El
Algarve (del árabe الغرب
al-Garb, el oeste o el occidente) es la
región más meridional de Portugal continental. Su
capital es Faro. El Algarve es la región
más visitada de Portugal. Más de 9 millones de turistas extranjeros visitan el
Algarve todos los años.
Etimología
«Algarve»
proviene de al-Garb (el Occidente, referido por antonomasia a garb
al-Andalus (en árabe:
غرب الأندلس),
nombre que significa literalmente «el occidente de al-Andalus», y que
correspondía con la zona más occidental de al-Ándalus,
lo que actualmente es el sur de Portugal.
Historia
La
región fue intensamente islamizada y aunque nunca tuvo la relevancia de la zona
sur de al-Ándalus, fue el centro más importante de la cultura, ciencia y
tecnología islámicas en tierras del actual Portugal. La ciudad de Silves fue
su principal centro cultural, y con la caída del Emirato de Córdoba, ésta
constituyó en 1027 la taifa de Silves, que ocupaba
la parte oeste del actual Algarve, mientras que en el resto de la región se
creó la taifa del Algarve.
La
región fue absorbida por la Taifa
de Sevilla, durante el reinado de al-Mutadid,
rey que heredó la política expansionista de su padre Abú
al-Qasim. En 1051 Sevilla se anexionó la taifa del Algarve y en 1063
la taifa de Silves. Tras la invasión almorávide
se produjo una nueva
unión de al-Ándalus que terminó en 1145, cuando los reinos
de taifas volvieron a resurgir. La taifa de Silves se extendió entonces al
centro del Algarve mientras que el extremo oriental fue ocupado por la taifa
de Huelva.
En
1150 se produjo una nueva unión de al-Ándalus bajo los almohades.
Con la desintegración del imperio almohade la zona del actual Algarve formó
parte de la taifa de Niebla, gobernada por
Ibn Mahfot,
donde permaneció hasta la conquista portuguesa. El rey Sancho I de Portugal conquistó
efímeramente la ciudad de Silves en 1189 (de ella se decía que era diez veces
mayor que Lisboa),
pero no fue hasta 1249 cuando el rey Alfonso III de Portugal
conquistó definitivamente el Algarve proclamándose entonces rey de Portugal y
el Algarve.
Tras
el tratado de Badajoz, en 1267,
la posesión portuguesa del Algarve fue reconocida por el Reino
de León y por el Reino
de Castilla. El Reino
del Algarve formó parte del reino de Portugal, lo que no supuso para
la región ningún tipo de autonomía. El nombre oficial del reino fue
frecuentemente llamado «Reino de Portugal y de los Algarves» o Reino Unido de
Portugal, Brasil y Algarve, pero nunca constituyó un reino separado
de hecho, aunque sí lo fuera de derecho, conocido como Reino de Algarve. Con la
proclamación de la república portuguesa en 1910 el reino del Algarve dejó de
existir.
En
1807, cuando el general Junot dirigió la invasión del norte de Portugal, el
Algarve fue ocupado por las tropas españolas de Manuel
Godoy, que fueron expulsadas al año siguiente durante la rebelión de
Olhão.
Geografía
El
Algarve abarca 4960 km² y alberga una población aproximada de 420.429
habitantes de forma permanente (en 2007), lo cual arroja una media de 76
habitantes por km². La población se incrementa en alrededor de un millón de
personas más en la temporada alta de verano, cuando se alcanza la mayor
afluencia de turistas. El punto más alto se alcanza en el pico da Fóia,
que se eleva 902 msnm y está situado en la Sierra de Monchique. Otros
accidentes geográficos son la ría Formosa,
que forma una reserva natural de 170 km², en la que se pueden observar
cientos de especies de pájaros, y varias islas e isletas.
La
longitud de su línea costera es de aproximadamente 155 km, cincuenta de
los cuales se extienden desde el cabo de San Vicente (el punto
más suroccidental de Europa) hacia el norte y el resto desde este mismo punto
al este. La costa destaca por sus cuevas y grutas abiertas en la roca caliza,
especialmente en los alrededores de Lagos, las cuales son accesibles en
lanchas. Existen también
muchas playas como la de Albufeira, Quarteira, Vilamoura, Praia da Rocha,
Lagos, Armação de Pêra, Alvor, Monte Gordo, Tavira y Sagres.
El
Algarve limita al norte con la región del Alentejo
(subregiones del Alentejo Litoral y Bajo
Alentejo), al sur y al oeste con el Océano Atlántico, y al este
con el Río Guadiana, que marca la
frontera con España.
La capital de la región es Faro.
Además
de ésta, también tienen categoría de ciudad las poblaciones de Albufeira,
Lagoa, Lagos, Loulé,
Olhão,
Portimão,
Silves,
Tavira,
Vila Real de Santo António y Quarteira.
Relieve
El
relieve del Algarve está caracterizado por las suaves colinas atravesadas por
valles. Las principales zonas montañosas son la sierra de Monchique y la sierra
de Caldeirão.
Sierra
de Monchique
En
la sierra de Monchique, que se encuentra situada al oeste del Algarve, está el
pico da Fóia que con 902 msnm es el punto más alto del Algarve y uno de los
más destacados de Portugal. Debido al clima tropical sub-húmedo de la región,
el mes de marzo tiene un promedio de precipitación anual de entre 1000 y 2000
mm, que combinado con temperaturas suaves, permite una rica y variada
vegetación, entre ellos el roble de Monchique,
la adelfeira, el castaño,
el quejigo o el roble
albar.
Sierra
de Caldeirão
La
sierra de Caldeirão está situada en el sector noreste del Algarve en la
frontera entre la costa y las llanuras del Bajo Alentejo. Es parte de un
antiguo macizo, está compuesto principalmente de pizarra-grauvaca,
roca que origina suelos finos y poco fértiles. Su punto más alto se encuentra
en el Bajo Alentejo, cerca de la frontera con el Algarve, y alcanza los 580 m
de altitud, las localidades de Tavira y Loulé poseen varios puntos en los que
se sobrepasa los 500 m. La sierra constituye una barrera para el paso de los
vientos fríos del norte y la depresión del noroeste, contribuyendo a la
existencia de un clima mediterráneo en la costa del Algarve, con bajas
precipitaciones anuales y temperaturas suaves en invierno. Las máximas
precipitaciones se alcanzan en el oeste, en las zonas altas del municipio de
Loulé donde se alcanzan los 800 mm anuales, y van descendiendo a medida que nos
acercamos al Guadiana,
hasta llegar a precipitaciones inferiores a 500 mm anuales en el nordeste del
Algarve.
Turismo
El
Algarve dispone de bellísimas playas y paisajes naturales, siendo la más
turística de las provincias portuguesas. Dos de los mayores complejos
turísticos de Europa
se encuentran en el Algarve: se trata de Vilamoura, junto a la playa de la Falésia
(concelho de Loulé),
y de
Agricultura
El
higo, la almendra
y la algarroba
son productos agrícolas tradicionales dignos de mención. La producción de aguardiente
de madroño
e incluso de corteza, principalmente en las
regiones del nordeste del Algarve, son otras manufacturas tradicionales.
(
De Wikipedia y otras fuentes)
…
Coincidiendo con el Día de
Nochebuena, nuestro propósito viajero era salir de Conil de la Frontera, llegar
al aeropuerto de Sevilla para recoger a una pasajera (nuestra hija Katia que
llegaría desde Valencia) y seguir viaje hasta nuestro destino final en el
Algarve portugués, concretamente en la ciudad de Lagos.
Así pues, tomamos a media
mañana la autovía A-4 en dirección Sevilla, sin continuar por la autopista de
peaje (muy cara: 7’30 € por 35 kms), haciéndolo por la N-IV, que aun muy
transitada permitía gozar del paisaje pleno de grandes cortijos, y bordear Xerez
de la frontera, Cuervo y Los Palacios, hasta alcanzar una de las circulares de
Sevilla que enlaza con la A-4, hasta el aeropuerto de San Pablo.
La escasez de gente en el
aeropuerto –era mediodía— denotaba la celebración de la Nochebuena, aunque nos
permitió una rápida salida en dirección a la autovía A-49, que era la vía de
desplazamiento hacia el oeste, bordeando Bollullos Par del Condado, la propia
Huelva capital, pasando por el norte de Cartaya, para llegar a la fronteriza
Ayamonte, con bellas vistas sobre la otra orilla, la portuguesa de Vila Real de
Santo
Antonio, y especialmente de la zona ancha –casi desembocadura— del río
Guadiana, que hace de divisoria y frontera entre España y Portugal más de un
centenar de kilómetros.
Antes de Huelva, resultó
interesante reparar en el río Tinto, así denominado por el color rojizo de sus
aguas, consecuencia de los yacimientos cupríferos que antaño se explotaban en
sus zonas altas.
Y sobrepasado Ayamonte, al
entrar en Portugal por la A-22, nos llegó la primera incidencia, porque aunque
sabíamos que en el país luso casi todas las autovías y autopistas eran de
peaje, no teníamos ni la más
remota idea sobre cómo funcionaba el llamado “portagem electrónico” (peaje
electrónico).
Poco hubimos de esperar, porque
en la primera área para obtener la viñeta o el registro de peaje, comprobamos
después de muchos intentos con diferentes tarjetas de crédito que los aparatos
no funcionaban. Al menos conseguimos por el interfono saber que debíamos
detenernos en la primera área de servicio y allí pagar el peaje.
Lo que hicimos, aunque nos
sorprendió que el peaje hubiera de ser para un trayecto concreto, especificando
días de uso y matrícula del coche, y pagando una suma algo cara, porque para
135 kms. por tres días desembolsamos casi 21 Euros.
Lo más curioso de la autovía de
peaje es que cada diez kilómetros más o
menos aparecían a la derecha unos
paneles azules especificando el importe para cada clase de vehículos, y pocos
metros después estaba emplazado sobre la autovía una especia de puente de vigas
metálicas, en las que aparecían multitud de focos y cámaras, como para fotografiar
cada vehículos en todas las direcciones. Y la suma de los peajes (taxas) era
inclusive superior a lo que habíamos pagado de forma global en “pre-pagamento”.
Entre unas cosas y otras,
advertimos al menos la ventaja de evitar detenciones para el pago, aunque el
sistema tenía sus riesgos, porque si se introducían los datos de la tarjeta de
crédito, a ella se iban cargando los importes sucesivos de cada tramo. Y si la eficacia
en el funcionamiento de los instrumentos era la que habíamos experimentado a la
entrada, más bien podía temerse un caos abusivo en cargos a la tarjeta.
Estaba lloviznando y soplaba
fuerte ventarrón de frente (nos dirigíamos hacia el oeste), por lo que apenas
si reparamos en las indicaciones ruteras de las poblaciones como Olhao, Faro, Vilamoura,
Silves, etcétera, hasta que sobre las siete de la tarde, bajo una lluvia fuerte
y racheada, llegamos a Lagos y comenzó la pequeña odisea de hallar el
apartamento suite que teníamos reservado en Praia
de Donna Anna,
pues aún anunciando se como situado antes de Praia da Ponta da Piedade, no era fácil adivinar el
itinerario, y hasta el GPS se perdía en calles que no reconocía.
Por fin, y de casualidad, como
casi siempre suele acontecer, hallamos nuestro edificio, pero allí se indicaba
que la recepción o check-in era en otro lugar “a unos 200 metros”, pero sin
plano o mapa indicador, lo que motivó que caminando nos choparamos y al fin
hallaramos la oficina en la que se nos facilitó la documentación y llaves.
El acceso al edificio de
apartamentos suite (de presencia señorial y en emplazamiento privilegiado, casi
frente al mar) resultó accidentado, porque el garaje parecía estar concebido
para bicicletas, tal era su estrechez y la dificultad de maniobra, y de ello
quedó buena muestra en la chapa de nuestro automóvil y en una columna…
El apartamento era en verdad
espléndido, y estaba ya absolutamente preparado, con la climatización en
funcionamiento, todos los elementos de la cocina en perfecto estado, el amplio salón
bien dispuesto, y hasta comprobamos que el baño bien dotado y con jacuzzi,
ofrecía su piso térmico. Era al menos una compensación a los enojos producidos
por la búsqueda del lugar y el acceso al garaje.
Pero…era Nochebuena, no había
ningún alimento que echarse a la boca,
excepto unos croissants para el
desayuno, por lo que hubimos de acercarnos al casco urbano de Lagos en búsqueda
de la Cena de Nochebuena.
La noche estaba cerrada, con
lluvia y fuerte viento, por lo que recorrer la zona de Lagos cerca de la Marina
se convirtió en casi una pesadilla, pues las calles estaban vacías, y los
restaurantes y bares todos cerrados. Por fin en una gasolinera se nos indicó
alguna posibilidad y tuvimos la fortuna de hallar abierto un restaurante con
buena pinta en el que, pese a ser tarde (8’45 pm) para Portugal pudimos acceder
a una muy buena cena, regada de un buen vinho
verde portugués, y que se compuso de una espetada de lulas y gambas (brocheta de calamares y gambas) un bacalhau ao modo algarvío (bacalao al
estilo algarvío) y una salada de vegetais
romaos (ensalada verde bien acompañada) que culminaron con una buena crema
quemada y una copa de bagaço (aguardiente) portugués.
Habíamos conseguido no
solamente alimentarnos bien, sino gozar de
delicias culinarias, así que
retornamos a nuestro apartamento suite, en le que un cálido ambiente nos
permitió visionar el programa navideño de la televisión portuguesa, mientras un
licorcillo servía para nuestro brindis.
Estábamos celebrando la
Nochebuena en Portugal, en el Algarve, en un magnífico alojamiento, con la
mejor de las compañías posibles –la familia—y así el espíritu fue llenándose deseos
efluvios de cariño y ternura que nos invaden en la Navidad, llevándonos al
descanso más relajado y feliz.
SALVADOR DE
PEDRO BUENDÍA
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