Para
todos los viajeros, y también para quien esto escribe.
En
efecto, penetrar en la región más meridional de nuestra “piel de toro”, hágase
por Huelva o por Almería, las dos provincias de los extremos andaluces, significa sumirse
en un océano de fonemas repletos de “ceceos” y “siseos”, de costumbres
ancestrales, de reflexiones entre la sabiduría popular, la genialidad poética de
Averroes y la resignación de Séneca, actualizados en un inolvidable García Lorca y contaminados de Juan Ramón Jiménez y la simpleza bucólica de su Platero.
Pero,
diciendo la verdad, y pese a todo, siguen llamándome la
atención, después de
tantísimos años, esos cafés con leche en vaso de vidrio repleto con el que te quemas
los dedos, esos cafés cortos que más bien son un vaso medio lleno del
estimulante líquido negro, o esas chapatas paneras tostadas, en las que el
aceite de oliva virgen se transforma en delicia, si es que no se opta por esa
manteca de untar rojiza.
Arriate |
Andalucía…!querida y olvidada! !Esotérica y tan entrañable!
Y,
en verdad, en los últimos tiempos, en medio de ese “viaje a la memoria” en que
me estoy viendo sumido en compañía de mi buen amigo y colega Jesús, luchador de
la vida y chófer de resistencia inigualable, en medio de esas idas y venidas a
Cádiz, con paradas en Xerez, Montejaque y Ronda, estoy volviendo a experimentar
el embrujo y los contrastes de esa región andaluza que a mí, como a millares de
universitarios españoles (y valencianos), nos envolvió durante dos largos y
cálidos --más bien
ardientes— veranos en que, con nuestras cabezas bien
cubiertas de negro pelo la mayoría, con algún pelirrojo repartiendo cartas y algunos rubiales, nuestros cuerpos estilizados y nuestro “mini-pijerío”
de universitarios, comenzamos a descubrir y a integrarnos en la milicia.
Emblema IPS |
Años
de, ahora, entrañable recuerdo, porque descubrimos la hombría de la disciplina
militar, la validez de la convivencia entre colegas de diversas procedencias y
formación y la valía de la autodisciplina para aquella vida alejada de la familia
que nos había mimado hasta entonces.
Y
menciono lo de “entrañable” recuerdo, porque precisamente este año se cumplen
los ¡solamente cincuenta! de las
fechas de junio en que renqueantes trenes que arrastraban rugientes locomotoras
a vapor nos dejaron en un apeadero a los
pies del monte que se desliza desde el impresionante Tajo de Ronda hasta las
tierras de Montejaque, no lejos de Arriate (la de la novia pastelera de más
uno) y de Setenil (hoy llamada “de las bodegas”), de Beanoján, de Montejaque,
frente al “murex” y la sierra de Grazalema; de los ríos o riachuelos, como aquel
Guadalcobacín que tanto sirvió para lavar las hojas de una lechuga con las que elaboramos una ensalada en horas de asueto, como para aportar higiene a
cuerpos ardientes por el calor y por la energía que la vida militar requería.
Cortijo El Pilandino |
Ya
he escrito en este lugar, cuando me lanzo a “viajar a la memoria”, qué
sentimientos y pensamientos suscita volver a esas tierras tan “nuestras” desde
hace tanto tiempo, y cómo el grupo de “supervivientes” de la unidad de
instrucción militar que en los años 1963-64, habitó y holló las faldas de la
montaña, “segando” con sus botas las pocas hierbas que la ornaban, va a
celebrarlo cual sus nostalgias requieren, me vuelco hoy a comentar más detalles
y
especialmente itinerarios de acceso a “nuestra” Ronda y al otrora “nuestro
campamento”, hoy “campamento nuestro” (que agora es un moderno acuartelamiento
del IV Tercio de la Legión Española, bien que se nos permite, como viejos
“okupas”, pasear entre los arroyuelos, parajes y montículos que marcaron seis
meses de nuestras entonces juveniles vidas).
Puerto Lumbreras |
Cuando
las gentes de nuestro “veterano” (nunca nos sentiremos viejos) grupo de
estudiantes de Milicias Universitarias, se desplacen en breves fechas hacia
las tierras rondeñas, unos (yo mismo) lo harán en coche, porque gustan de
sentir kilómetro a kilómetro su “retorno al pasado” en el presente; otros
optarán por tomar el confortable AVE a Sevilla, para allí alquilar automóvil y
alcanzar, vía Xerez, la bien cuidada
carretera autonómica
andaluza, la A-368 o algo así, que une la ciudad de los vinos con Antequera,
bordeando el pantano de Bornos, a los pies del bellísimo pueblo de Arcos de la
Frontera, para “rozar” Villamartín y Algodonales, dejando un poco de lado a
Olvera, adentrarse en la serranía rondeña, hasta llegar al paraje de
Montejaque, en el que el anuncio del apeadero de “La Indiana” preludia la
cercanía de aquél que fue nuestro “hogar” de tiendas de campaña en el suelo
andaluz.
Almería, en invierno |
Y
otros habrá que preferirán el avión hasta Málaga, para recorrer después la
Costa del Sol arañando casi Benalmádena y Marbella, para al llegar a San Pedro de Alcántara, asumir las antaño más de trescientas curvas que, enroscándose en la
serranía rondeña, llevaban hasta la ciudad del Tajo.
Baza |
En
ese sentido, la A-31 conduce desde Valencia hasta tomar la nueva A-7 (no confundirse
con la AP-7, de caro peaje), por Ollería, Aielo de Malferit, Ontinyent,
Albaida, los túneles alcoyanos del Barranco de la Batalla, los llanos de Ibi,
las colinas de Castalla, hasta San Vicente del Raspeig, para tomar la autovía
de circunvalación de Alicante, en dirección a Murcia.
(Hago
un inciso en este punto para advertir al conductor que, a propósito o no, el
enlace desde la A-7 hasta la autovía de Alicante a Murcia es un auténtico
laberinto de denominaciones, porque solamente se indica la dirección a Murcia
por la AP-7 (o sea, de peaje), y la A-7 se transforma en A-77, sin indicar la
capital pimentonera, hasta que por ensalmo aparece la A-7 (¡que es la misma!), denominación mantenida hasta el enlace con la A-92 andaluza).
La
corta distancia de Alicante a Murcia es cómoda y por autovía, visionando de lejos
el ahora multitudinario aeropuerto de El Altet-
Alicante, en término de Elche
(Elx en valenciano), rozando Crevillente, la de las alfombras; hasta las
proximidades de Orihuela que introducen en la cercana Murcia, tras la montaña
de Monteagudo coronada por su Cristo Redentor.
Cuevas de Baza |
Y
después de Murcia, la autovía A-7. Hacia Almería, conduce por Alcantarilla
(base de los paracaidistas antaño), Totana, la imperial y “terremotística”
Lorca, hasta Puerto Lumbreras, el vértice de la intersección de las autovías
hacia Almería y Granada, en cuya cercanía el casi siempre seco barranco hace recordar las enormes inundaciones que se generan cuando al cielo le da por ser
generoso, abusón probablemente, en el sureste peninsular.
Tomada
ya después de Puerto Lumbreras la A-92 N (el otro ramal parte
de Almería y se
junta con éste en Guadix), se asciende hasta el puertecito de El Contador,
superando la población de Vélez Rubio, para alcanzar Baza y sus cuevas en la
roca arcillosa, y llegar hasta la episcopal Guadix, que es como la puerta del
acceso a Granada desde las estribaciones norteñas de la Cordillera Penibética,
cuya Sierra Nevada que se bordea por el norte, hasta el bello puerto de La Mora, conservando
todavía sus pinares desde la histórica y hoy extinta Venta del Molinillo (!qué buen chivito se comía allí!), para
por Huétor Santillán caer hasta Granada.
Cuevas en Guadix |
Desde
Granada basta seguir la ya más concurrida A-92, en dirección a Sevilla
(compartida con la dirección a Málaga, superado el bello y truchero paraje de
Riofrío, que se deja atrás poco después de Loja), y así llegar por los bordes
de la alta Archidona –blanca población andaluza, con cuestas rememorables—
hasta alcanzar la altura de la noble Antequera.
Superada
esta población en la lejanía, llega la señal del desvío a Campillos y Ronda,
por la carretera autonómica A-384, que llega pronto a Campillos y sus lagunas y
lagos artificiales y pantanos, de manera
que por la A-367, pasando Cuevas del Becerro, se llega a la Ronda amada.
lagunas Campillos |
Ahí,
en Ronda, nos esperan, esperan al viajero, y en especial al “ex-milicio” que
retorna, los inextinguibles recuerdos del “Tajo del coño” (con perdón, pero así se dice en el lenguaje popular, ya que esa interjección exhala el viajero que lo contempla), la plaza de toros, el
antiguo Mesón del Escudero (hoy magnífico restaurante Mirador de la Espinela),
el hotel Reina Victoria, al que los milicios que eran “ricos” accedían algún
fin de semana, el restaurante de Pedro Romero, y tantas y tantas plazas, calles
y lugares… que aquellos aspirantillos a oficiales de complemento, nosotros
mismos, recorrimos, pateamos, sobamos y hollamos, buscando cierto solaz y
esparcimiento en recuerdo de las amadas e idolatradas novias que habíamos
dejado atrás, y que eran nuestras enseñas de la milicia, ¡tan amadas! y ¡tan
olvidadas! por causa de cualquier chavala bien dotadita y mejor parecida…
Y
en esa Ronda de nuestros ancestros militares esperamos concentrarnos unos y
otros para celebrar ufanos nuestros cincuenta años desde aquel juramento del
“!no volveremos más!”, que de manera flagrante pero deliberada y gozosa vamos a
violar, para merecer que
nuestro Capitán Sánchez Gey, felizmente entre los
vivos, nos reprima con su paternal estilo de profesor a lo militar y nos
anuncie un “parte” que después olvidará colocar en su “Libreta del Profesor”,
porque ¡eran unos buenos chicos!.
Aquellos trenes... |
¡Viajes
a la memoria! Claro que sí.
Éramos
tan jóvenes; soñábamos tanto; queríamos tanto… que tras repetir, gritar, cantar
el “¡no volveremos más!" regresamos ahora con los nuestros, esposas, hijos, nietos, a
rehollar las tierras campamentales y a cantar nuestras vivencias de una
juventud que nos está llenado esta nuestra ancianidad veterana, que no vieja…
¡caramba!
Y,
sobre todo, desde el recuerdo de los ya conocidos veinticinco compañeros que sin dejarnos en la memoria se nos fueron para, desde las estrellas, lucir su eterna y bien conquistada “estrellita de alférez”, cantemos
y contemos que ¡ea! seguimos vivos y ¡queremos un día feliz!...
¡Gracias,
Andalucía, la de los cafelitos y los pulevas! ¡Gracias, Ronda, la de las inaccesibles chavalas!, ¡Gracias, Montejaque, tierras duras y ardientes! ¡Gracias, Benaoján, la de las acogedoras sábanas de las pensiones de la estación!
¡Gracias, Arriate, la de la novia pastelera de alguno que otro! Nos hicisteis vuestros… y no
podemos olvidaros…
¡Sois
recuerdos tan maravillosos y en ellos nos sentimos tan jóvenes…!
SALVADOR
DE PEDRO BUENDÍA
Mi querido amigo y conmpañero:ha sido un verdadero placer el leer tu relato referente al viaje a Montejaque. Enhorabuena en esas Bodas de Oro,!Mi Alférez!,de este viejo Coronel quien el próximo año celebrará las Bodas de Oro de la salida de la Academia General de Zaragoza,con las dos estrellas de Teniente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Ramiro
Muchas gracias por tu amable comentario, amigo y compañero Ramiro.
ResponderEliminarS. de P. B.
Oportuna i sentida glossa d'un lletrat "lletraferit", com és el company de mili, Àngel Pèrez. Qui ens ho havia de dir, quan ens desganyitàvem -els valencians- amb allò de "NO TORNAREM MAI MÉS NO NO....NO....NO NO TORNAREM MAI MÉS..., que al cap de cinquanta anys (!) que es diu prompte, sí que tornarem -si Déu vol-.
ResponderEliminarRememorar el paisatge i la convivència d'aquells campaments de la IPS, és un regal que alguns dels nostres companys estimats no gaudiran i pels quals tindrem un emocionat record.
Felicitats Àngel pel contingut i pel continent, perquè el relat esdevé del tot una "joieta" literària.
Marc
Traducción al castellano:
ResponderEliminarOportuna y sentida glosa de un letrado "letraherido", como es el compañero de mili, Ángel Pérez. Quién nos lo había de decir, cuando nos desgañitabamos -los valencianos- con aquello de "NO VOLVEREMOS MÁS NO NO...NO VOLVEREMOS MÁS..., que al cabo de cincuenta años (!), que se dice pronto, sí que volveremos, si Dios quiere-.
Rememorar el paisaje y la convivencia de aquellos campamentos de la IPSW, es un regalo que algunos de nuestros compañeros queridos no gozarán y por los cuales tendremos un emocionado recuerdo.
Felicidades Ángel por el contenido y por el continente, porque el relato se transforma en toda una "joyita" literaria.
Marc