THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

martes, 8 de junio de 2010

AVENTURA AMERICANA: Camino de Monument Valley (I)

NOTA.- Después de haber reproducido, como inicio de este blog, el conjunto de comentarios que integran el “Periplo por Europa 2.009”, con el presente post se comienza a tratar de una serie de posibles viajes, sobre la base de los ya realizados por el autor.

El Monument Valley (inglés: «Valle Monumento») es una gran depresión situada en la frontera sur de Utah con Arizona, en los Estados Unidos. El valle está dentro de la reserva de los nativos navajo, cerca de la ciudad de Goulding y es accesible por la U.S. Route 163. El nombre navajo para el valle es "Tsé Bii' Ndzisgaii" («Valle de las Rocas»).
El valle es famoso por sus curiosas formaciones de mesas y ha sido escenario de numerosas películas.
(De Wikipedia)


En Monument Valley posiblemente encontramos las imágenes más inolvidables del Oeste Americano. Las aisladas mesetas y los cerros rojos rodeados de un desierto vacío y arenoso, han sido filmados y fotografiados incontables veces a través de los años. Debido a esto, el área puede parecer bastante familiar aún en su primera visita, pero pronto es evidente que los colores naturales realmente son tan brillantes y profundos como lo son en las películas.
El valle no es realmente un valle en el sentido convencional sino que es un paisaje ancho y plano y algunas veces desolado interrumpido por las formaciones rocosas que se elevan cientos de metros en el aire, los últimos residuos de las capas de roca arenisca que alguna vez cubría toda la región.
Monument Valley se encuentra en su totalidad dentro de la Reserva de los Indios Navajos en la frontera de los estados de Utah y Arizona, cerca de la esquina sureste de Utah. La línea estatal pasa a través de los más famosos lugares que se concentran cerca del pequeño pueblo de Goulding. Estos asentamientos aislados se establecieron en 1923 como un puesto para comercio de los indios pero ahora tienen una completa variedad de servicios para los visitantes. El pueblo está a 250 Km. (175 millas) de Flagstaff, Arizona, la cual es la ciudad mas cercana.
Solo hay una carretera principal, la US 163, que enlaza a Kayenta, AZ, con US 191 en Utah. En la franja que se aproxima a la frontera de Utah con Arizona desde el norte, encontramos la imagen mas famosa del valle - un camino largo, recto y vacío que va a través del desierto hacia los altos arrecifes rojos de 300 metros de altura que se ven a lo lejos en el horizonte. A pesar de que mucho se puede apreciar desde la carretera principal, muchos paisajes permanecen escondidos detrás de arrecifes largos (las mesas de Mitchell y Wetherill), al este del camino. Encontramos más escenas para admirar dentro del Monument Valley Navajo Tribal Park (la entrada cuesta $2.50 dólares), sobre el lado corto del camino en el lado opuesto de la vuelta a Goulding.
Gooseneck
La vista que hay desde el centro de visitantes es suficientemente espectacular, pero la mayor parte del parque puede ser visto solo desde el Valley Drive, un camino de tierra de unos 27 Km. Comienza en el centro de visitantes y va alrededor de altos arrecifes y mesas incluyendo el Tótem Pole una torre de roca frecuentemente fotografiada de 100 metros de alto pero solo unos cuantos metros de ancho. Desafortunadamente, sin un vehículo de doble tracción, el camino es muy irregular y difícil. Como alternativa hay muchos guías Navajo y lugares de renta de jeeps de doble tracción que esperan ansiosamente a un lado del centro de visitantes. Los precios normales son alrededor de $15 dólares por un viaje de 3 horas. También puede excursionar el valle a caballo.
El área de Monument Valley y la reserva Navajo proporcionan excelentes oportunidades para admirar la cultura nativa americana y aprender algo de la gente Navajo. Se puede observar cómo algunos artesanos Navajo elaboran sus objetos y comprar artículos hechos a mano. No tome fotografías de la gente Navajo, sus hogares o sus posesiones sin antes pedir permiso. A menudo esperan una pequeña propina cuando aceptan ser fotografiados.
Hay varios moteles, restaurantes y tiendas en Goulding, Utah. También puede encontrar hospedaje en Kayenta en Arizona, o en Bluff y Mexican Hat en Utah. La selección es un poco limitada así que se recomienda reservar.
El Valle de los Dioses

En el Valle de los Dioses a 48 Km. (30 millas), al norte de Monument Valley a lo largo de US163, encontramos más del mismo tipo de paisaje de formaciones de rígidas rocas rojas. Este valle es casi tan escénico como Monument Valley pero la entrada es gratis y tiene muy pocos visitantes. Se llega por una carretera de tierra que empieza cerca del pequeño pueblo de Mexican Hat. Este pequeño asentamiento fue nombrado así por una curiosa formación de una roca plana de 30 metros de diámetro sostenida precariamente sobre otra mucho más pequeña en la punta de una colina.
Alrededor de Mexican Hat corre lentamente el Río San Juan y pasa por un cañón con muchas vueltas anchas. Cerca de ahí está el Parque Estatal de Goosenecks y en él se encuentra un vasto mirador donde podemos admirar varios ríos serpenteando a cientos de metros abajo del suelo por el cañón muy profundo. Se permite acampar gratis en el mirador y, a pesar de que hay algunos sitios para hospedarse, éste es un excelente lugar para pasar la noche y los visitantes se pueden estacionar a tan solo unos metros de la orilla del arrecife y ver el efecto de la puesta del sol en las paredes del cañón.
(John Crossley, en USA Tourist)
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Confieso que Monument Valley me ha seducido desde que tuve la oportunidad de visionar las primeras películas sobre el Far West, en las que aparecía este indescriptible fenómeno de la naturaleza, aquellos westerns de John Ford o de John Huston, o de tantos y tantos maestros del cine, en los que el indio masacrado por el hombre blanco, se defiende como puede; o agrede al blanco que invade su territorio y le priva de la caza; o persigue a los “rostros pálidos” y les roba a sus mujeres, como guerrera y feroz represalia a la paulatina extinción que sufre su pueblo.
Por eso, en mi viaje a los Estados Unidos de América en agosto del año 1998 (ya había ido a este país varias veces antes y seguí viajando en muchas más ocasiones, especialmente por motivos profesionales), me decidí a estar una semana por lo menos en los alrededores de las Montañas Rocosas (Rocky Mountains, a las que ya dedicaré otro post), y así volé desde New York hasta Denver (Colorado), vía Cincinatti.
Nada más llegar al enorme aeropuerto de Denver –que semeja estar en medio del desierto- nos percatamos (el grupo de cuatro viajeros que éramos) que habíamos llegado a “otras tierras”, no solamente por el huso horario (dos horas menos que en la costa Este), sino por la hiriente luminosidad, el abrumador calor –era el mes de agosto--, y las inmensas llanuras que en derredor se divisaban, que apenas permitían adivinar hacia el Oeste, al fondo, la majestuosa cordillera de las Rocosas.
(Winter Park)
Nos alojamos en Winter Park, una preciosa zona en pleno corazón de las Montañas Rocosas, a unos 1.800 metros de altitud, que constituye una magnífica comarca para la práctica de los deportes de invierno, aunque también muy interesante en el verano, por la multitud de lagos, riachuelos, montañas y accidentes orográficos que se hallan en las proximidades, como por ejemplo la divisoria de las vertientes de aguas Pacífico y Atlántico, situada a unos 4.800 metros de altura, a la que se accede por una pintoresca carretera en muy buen estado, que permite pasar de los frondosos bosques de abetos y hayas hasta la tundra. (También a Winter Park dedicaré unos comentarios en el futuro)
Y programamos desplazarnos hasta el cañón del Colorado, que se halla en el estado de Arizona, no en el estado de Colorado, aunque debe su nombre al río así denominado, que nace en las Montañas Rocosas, surca el estado de su nombre, penetra en Arizona –origina el cañón de su nombre— y desemboca finalmente en el Golfo de México.
La distancia era larga (1.350 kms.), considerando especialmente que por las amplísimas autopistas americanas la velocidad está limitada generalmente a 55 mph, es decir, unos 100 km/h, y solamente en algunos limitados tramos puede circularse hasta 65 mph. La infracción está tan controlada que a la vuelta de cualquier recodo, si es que lo hay, o de cualquier camino accesorio, puede aparecer el coche del sheriff con toda su parafernalia de luces y sirenas, para imponer una multa y citar a juicio en el tribunal más próximo…
(Vail en verano)
Así, de buena mañanita (comprobamos que los americanos son muy madrugadores para ponerse en carretera y quisimos imitarles), sobre las 6’30 horas, descendimos desde Winter Park hasta la autopista US 70, en la que enfilamos el camino hacia Vail, por en medio de angostos y gargantas (estábamos comenzando a cruzar las Montañas Rocosas), hasta divisar esta bella población, famosa por sus buenos equipamientos para los deportes de invierno.
Desde Vail, por la misma US 70 seguimos hasta las cercanías de Grand Junction, punto en el que desviamos hacia el Sur, por la carreteras 50 y 550, sobrepasando Montrose (buena ocasión para entrar en una de las típicas “paradas” americanas, con una barra llena de camioneros --¡vaya enormes camiones y trailers!- tomando esos tazones de agua sucia y sin azúcar que ellos llaman café, y que nos permitió beber, pues...una Pepsi-Cola…)
Después del refrigerio, y aunque el sol apretaba de lo lindo, alcanzamos Telluride, una pequeña y coqueta localidad que semeja una ciudad del Far West, con una larguísima calle, en la que abundan los hoteles, restaurantes y tiendas, con los precios más caros que nunca habíamos visto, porque se trataba de una de las estaciones de invierno más selectas y selectivas de los Estados Unidos.
(Telluride)
Alrededor de Telluride, montañas y más montañas, bosques y más bosques, pasando por las cercanías de zonas de enorme belleza, un parque natural tras otro, hasta alcanzar el descreste, en una zona llana, en la que aparecían a ambos lados granjas o ranchos que recordaban mucho la de la renombrada serie televisiva “Bonanza”, y la carretera, la Highway 145, nos dejó en Dolores, una pequeña población en el límite del estado de Colorado, que estaba alineada a ambos lados de la carretera, en la que había un motel (el típico motel americano, de madera, con las puertas de las habitaciones en la planta baja, y junto a ellas una silla mecedora o balancín), cuyo motel, llamado también “Dolores”, era propiedad y estaba regentado por un simpático matrimonio ¡sueco!.
(Motel en Dolores)
Era preciso hacer una parada y pernoctar, previa la cena que pudimos hallar en un cercano restaurante, a base de grandes chuletones de buey y muchas patatas, para después acudir al bar-saloon del pueblo, de aspecto absolutamente tradicional, en el que un whiskey Jack Daniels (el conocido en España como bourbon) hizo de digestivo antes de que la cama –pese al calor- nos permitiera soñar con mil historias de un Far West que solamente habíamos empezado a rememorar frente a su auténtico escenario.
Porque para el siguiente día teníamos previsto, ni más ni menos, que visitar el Cañón del Colorado y Monument Valley...
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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