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Belén (árabe بيت لحم (Bayt Laḥm) "casa de la carne"; hebreo בית לחם (Bet léḥem/Bet láḥem, tiberiano Bêṯ léḥem/Bêṯ lāḥem "casa del pan", Cananeo Bêth Lahamu "casa del dios Lahamu") es una ciudad palestina situada al sur de Jerusalén (a unos 9 km al sur), enclavada en los montes de Judea, en Cisjordania. Se encuentra administrada en la actualidad por la Autoridad Palestina. Su población es de 27.000 habitantes, siendo la mitad musulmanes y la otra mitad cristianos, en su mayoría ortodoxos.
La ciudad tiene gran significado religioso para los cristianos y musulmanes al ser, de acuerdo con la Biblia, el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret según los evangelios de Lucas y Mateo. Es también un importante lugar de peregrinación para los judíos, que veneran la tumba de Raquel situada a la entrada de la ciudad y para los que la ciudad es lugar de nacimiento y de coronación del rey David.
El gobierno de Israel ha rodeado la ciudad de murallas y pasos de control para evitar ataques terroristas, impidiendo el libre tránsito de los habitantes y limitando los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo, una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad.
Historia
Antigüedad
La ciudad es mencionada en torno al año 1350 a.C. en las cartas de Tell al-Amarna escritas por el gobernador egipcio de Palestina al faraón Amenhotep III, describiéndola como un importante lugar de descanso para los viajeros que iban de Siria y Palestina a Egipto. En 1.200 A.c. los filisteos gobernaban el país al que llamaron Palestina.
Lugar del nacimiento |
En sus orígenes la población pertenecía a la tribu de Judá. La tradición judáica considera la ciudad la cuna del rey David, que daría una gran fuerza política al naciente reino de Israel y bajo el cual el reino adquiriría un gran esplendor. Ello llevaría a que la ciudad fuese nueve siglos después (David es del siglo X antes de Cristo) asociada a otro gran personaje argumentado como su descendiente: Jesús, (Lucas 2, 4-15; Mateo 2,1), lugar donde los profetas habían anunciado que nacería el Mesías (Miqueas 5, 1 y siguientes), pero también donde vio la luz el rey David (Samuel 16,1.11-13). Precisamente el nacimiento de Jesús en este lugar se debió a que José, esposo de María, era descendiente de David, y como el país se hallaba bajo dominación romana, sus habitantes debían acudir a su localidad de origen para empadronarse, de cara a que la potencia ocupante elaborase el censo fiscal. El Evangelio según san Lucas lo refleja así:
En aquellos días apareció un decreto del emperador Augusto ordenando que se empadronasen los habitantes del imperio. Este censo fue el primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria. Todos iban a inscribirse a su ciudad. También José, por ser de la estirpe y familia de David, subió desde Galilea, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta.
Lc 2, 1-5
Edad Media
Al final del siglo IV, con la partición del imperio romano Belén pasó a depender de Bizancio y se convirtió en un importante centro religioso: se levantaron iglesias, monasterios y conventos. El emperador Constantino I el Grande mandó construir, en el lugar donde se había producido el nacimiento de Jesús, la basílica de la Natividad, que constituye el mayor atractivo religioso y turístico de la ciudad. En 529, la revuelta de los samaritanos contra el imperio bizantino asoló la ciudad y sus alrededores: la muralla de la ciudad y la basílica fueron destruidos, pero una vez la revuelta aplacada, la iglesia fue restaurada por el emperador bizantino Justiniano I y la muralla restaurada.
En 614 Palestina fue invadida por los persas, y en 637 el califa Umar ibn al-Jattab visitó Belén y estableció relaciones amistosas con las autoridades eclesiásticas cristianas. La política de tolerancia practicada por los omeyas se mantuvo hasta 1009, cuando el califa fatimí al-Hakim lanzó campañas de persecución contra los cristianos; respetó sin embargo a la rica comunidad cristiana de Belén para seguir recibiendo sus tributos.
Basílica de la Natividad |
En 1099 fue conquistada por los cruzados que fortificaron la ciudad e instalaron una comunidad agustiniana. Suplantaron a las antiguas autoridades cristianas de la ciudad e impusieron el uso del latín. El día de Navidad de 1100, Balduino I, primer rey del Reino Latino de Jerusalén, fue coronado en Belén, y ese año fue establecido un Obispado Católico en la ciudad.
En 1187, el ayubí Saladino venció a los cruzados y conquistó Belén. En un primer tiempo expulsaron a los agustinianos y las relaciones con Occidente fueron cortadas, privando a la población de buena parte de sus recursos. Pero en 1244 dos tratados firmados con monarcas europeos permitieron a los agustinianos regresar y reabrir el paso de los peregrinos a la ciudad. Al poco tiempo, en 1250, la conquista del país por los mamelucos circasianos acabó con la tradición de tolerancia y convivencia que caracterizó la historia de Belén. En 1263 las torres y las murallas fueron derrumbadas y las autoridades cristianas expulsadas. El siglo siguiente vio un restablecimiento paulatino de las influencias occidentales; se instaló una comunidad de franciscanos y los agustinianos regresaron.
Edad Moderna
En 1517 los turcos conquistaron Palestina, y en Belén empezó un periodo de conflictos entre los franciscanos y los ortodoxos griegos por la posesión de los santuarios, que habría de durar siglos. Los lugares santos del cristianimo pasaban de una comunidad a otra según el favor del que gozaban sus naciones de origen ante el califa otomano, por lo que estas disputas religiosas alcanzaron rápidamente dimensiones de política internacional. A finales del siglo XVIII el pueblo de Belén se había familiarizado con las costumbres y gustos europeos gracias al contacto permanente con los peregrinos cristianos, y su situación económica se había visto mejorada.
Edad ContemporáneaEgipto gobernó la región a partir de 1831 durante una década ensombrecida por una violencia creciente. En 1843, el valí de Egipto Ibrahim Bajá mandó desarmar a la población y destruir el barrio musulmán de Belén en represalias por el asesinato de uno de sus allegados. En 1841, el imperio otomano recuperó el gobierno de Palestina. Los habitantes tuvieron que cumplir con un servicio militar obligatorio, se impusieron fuertes impuestos y el desempleo aumentó. Ante la degradación de su situación muchos habitantes de Belén emigraron al extranjero, en particular a Iberoamérica, en busca de mejores perspectivas.
Con la Primera Guerra Mundial se terminó el gobierno otomano en 1917, y Palestina pasó bajo mandato británico en 1922. Belén contaba entonces con 8.000 habitantes.
En 1947, en el Plan de Partición de Palestina propuesto por la ONU, fue designada junto a Jerusalén como territorio internacional administrado por Naciones Unidas, una vez expirase el mandato británico. Sin embargo, en el curso de la primera guerra árabe-israelí que estalló inmediatamente después, fue invadida por Transjordania y anexionada a Jordania junto al resto de Judea y Samaria.
En 1967 durante la Guerra de los Seis Días fue ocupada por los israelíes, al igual que el resto de Cisjordania. A raíz de los Acuerdos de Oslo, en 1994 fue transferida como parte del territorio autónomo administrado por la Autoridad Nacional Palestina.
…
En estas fechas próximas a la Navidad, no está de más enfocar el recuerdo sobre el lugar en el que, según la historia, la tradición y la Biblia, nació Jesús.
Difícil es sustraerse a la transcendencia que para la humanidad ha supuesto el nacimiento de Jesús, pues, séase católico, ortodoxo, mahometano, budista, agnóstico, ateo… ese hecho histórico no puede dejarse de lado.
Precisamente en estos tiempos en que lo religioso va quedando relegado a un plano excesivamente personal e interiorizado de cada cual, como si se tratase de algo esotérico, situarse en un lugar como Belén y rtratar de revivirlo no puede menos que producir una sensación enriquecedora.
Así, por ejemplo, se habla de unos pastorcillos que supieron del nacimiento de Jesús (¿cueva, establo?) porque se lo marcó una estrella, que al parecer, también guió a unos magos (¿reyes?) de Oriente; y se habla o se cuenta de que cuando nació Jesús se escuchaban cánticos de ángeles…
Piense cada cual como quiera al respecto, pero no se sustraiga a que en ese punto del mundo, de la Palestina actual, hoy sujeto a mil tensiones y odios; a la opresión del estado de Israel mediante un muro circundante de la ciudad; a la reacción extrema del terrorismo musulmán; ahí, en tiempos que tal vez fueran igual de convulsos, nació Jesús.
Porque cuando uno recorre Belén, le es difícil imaginar que en ese enclave hubiera podido acontecer el hecho histórico de aquel nacimiento, que para la historia de la humanidad ha significado uno de los ejes de la religión católica, que ha marcado social y políticamente al mundo.
Interior Basílica |
Me vienen recuerdos de mi estancia, años ha, en un Belén lleno de policía, con barreras de control por doquier, entre todo lo cual discurrían los turistas (¿peregrinos también?) que trataban de escudriñar algo que les desvelase la historia acontecida.
Y ni siquiera la Basílica de la Natividad, con su barroquismo interior, contribuye a instaurar en el visitante la emoción del momento y de la visita.
No sentí pena, pero quedé impresionado cavilando cómo los hombres son víctimas de sus propios primarios e incontrolables odios y ánimos de enfrentamiento, lucha y venganza, tan ajenos a la paz que debería inspirar Belén.Porque en ese lugar, que la humanidad ha convertido en inolvidable por el nacimiento de un niño, la ternura infinita, se han abroquelado tensiones, luchas sin cuartel, intransigencias absolutas, o sea, lo más contrario a la ternura, a la paz y al amor.
Pienso que, como en tantos momentos en que uno va “de acá para acullá”, hace falta una disposición de la mente, del espíritu, que instale en la importancia de lo que se visiona y se experimenta, para así comprender algo, o mejor, lo que el lugar en el que se está mana como efluvios de su historia y de su espiritualidad.
El muro que divide Belén |
Por ello, querido lector, te inspire o no el lugar de Belén especiales sentimientos religiosos, piensa al menos que en ese lugar vino al mundo un personaje (para gran parte de la humanidad Dios e Hijo de Dios) que ha significado la mayor convulsión social, ideológica y espiritual jamás acontecida.
Y en consecuencia, en estas fechas navideñas, siéntete, querido amigo, como transportado por aquella “estrella de Belén” que, según la leyenda (si no por la historia) guió los pasos de tanto despistado, de tanto necesitado de norte y de guía en la vida. De tanto pastorcillo simple y sencillo, sin dobleces ni mentiras, como deberíamos de ser nosotros…
Que esa luz de la estrella de Belén permita ver la alegría en nuestros hogares, en nuestras familias, en nuestras amistades, en el mundo entero. Porque, al fin y al cabo, esa estrella era, y debería seguir siendo, luz de la Luz.
“Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y múltiples ramas y hojas, también hay una sola religión verdadera y perfecta, pero diversificada en numerosas ramas, por intervención de los hombres”.- Mahatma Gandhi (1869-1948) Político y pensador indio.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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