THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

jueves, 9 de abril de 2015

PASCUA EN UCRANIA: Impresiones y experiencias de un país en guerra que aún conserva su pulso vital.- II.-La vida continúa en Kiev, aunque más cara




Paseando por las calles de Kiev, circulando por sus autovías marginales del río Dniéper, entrando y visitando sus mercados y supermercados, nadie podría pensar que está en la capital de una nación que viene manteniendo desde hace un año una guerra intermitente en dos de sus regiones del este, contra una potencia como Rusia, que actúa encubierta por los llamados separatistas de la “nueva Rusia”.

Porque el pulso ciudadano en unos y otros barrios semeja el mismo de siempre, aunque llama la atención del visitante, a mí mismo en este caso, que hay bastantes edificios nuevos y que se sigue construyendo de manera significada.

Las gentes se desplazan “de acá para acullá” y llenan las estaciones del metro –tan eficiente y útil como siempre- como si la paz imperara en la nación completa.

Coches los hay por todas partes, como ya era habitual, y si acaso destacan algunas obras públicas nuevas (puentes, calles, aceras) que evidencian una ciudad viva y con fuerte pulso vital.

La otra cara de la situación son los precios, porque el metro, que hace un año costaba  dos hryvnias ahora vale siete; porque en el supermercado los productos no genuinamente ucranianos han casi triplicado sus costes, y porque en general todo el mundo habla de que la vida se ha puesto cara. Pero sigue…
Sí que me ha llamado la atención, primeramente, la casi total ausencia en las calles y lugares públicos de militares uniformados, que antes se veían por todas partes. Un buen amigo comentaba con ironía que ahora tenían mucho trabajo en el este y por eso se habían ido allí.

La segunda nota destacada ha sido la escasez de moneda extranjera, porque, por ejemplo, en Vishgorod, donde está nuestra casa, los bancos dicen que no pueden cambiar la moneda nacional por euros o dólares, porque “no hay”.

En Kiev, por el contrario, en las habituales casetas de cambio, las “Obmen valiut” sí que se puede comprar divisas, pero a unas cotizaciones escandalosas y prohibitivas, como, por ejemplo, el euro, que hace una año se cambiaba por doce hryvnias y ahora lo hace por veintiocho o más.

Hablando con nuestros amigos, bastantes de ellos han debido cancelar sus viajes al extranjero, por el incremento de costes al aumentar el cambio de divisas.

Y ello sin reparar en que el trabajo se ha vuelto más precario y los salarios se han limitado.

Mas lo sorprendente para mí es que las gentes siguen siendo aparentemente iguales que antes, engullendo para sus adentros la indignación que en muchos casos les supone escuchar desde Rusia que ella es la “madre patria”, cuando notorio resulta que fue en Kiev donde los hermanos “Kyiv Rus” sentaron las bases de la nación rusa. Y más aun subleva a los ucranianos que Putin se presente con el cinismo de decir que se limita a apoyar el movimiento pro independentista de Donetsk y Lugansk, cuando previamente se “merendó” Crimea y ahora está entrando armamento y hasta columnas de tanques por una frontera prácticamente inexistente.

Ayer mismo ya oí de varios maduros profesores universitarios que en el espíritu ucraniano “jamás” (y lo decían con énfasis notable) se integraría la anexión a Rusia.

En medio de estas observaciones y reflexiones, nuestros dos primeros días en Ucrania, en Kiev, fueron en esta ocasión para vivir en familia la compañía de nuestra nietecita, cuya madre es un ejemplo de desvelos, y para tomar contacto con los amigos de siempre, hasta visitando algunos supermercados en los que adquirimos el vodka que no puede faltarnos en las tertulias, además de degustar la sabrosa sopa “Solyanka”, más unos buenos bistecs de cerdo y salsas varias.
Hemos tenido la suerte de que una de nuestras entrañables amigas, la preclara catedrática de Biología, Ludmila, nos haya cedido su automóvil utilitario, un Hyundai “i.30”, que nos facilita buena libertad de desplazamientos, y la comodidad de no depender de los autobuses –mejorados, pero casi siempre atestados de gente- y del metro, eficaz, pero que obliga a acudir a las estaciones y descender por las atestadas escaleras mecánicas.

Por esa facilidad de movimiento ya hemos programado varias visitas y encuentros, con nuestro nieto ucraniano mayor (ya 19 años), Alexei, (Alyosha) por ejemplo, y con los amigos y compañeros de mi esposa, y ya hemos programado reunirnos el próximo domingo, día 12, para celebrar la Pascua ortodoxa, que en estos pagos cobra especial significado y ceremonia.
En fin, estas son nuevas impresiones de nuestra presencia en Ucrania, en Kiev, a la espera de seguir pulsando el “alma” de sus gentes, en estos tiempos de tribulación por una guerra que en modo alguno desean, y que ellos mismos repiten que ojalá termine pronto.

Seguiremos contando…

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA