
Ahora en un piso reparado de forma coqueta tienen un bonito hogar, en el que
la alegría es una preciosa chiquilla cincoañera, Milena, muy despierta y bonita.
Nos acogieron con la cordialidad de siempre (ya han estado en España varias
veces, y en cada ocasión en que viajamos a Ucrania casi nos exigen el encuentro)
y nos ofrecieron un gustosa cena con entrantes
ucranianos –no podían faltar los deliciosos pepinillos en conserva casera y el siliotka, o caballa al adobo natural con cebolla-. Y el remate fueron unos gustosos muslos de pollo y unas costillas de cerdo al horno, todo ello regado con cerveza, vino, vodka y en un ambiente de franca cordialidad.
ucranianos –no podían faltar los deliciosos pepinillos en conserva casera y el siliotka, o caballa al adobo natural con cebolla-. Y el remate fueron unos gustosos muslos de pollo y unas costillas de cerdo al horno, todo ello regado con cerveza, vino, vodka y en un ambiente de franca cordialidad.
Después de una larga tertulia en la que pusimos al día nuestras
informaciones y recuerdos, nos contaron sus planes de viaje (cada año se desplazan hasta

Resultó en verdad interesante comprobar cómo estos ucranianos
treintaañeros (él periodista de radio y televisión y ella acreditada
economista) dan la nota positiva y moderna de un país que, aun sufriendo la sangría de la guerra
del este, y las menguadas posibilidades económicas, trata de seguir viviendo y
estar al día, conociendo mundo.
En la despedida, el consabido obsequio de vodkas, chocolates, y hasta
cervezas ucranianas especiales para nuestro yerno español, Pau.
El siguiente día, ya viernes, teníamos cita para comer
con la querida Iryna Kuftyreva y su esposo, Oleg, quienes viven en esta ocasión en el típico y ancestral barrio de Podil, en un complejo residencial muy nuevo y de mucha calidad, con unas zonas ajardinadas interiores que dan prestancia a varios edificios.
con la querida Iryna Kuftyreva y su esposo, Oleg, quienes viven en esta ocasión en el típico y ancestral barrio de Podil, en un complejo residencial muy nuevo y de mucha calidad, con unas zonas ajardinadas interiores que dan prestancia a varios edificios.
Accedimos a su nueva casa, amplísima y espaciosa, con habitaciones que
semejan ser para mayores usos, y nos encontramos en torno a la mesa con
nuestro hijo Andrey, que nos había acompañado en esta ocasión.
La comida fue un sin número de delicatessen, regadas
con buenos vinos de Bordeaux y un magnífico vodka de Lviv de origen polaco.
Unos postres abundantes y una estupenda tarta de chocolate, tirando a
brownie, remataron esta estupenda comida, que se prolongó, como siempre, no
solo con el repaso de las vivencias más recientes de las respectivas
familias, sino comentando la actual situación en Europa, en Ucrania, en el
mundo, y llegando a la conclusión de que no estamos en los mejores tiempos,
pero tampoco en los peores.
El sábado nos tenía “atrapados” para comer en su
casa nuestra entrañable amiga y “madrina” de boda, la Dra. Elena Bratus, que había organizado en su casa de la calle Horkogo (muy cerca de la Ploscha Lva Tostova) con la Dra. Ludmila Stetchenko.
casa nuestra entrañable amiga y “madrina” de boda, la Dra. Elena Bratus, que había organizado en su casa de la calle Horkogo (muy cerca de la Ploscha Lva Tostova) con la Dra. Ludmila Stetchenko.
En esta ocasión las especialidades fueron de origen italiano, degustando
entre varios condumios, unos apetitosos “penne” o macarrones, al pesto.
Buen vino y buen vodka, como siempre.
Aunque era la tercera vez en que nos encontrábamos durante la semana, hubo
tiempo sobrado para que especialmente las amigas hicieran repaso de “lo divino
y lo humano”, un poco a modo de despedida, que demoró hasta media tarde, en que
nos
encontramos con mi apreciada Galyna Vyskrebentseva, que en el pasado me había introducido en el trabajo y dirección de seminarios de formación para empresarios ucranianos, y con quien vengo manteniendo una fluida relación de amistad. Tomamos un café y nos contamos las últimas novedades, además de tratar de un complejo asunto de la herencia de un ucraniano españolizado y fallecido en España, casado con española y con madre búlgara. Puro conflicto de derechos subjetivos en el marco del Derecho Internacional privado
encontramos con mi apreciada Galyna Vyskrebentseva, que en el pasado me había introducido en el trabajo y dirección de seminarios de formación para empresarios ucranianos, y con quien vengo manteniendo una fluida relación de amistad. Tomamos un café y nos contamos las últimas novedades, además de tratar de un complejo asunto de la herencia de un ucraniano españolizado y fallecido en España, casado con española y con madre búlgara. Puro conflicto de derechos subjetivos en el marco del Derecho Internacional privado
Concluimos a buena hora para emprender el regreso a nuestra casa de
Vyshgorod, en la que nuestra nietecita Milana ya nos esperaba llena de vida
para incordiar todo lo posible y un poco más, aunque haciendo nuestras
delicias.
Habían sido jornadas estupendas en las que la amistad y el afecto fluyeron
con espontaneidad y sirvieron para que tomáramos de nuevo pulso a la sociedad ucraniana, que, como siempre, sigue luchando contra la corrupción de los políticos
y los abusos de los magnates oligarcas.
A todo esto, aprovechando un hueco en nuestra apretada agenda, aún nos
fuimos a un gran supermercado en el barrio de Petrivka (de una cadena
francesa) en la que adquirimos diversos
productos y prendas, y pulsamos cómo los precios se han incrementado de manera increíble, y más especialmente los de los productos no nacionales, porque el cambio de divisa respecto del US$ y del € había superado el 20% respecto del año anterior.
productos y prendas, y pulsamos cómo los precios se han incrementado de manera increíble, y más especialmente los de los productos no nacionales, porque el cambio de divisa respecto del US$ y del € había superado el 20% respecto del año anterior.
Hasta el litro de gasolina 95 era de precio equivalente al Usa$ y muy
cercano al Euro.
En resumen, vivencias, experiencias, contrastes, que nos
permitieron seguir sintiendo el magnetismo de la tierra ucraniana, la
hospitalidad y clarividencia de sus gentes y llegar al convencimiento de que mientras las
posibilidades, especialmente las físicas, nos lo permitan, seguiremos yendo a esta tierra del trigo y el cielo, en la que nuestros mejores sentimientos se ennoblecen en cada ocasión.
posibilidades, especialmente las físicas, nos lo permitan, seguiremos yendo a esta tierra del trigo y el cielo, en la que nuestros mejores sentimientos se ennoblecen en cada ocasión.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA