(y17) Mis experiencias en Rumanía. - Resumen y comentarios
Confío en que mis
anteriores entradas sobre Rumanía hayan permitido al lector ir desvelando el
“alma”, la esencia y características de ese interesante país.
Si así ha acaecido,
pretendo con los comentarios que siguen que se forme una idea sobre lo que ha
sido, es y podrá ser esa nación, tan cercana a España en cuanto a historia y reminiscencias
latinas, y al tiempo tan desconocida.
1.- BELLEZA
NATURAL
Rumanía está
caracterizada por su núcleo central de los Cárpatos, Transilvania y otras
cordilleras de alturas nada despreciables, que albergan en su seno
espectaculares parques naturales y lagos, bosques, fauna y flora específicas y
muy interesantes. No voy a dar aquí una enumeración porque en cualquier guía de
viajes, y especialmente en Internet, se encuentra abundantísima información al
respecto.
Me ha seducido
especialmente la riqueza colorista de sus tierras y altiplanos, ornados por
ricas corrientes de agua y lagos (muchos de ellos consecuencia de
pantanos), y
ello me ha suscitado el compromiso de volver muchas más veces para alcanzar un
mejor y mayor conocimiento.
No me olvido de
esa ventana al mar (al Mar Negro) que es la zona en derredor de Constanza, en
la que las playas brindan el refresco de sus aguas limpias y profundas.
Pero quedo con el
deseo de recorrer mejor las zonas norteñas, especialmente las regiones de
Bucovina (conozco la vertiente de Ucrania) y de la antigua Moldavia. Ojalá sea
pronto.
2.- BUENAS Y
HOSPITALARIAS GENTES
Cuando comenté en
España que pretendía viajar a Rumanía este verano, más de un “enterado” me
espetó que me iría a la “tierra de los gitanos”, en un tono de menosprecio que
no me gustó.
Y en honor a la
verdad he de proclamar que no he notado en mi periplo por las tierras rumanas
que esa etnia incunable y vituperada sea dominante en el país de Transilvania.
Casi me atrevo a
decir que uno puede ver más gitanos en España que en Rumanía.
Mas dejando al
margen lo relativo a esa raza, diré que he encontrado en Rumanía gentes
sencillas, amables, afectuosas, serviciales, que se esforzaban por entendernos
y por hacerse entender (desgraciadamente apenas conozco dos centenas de
palabras del idioma rumano) y especialmente no tenían reparo en hablarme en
inglés (muy extendido).
Especialmente mi
esposa y yo mismo hemos gozado del privilegio de alojarnos durante una semana
en la casa de la familia Ierulescu, en la Transilvania de la provincia o
condado de Hunedoara, y allí los anfitriones han desplegado todo su afecto y
atención con nosotros, dispensándonos su disposición y buenos servicios en
cuanto al alojamiento, comidas, convivencia, etcétera, especialmente sus hijas,
las encantadoras Andrea y Paula (ésta, muy querida alumna de mi organización
profesional durante ya varios años). ¡Y ello que con los padres casi tuvimos
que utilizar el lenguaje “digital”, o sea, con los gestos y dedos!
Pero también en
la Universidad de Petrosani, en el mismo condado o provincia, tanto el Rector
como los directivos nos acogieron con simpatía y disponibilidad y nos brindaron
sus explicaciones y atenciones, inclusive para planificar actuaciones conjuntas
en un futuro cercano.
Muy emotivo
resultó el reencuentro con antiguas alumnas becarias Erasmus de universidades
rumanas, que nos brindaron la confirmación de su afecto hacia nosotros, e
incluso las que no pudieron acompañarnos físicamente nos saludaron por teléfono
y WhatsApp.
Item más. Hasta
las gentes a quienes no conocíamos de nada también fueron por doquier atentas y
hospitalarias, muchas de ellas hablándonos en un español bastante correcto, con
la explicación de que habían ido aprendiéndolo a base de visionar las novelas
sudamericanas que se ofrecían por televisión.
3.-
INFRAESTRUCTURAS ACEPTABLES
Los
desplazamientos a través de Rumanía no son demasiado cómodos ni sencillos.
La vía aérea es,
como siempre, la mejor manera de viajar desde el extranjero, pero carece de
flexibilidad y utilidad para desplazamientos domésticos, ya que no es barata y
además casi todos los trayectos giran en torno al aeropuerto Henri Coanda de Otopeni-Bucarest,
saturado, y que obliga a los desplazamientos a otras capitales (Timisoara,
Iasi, Brasov, etc.) en viajes de ida y vuelta.
El medio de
transporte más barato en Rumanía es, sin duda, el ferrocarril, pero no es ni
con mucho el más conveniente ni el más confortable, si se exceptúan los viajes
entre poblaciones pequeñas y medias y los trenes (pocos) de buena velocidad.
Es verdad que la
red ferroviaria es muy extensa, pero la velocidad media resulta
exasperante,
con trayectos de marcha limitada y muchos enlaces y paradas.
La carretera es
el medio más utilizado, no solamente porque estamos en los tiempos del
automóvil, sino también porque facilita una autonomía que los otros transportes
no conceden.
Las carreteras
principales se hallan en un estado bastante razonable, en cuanto a firme o
suelo, pero solamente hay una verdadera autopista (al norte, entre Sibiu y
Deva, y carente de áreas de servicio), y alguna carretera “desdoblada”, o sea,
de doble franja en cada sentido. En zonas menos concurridas, las carreteras
pueden ser una odisea, porque, si existen, están descarnadas, llenas de
agujeros (los denominados en inglés “pot hole”) y por las que los
vehículos circulan en zig-zag, como haciendo una “gynkana”.
La flota
automovilística es bastante buena, con predominio de los coches de gama media,
y abrumadora mayoría de los “Dacia”, el coche nacional (motor Renault) cuya
marca rememora la historia de la nación.
En las ciudades y
poblaciones, el cuidado de calles y jardines es correcto, sin más. Tal vez en
Bucarest la conservación del suelo es deficiente y la limpieza escasa.
En resumen,
Rumanía precisa con bastante urgencia una mejora en sus sistemas de transporte
y comunicaciones.
En cambio, el
teléfono, y la telefonía móvil, funcionan bastante bien, y el Wi-Fi se ha
impuesto hasta en zonas públicas.
Los transportes
urbanos son bastante correctos; los interurbanos por carretera lentos y poco
cómodos.
4.- LA CULTURA
Pese a la mucha
población rural, es sorprendente el buen nivel cultural de las gentes, que no
solamente poseen buenos conocimientos (se nota que la política educativa y
escolar ha sido buena, como ha venido siendo habitual en países de la antigua
órbita soviética) sino que en buena parte se tiene el inglés como segundo
idioma.
Es elogiable la
organización de las exposiciones artísticas, de los eventos musicales
tradicionales (ópera) y modernos (conciertos de música actual), y es fácil y no
cara la visita a museos.
Es sorprendente
la abundancia de librerías muy bien dotadas, con bastantes
obras de autores
extranjeros y con predominio de autores germánicos e ingleses.
Lo más
sorprendente es que muchas personas se atreven a hablar en español (bueno, un
español de Iberoamérica) porque, además de estudiarlo, existe una gran adicción
a las telenovelas mejicanas y sudamericanas en versión original subtitulada, de
lo que se saca un gran provecho.
El patrimonio arquitectónico
no está demasiado cuidado (excepto en las ciudades más turísticas, como Sibiu y
Brasov) y parece hará falta una buena dotación de fondos de la Unión Europea
para restauración y conservación. (Bucarest, por ejemplo, presenta preciosos
edificios, pero carentes de conservación)
5.- LA
ALIMENTACIÓN
Aún se mantiene
una gran influencia del modo de vida rural, y por ello se ofrece por doquier la
comida tradicional, sobre la que no voy a extenderme, remitiendo
a la abundante
información en Internet.
Los supermercados
son al estilo europeo y están muy bien guarnecidos, a precios bastante
razonables, inclusive con bebidas y productos importados, especialmente
alemanes, húngaros y franceses. Los cítricos españoles brillan por su ausencia.
Y el pescado es principalmente congelado.
En los
restaurantes se presenta una carta bastante variada con predominio de las
carnes y reinado de las salsas, de muy diversos orígenes.
La cerveza es
local, pero hay franquicias de marcas foráneas, y el vino es bueno, pero no se
bebe mucho (especialmente en verano, por el calor), y su precio es más elevado
que el de la cerveza.
Las bebidas
alcohólicas, a nivel de la Unión Europea.
Pero, en mi
opinión, la bebida reina es el tsuica, una especie de aguardiente a
base
de la pruna, que tiene suficiente graduación alcohólica, pero sabor agradable y
que es una buena bebida (cual el vodka) para alternar en las comidas.
Las sopas son las
reinas de la mesa y los rumanos las toman inclusive en verano.
Y podría
escribirse mucho más.
6.- EL MODO DE
VIDA
La mayor parte de
los habitantes de Rumanía vive en zonas rurales y de población diseminada,
pues, exceptuando las grandes urbes, como Bucarest y alrededores, Brasov, Iasi,
Timisoara, Ploesti, Botosani, Constanza, proliferan los pequeños municipios,
integrados por muchas aldeítas.
Ello explica el
estilo a veces arcano de la vida de las gentes, que prefieren la población
rural, con el cuidado de animales, aunque con bastantes adelantos de la vida
moderna.
Es muy grato
comprar en las cercanías de las aldeas miel de varias clases, infusiones de
hierbas, bebidas caseras, legumbres y vegetales de cultivo directo. Y ello se
refleja en las delicias de la comida tradicional y casera.
Buena ocasión de
gozar de esta alimentación tuvimos durante nuestra estancia
en la casa de la
familia Ierulescu.
También nos
sorprendió la tendencia a la visita de la naturaleza, porque las familias se
reúnen para excursiones a los maravillosos parques naturales que brinda la configuración del país.
En cuanto a la
indumentaria, nos sorprendió el exquisito cuidado en el vestir para las
celebraciones (especialmente las bodas), porque las féminas lucen sus mejores
galas, llegando en ocasiones a la exageración, en contraste con la tendencia
decreciente en la Europa occidental.
Otro rasgo
característico del modo de vida rumano es la religiosidad, pues, pese al pasado
comunista, proliferan las iglesias y templos, y las gentes practican
efectivamente la religión, con abrumadora mayoría de los ritos ortodoxo-romanos,
y hasta observan reglas que ahora nos parecen obsoletas, como el
ayuno y la
abstinencia de carne.
La familia sigue
siendo el núcleo esencial de la convivencia, y la unión de sus miembros es
envidiable, hasta el punto de que no es raro de que convivan abuelos, hijos,
nietos y bisnietos.
En fin, un modo
de vida bastante envidiable.
7.- EL TURISMO Y SU
REALIDAD PRÁCTICA
No cabe la menor
duda de que el turismo en cada país está vinculado a las esencias de esa propia
nación,
Así, en Rumania
el turismo está desarrollado, pero adolece de la adecuada planificación y
especialmente de la profesionalidad de las gentes que laboran en la actividad
turística.
Entre las muchas
facetas que presenta el turismo en Rumanía, es la hospitalidad natural de las
gentes, probablemente, lo más destacable, aunque se echa de menos una mayor
profesionalidad.
Hay que
distinguir el turismo de nivel alto, con los hoteles de alto ranking, las
empresas con organización de otro país, los dirigentes con formación específica
y técnica, de aquel que denominaríamos “turismo espontáneo”, es decir, el que
practican las gentes atendiendo a los visitantes, con la naturalidad de sus
propias esencias, sin especial preparación o cualificación técnica y laboral.
Un ejemplo del
turismo de calidad lo ofrecen algunas agencias de viajes,
algunas líneas
aéreas, algunos hoteles de buen nivel y restaurantes de prestigio.
El resto de
agentes “turísticos” no alcanza el nivel de profesionalidad (cualificación y
preparación) que sería deseable, de manera que si, por ejemplo, un camarero de
una cafetería normal atiende correctamente, se debe más a su personal formación
social que a una preparación y estudios específicos.
Partiendo de la
base de que las gentes rumanas son de natural hospitalarias y educadas, se
puede desechar en general la “pillería” con el turista, cobrándole precios
abusivos o alterando calidades de servicio. Ello es una garantía de bien hacer,
pero no es suficiente.
De las muchas
experiencias vividas durante dos semanas de estancia en Rumanía y recorriendo
diferentes áreas de la nación, comentaré que me defraudó la poca asistencia en
la única autopista a nivel europeo, como me defraudó la mediana calidad de las
carreteras nacionales atravesando pueblos, como los fallos organizativos de los
aeropuertos.
Por el contrario,
comprobé buena praxis en la mayoría de los restaurantes (inclusive los más “turísticos”
en el barrio viejo de Bucarest), en los hoteles de calidad, en el transporte
urbano, etcétera.
Bien cierto es
que “cada cual habla de la feria según le va”, pero ahí quedan mis comentarios
y apreciaciones para que quien disienta pueda discrepar.
Prefiero no comentar
sobre la organización del turismo en Rumanía, porque no he tenido la
posibilidad de profundizar en el tema, aunque he echado de menos que en las
Universidades, especialmente en las Facultades de Ciencias Económicas no haya
estudios concretos de turismo, como por ejemplo acontece en otros muchos países
del entorno.
Solamente así se
podrá evitar que en zonas de saturación turística se ofrezca alojamientos
inadecuados, con barreras arquitectónicas para discapacitados, y con camareros
y trabajadores que lo más que saben es sonreír.
Sin embargo,
Rumanía es un país en el que las gentes quieren prosperar y luchan por ello.
Así pues,
personalmente auguro un notable desarrollo en tiempos no muy lejanos.
E intentaré
visitarlo más veces para comprobarlo personalmente.
SALVADOR DE PEDRO
BUENDÍA
Me encantaría conocer Rumanía, especialmente transilvania, me gusta su historia, su cultura y hay sitios hermosos como lo muestras en este post.
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