Después de haber descansado bien, nos dispusimos a desayunar en un pub próximo al alojamiento, de nombre “Albert” en el que se nos indicó se servían los desayunos.
No reparamos en la hora límite y cuando llegamos al pub, a unos veinte pasos del hotel, una mocita que estaba sentada en el jardín con un cigarrillo en la mano, nos dijo que el tiempo del desayuno ya había expirado y comprobamos que pasaban ¡tres minutos! de las diez de la mañana. Indicamos que solo
pasaban tres minutos, pero la chica en tono displicente nos dijo que primero iba a acabar su cigarrillo y después, si acaso, intentaría atendernos, lo cual no hizo porque dos minutos más tarde nos dijo que la cocina había cerrado y se negó servirnos ni siquiera un café.
Así que, enojados por la mala atención, en la strada Republicii, frente al Irish Pub, hallamos un buen desayuno con charcutería, salchichas y huevos.
Repuestas las fuerzas acudimos al centro de la ciudad, nada lejano, y en la Piata Sfatului (o del Consejo) comenzamos a buscar la calle Diaconul Coresi, porque debíamos entregar a un tal Mihail,
empresario de antigüedades, una novela dedicada ("Invierno de amapolas") por el autor, que nuestro buen amigo, el escritor español Tito del Muro, nos había pedido le llevásemos,
Pero, hete aquí, que la tienda antigüedades estaba cerrada y había un letrero que indicaba se telefoneara a un tal Luca, a un número. Eso hice, pero un contestador respondió que dejara mensaje en rumano o en inglés. Dejé el mensaje. Nunca no hubo, ni la ha habido después, respuesta.
Tras el fallido intento de entrega comenzamos a pasear por dicha plaza Sfatului, que, como en Sibiu, era más de restaurantes y de bares que de monumentos, pero aun pudimos fotografiar el antiguo ayuntamiento (hoy museo) en el centro de la
plaza, y visitar la iglesia de San Nicolás, y pasear hasta la llamada Biserica Neagra (Iglesia Negra), la Catedral Catolica.
Tuvimos curiosidad en llegar a la que se anunciaba como “la calle más estrecha de Europa”, yendo por la strada Nicolae Balcescu hasta la Michael Weiss. Ciertamente, la callecita, Strada Sforii, era muy estrecha y obtuve unas fotos para la debida constancia.
Retornamos a la Piata Sfatului y allí tuvimos la desdicha de intentar tomar un café en un establecimiento llamado “Luther Brasserie & Lounge” donde después de media hora apareció un camarero a quien pedimos café, y nos trajo Coca-Cola, por lo que llamamos a otro, que entendió todavía menos; y cuarenta y cinco minutos después un hombre con facciones turcas se dignó hacernos caso, por lo que veinte minutos más tarde tomamos café, pero que estaba más que frio. Pedí la cuenta y como demoró más de quince minutos, dejé el importe que calculaba debía pagarse sobre la mesa.
Un desastre de servicio, del que se quejaron otros clientes junto a nosotros, pero que parece ser sin solución, por la nula cualificación de los trabajadores.
Decidimos en la larga espera del frío café acudir a la Catedral Católica, o Biserica Neagra, para visitarla, y a la salida comprobamos que se anunciaba por la tarde un concierto de coro y órgano, y compramos las entradas.
A la hora del concierto, ya entrando en la catedral nos sorprendió la gran afluencia de público, hasta el punto de que se llenó completamente.
No reparamos en la hora límite y cuando llegamos al pub, a unos veinte pasos del hotel, una mocita que estaba sentada en el jardín con un cigarrillo en la mano, nos dijo que el tiempo del desayuno ya había expirado y comprobamos que pasaban ¡tres minutos! de las diez de la mañana. Indicamos que solo
pasaban tres minutos, pero la chica en tono displicente nos dijo que primero iba a acabar su cigarrillo y después, si acaso, intentaría atendernos, lo cual no hizo porque dos minutos más tarde nos dijo que la cocina había cerrado y se negó servirnos ni siquiera un café.
Así que, enojados por la mala atención, en la strada Republicii, frente al Irish Pub, hallamos un buen desayuno con charcutería, salchichas y huevos.
Repuestas las fuerzas acudimos al centro de la ciudad, nada lejano, y en la Piata Sfatului (o del Consejo) comenzamos a buscar la calle Diaconul Coresi, porque debíamos entregar a un tal Mihail,
empresario de antigüedades, una novela dedicada ("Invierno de amapolas") por el autor, que nuestro buen amigo, el escritor español Tito del Muro, nos había pedido le llevásemos,
Pero, hete aquí, que la tienda antigüedades estaba cerrada y había un letrero que indicaba se telefoneara a un tal Luca, a un número. Eso hice, pero un contestador respondió que dejara mensaje en rumano o en inglés. Dejé el mensaje. Nunca no hubo, ni la ha habido después, respuesta.
Tras el fallido intento de entrega comenzamos a pasear por dicha plaza Sfatului, que, como en Sibiu, era más de restaurantes y de bares que de monumentos, pero aun pudimos fotografiar el antiguo ayuntamiento (hoy museo) en el centro de la
Tuvimos curiosidad en llegar a la que se anunciaba como “la calle más estrecha de Europa”, yendo por la strada Nicolae Balcescu hasta la Michael Weiss. Ciertamente, la callecita, Strada Sforii, era muy estrecha y obtuve unas fotos para la debida constancia.
Retornamos a la Piata Sfatului y allí tuvimos la desdicha de intentar tomar un café en un establecimiento llamado “Luther Brasserie & Lounge” donde después de media hora apareció un camarero a quien pedimos café, y nos trajo Coca-Cola, por lo que llamamos a otro, que entendió todavía menos; y cuarenta y cinco minutos después un hombre con facciones turcas se dignó hacernos caso, por lo que veinte minutos más tarde tomamos café, pero que estaba más que frio. Pedí la cuenta y como demoró más de quince minutos, dejé el importe que calculaba debía pagarse sobre la mesa.
Un desastre de servicio, del que se quejaron otros clientes junto a nosotros, pero que parece ser sin solución, por la nula cualificación de los trabajadores.
Decidimos en la larga espera del frío café acudir a la Catedral Católica, o Biserica Neagra, para visitarla, y a la salida comprobamos que se anunciaba por la tarde un concierto de coro y órgano, y compramos las entradas.
A la hora del concierto, ya entrando en la catedral nos sorprendió la gran afluencia de público, hasta el punto de que se llenó completamente.
Mientras contemplábamos la belleza de su planta gótica y de los remates alegóricos de sus capiteles, escuchamos con deleite el magnífico órgano, que interpretó diferentes composiciones de Strauss, Vivaldi y otros autores, aderezado ello por los cantos de una soprano y alguna coreografía.
El organistra era Steffen Schlandt, y la soprano, Cristina Radu. El concierto se titulaba "Aparición de la lunha", y en él se interpretaba composiciones de Richard Strauss, Gustav Mahler, Max Reger, Claude Debussy y Maurice Ravel
El concierto resultó interesante, aunque nada extraordinario, porque el órgano, magnífico, quedaba un poco neutralizado por las interpretaciones de la soprano y el coro, resultando más un concierto de coro y soprano que de órgano. Valió la pena, pese a todo, especialmente el "Bolero", de Ravel, al órgano.¡Ah! Se rogaba no aplaudir.
Tras el concierto vino la cena, y en las cercanías de la strada Republicii, en el restaurante La Ceaun, gozamos comiendo un muy sabroso codillo de cerdo (ripcher, en alemán), y una sopa de verduras rumana.
Un muy buen helado cerró la jornada y volvimos a
subir la angosta escalera hasta casa Gottica, donde el sueño nos fue invadiendo.
¿Resumen de Brasov? Demasiado repleta de turistas, con mal servicio, pero con belleza arquitectónica y recuerdos históricos.
Habrá que volver para conocer todos sus alrededores.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Un muy buen helado cerró la jornada y volvimos a
subir la angosta escalera hasta casa Gottica, donde el sueño nos fue invadiendo.
¿Resumen de Brasov? Demasiado repleta de turistas, con mal servicio, pero con belleza arquitectónica y recuerdos históricos.
Habrá que volver para conocer todos sus alrededores.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Recorrido por Brasov:
Monumentos destacados
Se puede comenzar el recorrido en la Plaza del Consejo (Plaza Sfatului ) que esta justo en el centro de Brasov, en la parte medieval de la ciudad. Está llena de edificios y aún se conservan restos de la antigua fortaleza. Lo más característico de la plaza son sus los tejados rojos de sus edificios.
En la misma plaza, se encuentra el Antiguo Ayuntamiento, que ahora es el Museo de Historia de Brasov. En esta misma plaza está la Iglesia Negra, que es el símbolo de Brasov. Se llama así por un incendio que se produjo en 1689, donde se ennegreció sus paredes.
En la misma plaza está la Torre del Trompetista. Además, puede verse la Casa del Mercader, que hoy en día es un restaurante. También hay que visitar la Catedral Ortodoxa, característica de Brasov.
El centro histórico de Brasov es peatonal por lo que no hay problemas de tráfico
Otros de los monumentos que hay que ver son las Torres Blanca y Negra y el Bastión de los Herreros, donde se encuentran actualmente los más de cien mil documentos antiguos y raros, entre los que se encuentra la carta más antigua escrita en rumano en 1521 por un comerciante.
La conocida Puerta de Schei era la entrada al barrio de Schei, desde donde se entraba a la ciudad amurallada.
Dentro del barrio de Schei, es recomendable hacer un pequeño recorrido desde la Strada Prundului hasta la Plaza Unirii, y aprovechar para ver la iglesia de San Nicolás.
En la otra parte de la muralla está la Puerta de Santa Catalina, la única puerta que ha sobrevivido de la época medieval. Y cerca está el Bastión de Los Tejedores
Hay muchos más monumentos para visitar en Brasov, pero éstos son algunos de los más importantes.
Gastronomía
En Brasov son muy típicos la carne con verduras, como el guiso de carne de cerdo, de ternera o de
pollo con cebollas fritas,…
Un plato muy característico es la Papricas, un guiso de pollo con tomate, que está muy bueno, y que te es fácil de encontrar. Otro plato típico es el Haiduc, otro guiso con col, nabos con carne y arroz, también está el queso empanado que está muy bueno y que se suele vender mucho a los turistas.
Y ya más de la gastronomía de Rumanía en general, se puede encontrar platos como: el Sarmale,
rollitos de carne en hojas de col, acompañados de “mamaliga”, una especie de harina de maíz mezclada con agua.
Otro plato típico es el Mici, como un rollito relleno de carne picada, ajo y otras especies .
En la misma plaza, se encuentra el Antiguo Ayuntamiento, que ahora es el Museo de Historia de Brasov. En esta misma plaza está la Iglesia Negra, que es el símbolo de Brasov. Se llama así por un incendio que se produjo en 1689, donde se ennegreció sus paredes.
En la misma plaza está la Torre del Trompetista. Además, puede verse la Casa del Mercader, que hoy en día es un restaurante. También hay que visitar la Catedral Ortodoxa, característica de Brasov.
El centro histórico de Brasov es peatonal por lo que no hay problemas de tráfico
Otros de los monumentos que hay que ver son las Torres Blanca y Negra y el Bastión de los Herreros, donde se encuentran actualmente los más de cien mil documentos antiguos y raros, entre los que se encuentra la carta más antigua escrita en rumano en 1521 por un comerciante.
La conocida Puerta de Schei era la entrada al barrio de Schei, desde donde se entraba a la ciudad amurallada.
Dentro del barrio de Schei, es recomendable hacer un pequeño recorrido desde la Strada Prundului hasta la Plaza Unirii, y aprovechar para ver la iglesia de San Nicolás.
En la otra parte de la muralla está la Puerta de Santa Catalina, la única puerta que ha sobrevivido de la época medieval. Y cerca está el Bastión de Los Tejedores
Hay muchos más monumentos para visitar en Brasov, pero éstos son algunos de los más importantes.
Gastronomía
En Brasov son muy típicos la carne con verduras, como el guiso de carne de cerdo, de ternera o de
pollo con cebollas fritas,…
Un plato muy característico es la Papricas, un guiso de pollo con tomate, que está muy bueno, y que te es fácil de encontrar. Otro plato típico es el Haiduc, otro guiso con col, nabos con carne y arroz, también está el queso empanado que está muy bueno y que se suele vender mucho a los turistas.
Y ya más de la gastronomía de Rumanía en general, se puede encontrar platos como: el Sarmale,
rollitos de carne en hojas de col, acompañados de “mamaliga”, una especie de harina de maíz mezclada con agua.
Otro plato típico es el Mici, como un rollito relleno de carne picada, ajo y otras especies .
(De Wikipedia y otras fuentes)
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