenido la posibilidad de profundizar en el tema, aunque he echado de menos que en las Universidades, especialmente en las Facultades de Ciencias Económicas no haya estudios concretos de turismo, como por ejemplo acontece en otros muchos países del entorno.

Solamente así se podrá evitar que en zonas de saturación turística se ofrezca alojamientos inadecuados, con barreras arquitectónicas para discapacitados, y con camareros y trabajadores que lo más que saben es sonreír.

Sin embargo, Rumanía es un país en el que las gentes quieren prosperar y luchan por ello.

Así pues, personalmente auguro un notable desarrollo en tiempos no muy lejanos.

E intentaré visitarlo más veces para comprobarlo personalmente.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

martes, 17 de septiembre de 2019

VERANO 2019. Viaje a Dacia y Transilvania tras las huellas de Trajano (16.2) Conociendo mejor Bucarest

(16.2) Conociendo mejor Bucarest
Después de la primera visita a Bucarest, decidimos no agotar el conocimiento de casas, edificios y monumentos, y concretar más aquellos aspectos que más pudieran interesarnos, como la vida callejera, la relación con los turistas, los establecimientos comerciales, los bares y restaurantes, etcétera, dejando para otra ocasión entrar en más detalles, influidos también por el gran calor ambiente que se nos imponía, muy seco, con un sol que llegaba a abrasar.
Por eso, comenzamos la jornada (la última completa de estancia en Rumanía), accediendo al Water Park situado junto al hotel Rin, ya que por ser huéspedes teníamos derecho al acceso gratuito. 
Después de un buen desayuno, apenas caminando veinte metros, entramos en el complejo acuático, en el que nos bastó mostrar las tarjetas del hotel. 
Este Water Park nada tiene que envidiar a los de España, porque cuenta con varias amplias piscinas, muchas zonas de sombra, hamacas y tumbonas, con un césped artificial cuidado, bares, restaurantes y una "troupe" de vigilantes/socorristas. 
Como fuimos a primera hora de la mañana, no había
demasiado público, aunque mamás con niños gritones y juguetones ya abundaban. 
Después del baño, cerca del mediodía, fuimos en el transfer del hotel hasta el aeropuerto y subimos al autobús 783, que nos llevó hasta la Piata Unirii, donde caminamos un rato, aunque el calorazo imperante nos aconsejó sentarnos en una terraza callejera para beber una limonada muy fría y relajante. 
Nos sorprendió la calidad de esa bebida, con un intenso sabor a limón, buenos trozos de ese cítrico, un jugo espeso y todo muy frío. Valió la pena. 
Nos adentramos en el gran complejo comercial "Stradivarius", en el que recorrimos todas sus plantas y comprobamos de esos grandes almacenes son bastante similares a los del resto de Europa. Si acaso, los precios son algo más bajos. 
Aún volvimos a sentarnos en otra terraza al otro lado de la plaza, en la que repetimos las limonadas, y nos adentramos en su interior, porque nos pareció ver como una exposición de cafés, y, efectivamente, hallamos un bonito rincón, muy cuidado, con aspecto tradicional, en el que una jovencita, que después
supimos se llamaba Iulia, nos sorprendió hablándonos en un español aceptable. Al preguntarle cómo había aprendido tan normal español, nos
comentó que esencialmente lo había adquirido viendo y escuchando las telenovelas mejicanas y sudamericanas que, en lenguaje original subtitulado, se prodigan en Rumanía. 

Charlamos un rato con ella, y hasta nos hicimos unas fotos juntos, y prometí escribirle, y así ya he hecho. 
Como el calor no nos abandonaba, nos adentramos en el barrio tradicional y antiguo, y allí en una tienda de "souvenirs" adquirí unos detallitos para llevar como obsequio y recuerdo a los familiares y amigos en España. 
A renglón seguido, volvimos a sentarnos en la terraza del restaurante en el que habíamos cenado el anterior día, y allí volvimos a recrearnos degustando un exquisito solomillo de buey. Bien servido y a precio razonable (equivalente a 10 Euros).
Un nuevo paseo por la Piata Unirii y un buen rato de relajación junto a su monumental fuente central nos
sirvieron de descanso para acudir a la parada del autobus 783, que en unos cuarenta minutos nos llevó al aeropuerto, en el que el microbús del hotel nos esperó y llevó hasta el alojamiento. 
La realidad es que el calor nos retrajo en la visita a Bucarest, y decidimos no cansarnos en exceso, especialmente porque tendremos posibilidades de regresar pronto. 
Con la satisfacción de estar concluyendo felizmente nuestro viaje, descansamos muy bien en la noche. 
El siguiente día teníamos programado nuestro vuelo hasta Valencia (compañía Blue Air), con salida a las 16'30, aunque debíamos efectuar el check-in dos horas antes. 
Por ello, tras el desayuno terminamos de cerrar nuestro equipaje, y alrededor de la una de la tarde nos fuimos al aeropuerto. 
En la terminal de salidas del aeropuerto había muchísima gente, y hubimos de esperar un buen rato para entregar el equipaje, y más aún hubimos de aguardar cuando la salida del vuelo se retrasó casi noventa minutos. 
Había tal aglomeración de gente que la sala de espera para el vuelo a Valencia no tenía ni un asiento libre, y hubimos de irnos a una cercana que también
se llenó. 
Por fin accedimos a la aeronave, y nos hallamos en la desagradable tesitura de que unos rumanos no demasiado educados y bastante rudos habían ocupado nuestros asientos y pretendían que nos mudásemos a otros, con la excusa de que ellos estaban con una niña pequeña que quería estar "entre sus papás". Hube de ponerme serio, y mostrando las tarjetas de embarque, exigí, entre los refunfuños en rumano del hombre, que cada cual se sentara en su lugar. Me extrañó esa falta de educación, que era prácticamente la primera que habíamos sufrido en Rumanía. 
El vuelo fue bastante tranquilo, y con una hora de retraso pisamos tierra valenciana.
Los recuerdos de nuestro viaje a Rumanía comenzaron a agolparse en nuestras mentes, y nos sentimos satisfechos, porque, además de haber seguido las huellas del hispánico Trajano, habíamos tenido la oportunidad de disfrutar en casa de la deliciosa familia Ierulescu, con la que habíamos sellado una amistad auténtica. 
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

lunes, 16 de septiembre de 2019

VERANO 2019. Viaje a Dacia y Transilvania tras las huellas de Trajano (16) Primer contacto con Bucarest

(16.1) Primer contacto con Bucarest
La entrada a Bucarest desde el aeropuerto "Henry Coanda", en Otopeni, demoró casi una hora, porque aunque la ruta era amplia (dos carriles en cada sentido), la acumulación de vehículos era tal que la progresión del tráfico era lentísima, y además el autobús se detenía en cada parada, en la que siempre subía gente, poniendo de manifiesto que no era un autobús "lanzadera" desde el aeropuerto sino un autobús urbano.
Decidimos apearnos en la Piata Universitate, donde, mientras consultábamos el plano de la ciudad, una atenta señora se nos ofreció para orientarnos y nos aconsejó que acudiéramos a la Oficina de Turismo que se hallaba en los bajos/sótano de la plaza, y allí obtuvimos información detallada de los transportes, especialmente del autobús turístico ("City bus tour"). Caminamos por la amplia avenida hasta la Piata
Unirii, en la que nos llamó la atención la enorme y espectacular fuente que funciona en el centro, con variaciones  de chorros y colores y muy interesante, que se nos dijo ofrecía un precioso espectáculo al anochecer. 
Nos sentamos un rato para contemplar el espectáculo, comprobando el trasiego de viandantes, muchos de ellos con aspecto de turistas, y nos adentramos en la llamada "zona antigua", en la que, exceptuando tres o cuatro monumentos o edificios de interés, había unas cuantas calles repletas de terrazas de restaurantes, bastante concurridas, y en las que unas chicas sugerían tomar mesa mostrando la carta de comida. 
Dimos unas cuantas vueltas, pero decidimos ir en el autobús turístico, medio lleno, que se fue desplazando por las avenidas que constituyen el eje de la ciudad, sobrepasando las plazas circulares en cuyo centro aparecen o un arco de triunfo, o monumento a la aviación, o esculturas grandiosas, rodeado ello de edificios nobles y que denotan la belleza que en su día mostraron porque en la actualidad están medio o bastante deteriorados. 
El recorrido fue interesante, pèro no nos sedujo en exceso, porque la impresión causada fue de que Budapest era una gran capital, pero un poco/bastante descuidada, ya que inclusive en las aceras las baldosas o placas del pavimento o estaban sueltas, o rotas, o ausentes.
Las gentes, de todas clases, aunque muy poca mendicidad y casi ningún gitano (en contra de la "fama" de que los gitanos son "dueños" de Rumanía) y eso sí, muchos bares. 
Especialmente llamó nuestra atención un  establecimiento que ya habíamos visto en Brasov: Una "Cartofisserie", o sea, una "patatería" (literalmente traducido) que era como un barecito en el que se vendía fritos, especialmente patatas. Compramos un cucurucho de patatas, que estaban sabrosas y degustamos en la calle, en una especie de mostrador frente al local, regándolas con una cerveza. 
Lo que vimos con asiduidad fue agentes de policía, con diferentes uniformes, unos al parecer locales, otros de policía general y otros como si fueran antidisturbios, y que, eso sí, registraban a bastantes
individuos jóvenes con aspecto de ser árabes. 
Por finh en el barrio antiguo nos sentamos en la terraza exterior de un restaurante concurrido, en el que comimos una escalope al estilo de Baviera y unas cervezas alemanas. Bueno y no caro. 
Y, como ya anochecía, fuimos junto a la fuente de la Piata Unirii para deleitarnos con sus juegos de aguas y luces, y, al cabo de un rato, tomamos el autobús
983, que nos devolvió al aeropuerto, desde donde el transfer del hotel nos llevó hasta el Rin. 
Había sido una jornada interesante, pero no en exceso.
Decidimos regresar a Bucarest el siguiente para  conocer más. 
Por la noche, el cuerpo nos pidió descanso tras las caminatas del día.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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Bucarest (en rumano: București/bu.kuˈreʃtʲ/ es la capital y ciudad más poblada de Rumanía, así como su principal centro industrial, comercial y cultural. Está situada en el sureste del país, a orillas del río Dâmbovița. La ciudad cuenta con 2 400 000 habitantes, según datos del censo de 2016, lo que la convierte, además, en la décima ciudad más poblada de la Unión Europea. 
La ciudad fue mencionada por primera vez en documentos escritos a comienzos de 1459. Desde entonces ha pasado por muchos cambios, pero el más notable fue convertirse en la capital de Rumania en 1862, por lo que se consolidó como el centro nacional de la comunicación, cultural y económico. Su ecléctica arquitectura mezcla estilos neoclásico, de entreguerras (Bauhaus y Art Deco), comunista y moderno. En el periodo de entreguerras, la arquitectura de la ciudad y la sofisticación de sus elites le valieron a Bucarest el apodo de "Pequeña París" (Micul Paris). Pese a que muchos edificios y distritos del centro fueron dañados o destruidos por la guerra, terremotos y el programa de sistematización de Nicolae Ceaușescu, la mayoría permanecieron en pie. 
Económicamente, la ciudad es la más próspera de
Rumania y es uno de los principales centros industriales y de transporte de Europa del Este. Como ciudad más desarrollada del país, Bucarest tiene también una amplia gama de instalaciones educativas. La superficie total de Bucarest es de 226 km². Hasta 1989, las zonas circundantes eran principalmente rurales, pero tras la Revolución Rumana se comenzaron a construir nuevos vecindarios alrededor de la ciudad. De hecho, la ciudad en sí administrativamente se conoce como Municipio de Bucarest (Municipiul București) y tiene el mismo nivel administrativo que un distrito, siendo dividida la ciudad en seis sectores
Historia
La historia de Bucarest ha alternado períodos de desarrollo y decadencia de los primeros asentamientos de la Antigüedad y hasta su consolidación como capital en los últimos tiempos del siglo XIX en Rumania. 

Mencionado por primera vez como la Ciudadela de Bucarest, en 1459, se convirtió en residencia del príncipe de Valaquia Vlad Tepes. Los otomanos nombraron administradores de la ciudad a los griegos al comienzo del siglo XVIII. Una revuelta liderada por Tudor Vladimirescu en 1821 puso fin a la dominación de los griegos de Constantinopla en la ciudad. 

La antigua Corte del Príncipe (Curtea Veche) fue construida por Mircea Ciobanul, y bajo los gobernantes posteriores, Bucarest fue establecida como residencia de verano de la corte, compitiendo con Târgovişte como capital del estado después de un aumento de la importancia del sur de Muntenia provocada por las demandas del poder soberano. Bucarest se convirtió en sede permanente de la corte de Valaquia en 1698 (empezando con el reinado de Constantin Brâncoveanu). 
Parcialmente destruida por desastres naturales y reconstruida varias veces durante los siguientes 200 años, y golpeado por la plaga de Caragea, una peste bubónica, en 1813-1814, la ciudad fue arrebatada del
control otomano y ocupado en varios intervalos por parte de la monarquía de los Habsburgo (1716, 1737, 1789) y el Imperio ruso (tres veces entre 1768 y 1806). Estuvo bajo administración rusa entre 1828 y la guerra de Crimea, con un interludio durante la Revolución de Valaquia de 1848 en Bucarest, y una guarnición austriaca tomó posesión después de la salida de Rusia (que se quedó en la ciudad hasta marzo de 1857). Además, el 23 de marzo de 1847, un incendio consumió cerca de 2.000 edificios, destruyendo un tercio de la ciudad.
En 1862, después de que Valaquia y Moldavia se uniesen para formar el Principado de Rumanía, Bucarest se convirtió en capital de la nueva nación, en 1881, y centro político del reino recién proclamado de Rumania bajo Carol I. Durante la segunda mitad del siglo XIX la población de la ciudad aumentó de manera espectacular, y comenzó un nuevo periodo de desarrollo urbano. Durante este período, el alumbrado de gas, paseo en tranvía y la electrificación limitada fueron introducidas. El Dâmboviţa se canalizó también en 1883, poniendo así fin a las inundaciones ya endémicas. La arquitectura extravagante y la alta cultura cosmopolita de este período ganó para Bucarest el apodo de "Pequeña París" (Micul Paris), con Calea Victoriei como sus Campos Elíseos
Entre el 6 de diciembre de 1916 y noviembre de 1918, la ciudad fue ocupada por las fuerzas alemanas a raíz de la batalla de Bucarest y la capital legítima se trasladó temporalmente a Iaşi. Después de la Primera Guerra Mundial, Bucarest se convirtió en la capital de la Gran Rumania. Los años de entreguerras vieron un continuo desarrollo y la ciudad ganó un promedio de 30 000 residentes nuevos cada año. Además, algunos de los monumentos principales de la ciudad fueron construidos en este período, incluyendo el Arcul de Triumf y el Palatul Telefoanelor.  
En enero de 1941, la ciudad fue el escenario de la rebelión de los legionarios y el pogrom de Bucarest. Como capital de un país del Eje y un importante punto de tránsito para las tropas del Eje en el camino hacia el frente del este, Bucarest sufrió graves daños durante la Segunda Guerra Mundial debido a los bombardeos aliados, y, el 23 de agosto de 1944, fue el lugar del golpe de Estado real que llevó a Rumania al campo aliado, el sufrimiento de un corto período
de bombardeos Luftwaffe, así como un intento fallido por las tropas alemanas de tomar la ciudad por la fuerza. 
Después del establecimiento del comunismo en Rumanía, la ciudad siguió creciendo. Las autoridades construyeron nuevos distritos, la mayoría de ellos dominados por grandes bloques de viviendas. Durante el liderazgo de Nicolae Ceauşescu (1965-1989), gran parte del casco histórico de la ciudad fue demolido y reemplazado por el desarrollo socialista realista, como el Centrul Civic (Centro Cívico), incluyendo el Palacio del Parlamento; un barrio histórico completo fue arrasado para dar paso a las construcciones megalómanas de Ceauşescu. 
La revolución rumana de 1989 se inició con masivas protestas anti-Ceauşescu en Timişoara en diciembre de 1989 y continuó en Bucarest, llevando a la caída del régimen comunista. Insatisfecho con el liderazgo post-revolucionario del Frente de Salvación Nacional, las protestas de las ligas estudiantiles y grupos de la oposición organizada a gran escala continuaron en
1990 (el Golaniad), que fueron detenidos violentamente por los mineros de Valea Jiului (el Mineriad). Varios Mineriads siguieron, cuyos resultados incluyeron un cambio de gobierno. 
Después de 2000 la ciudad fue modernizada y está experimentando una renovación urbana. Las autoridades municipales desarrollaron complejos residenciales y comerciales, sobre todo en los distritos del norte, mientras que el centro histórico de Bucarest está en proceso de restauración. 
Geografía


Bucarest está situado a orillas del río Dâmboviţa, que desemboca en el río Argeş, un afluente del Danubio. Varios lagos —los más importantes son el Herăstrău, Floreasca, Tei y Colentina— se extienden por el norte de la ciudad, a orillas del río Colentina, un afluente del Dâmboviţa. Además, en el centro de la capital hay un pequeño lago artificial, el Cismigiu, rodeado por los jardines Cișmigiu, que tienen una rica historia, siendo frecuentado por poetas y escritores. Inaugurado en 1847 y con base en los planes del arquitecto alemán Carl F. W. Meyer, los jardines son la principal instalación recreativa en el centro de la ciudad. 
Además de Cișmigiu, Bucarest contiene otros parques y jardines, incluyendo el Herăstrău y el Jardín Botánico. Herăstrău se encuentra en el norte de la ciudad, alrededor del lago Herăstrău, y es la sede del Museo Satului, mientras que el Jardín Botánico es el más grande de su tipo en Rumania, contiene más de
10.000 especies de plantas, muchas de ellas exóticas y fue una vez parque de placer para la familia real. Bucarest está situado en la esquina sureste de la llanura rumana, en una zona una vez cubierta por el bosque Vlăsiei, el cual, después de haber sido limpiado, dio paso a una llanura fértil. Como en muchas ciudades, Bucarest tradicionalmente se considera que tiene siete colinas, de forma similar a las siete colinas de Roma. Las siete colinas de Bucarest son el Mihai Vodă, Dealul Mitropoliei, Radu Vodă, Cotroceni, Spirei, Văcărești y Sf. Gheorghe Nou. 
La ciudad cuenta con una superficie de 226 kilómetros cuadrados. La altitud varía de 55,8 metros en el puente Dâmboviţa en Căţelu al sureste de Bucarest, y es de 91,5 metros en la iglesia Militari. La ciudad tiene una forma aproximadamente redonda, con el centro situado en el cruce de los ejes principales norte-sur/este-oeste en la Piața Universității (plaza de la Universidad). El kilómetro cero de Rumanía se sitúa al sur de la Piața Universității frente a la nueva Iglesia de San Jorge
(Sfantul Gheorghe Nou) en la plaza St. George (Piata Sfantul Gheorghe). El radio de Bucarest, desde la Piața Universității hacia los límites de la ciudad en todas las direcciones, varía de 10 a 12 km. 
Las regiones que rodean Bucarest fueron, en su mayoría, rurales, pero a partir de 1989 comenzaron a construirse suburbios alrededor de la capital, en los alrededores del condado de Ilfov. La consolidación urbana tuvo lugar a finales de la década de 2010, cuando se puso en funcionamiento el área metropolitana de Bucarest, la incorporación de las comunas y ciudades de Ilfov y otros condados circundantes. 
La población de la ciudad, según el censo de 2002, es 1 926 334 habitantes, el 8.9 % de la población total de Rumania. Además, hay cerca de 50 000 personas que viajan a la ciudad a diario, principalmente del condado circundante de Ilfov
La población de Bucarest experimentó dos fases de crecimiento rápido, la primera al final del siglo XIX, cuando la ciudad creció en importancia y tamaño, y la segunda durante el período comunista, cuando se emprendió una campaña masiva de "urbanización" y mucha gente emigró de áreas rurales a la capital. En este tiempo, debido a la prohibición por Ceauşescu del aborto y la contracepción, el aumento natural fue también significativo. La población sigue creciendo cada día, porque, a pesar de que la población de Rumania cae, el sitio ofrece mejores condiciones de vida. 
Aproximadamente el 97% de la población de Bucarest son rumanos étnicos, siendo los gitanos el segundo grupo étnico más grande, con un 1,4 % de la población. Otros grupos étnicos significativos son
los húngaros (0,3 %), los judíos (0,1 %), los turcos (el 0,1 %), los alemanes (0,1 %) y los chinos (0,1 %). También se encuentran griegos y armenios, los cuales desempeñaron un importante papel en la vida de la ciudad a finales del siglo XIX e inicios del XX. Uno de los barrios predominantemente griegos es Vitan —donde vivió una población judía también; los últimos estaban más presentes en Văcăreşti y las áreas alrededor de Unirii ajustan—. 
En términos de religión, el 96,1 % de la población son cristianos ortodoxos rumanos, el 1,2 % son católicos, el 0,5 % son musulmanes y el 0,4 % son greco-católicos. 

(De Wikipedia y otras fuentes)