El parque
natural de Arribes del Duero es un espacio natural protegido del oeste español y más
concretamente del noroeste de la provincia de Salamanca y el sudoeste de la provincia de Zamora, en la comunidad autónoma
de Castilla y León, junto a la frontera portuguesa.
Arribes, arribas y arribanzos son los vocablos leoneses
utilizados para denominar la geomorfología que presentan los ríos Águeda,
Duero, Esla, Huebra, Tormes y Uces en
este territorio Ésta se caracteriza por una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanura
o de altitud más elevada, siendo los arribes las pendientes escarpadas que se
sitúan a ambos lados de estos ríos.
En casi toda la
zona protegida, los encajonamientos de los cursos fluviales de los ríos Duero y Águeda
hacen de frontera natural entre España y Portugal. La Junta de Castilla y León incorporó este
territorio a su red de parques naturales
el 11 de abril de 2002. El Gobierno portugués hizo lo mismo con su parte algo
antes, el 11 de mayo de 1998, bajo el nombre de parque natural del Duero
Internacional.
Los grandes
desniveles su orografía, el alto caudal del Duero y los numerosos ríos que en
él desembocan, convierten a esta zona en uno de los puntos de mayor potencial
hidroeléctrico de toda la península ibérica. Por ello, se fueron
construyendo una red de presas y embalses conocida como Saltos
del Duero. Su peculiaridad orográfica es además la razón de la existencia
de un inusual microclima mediterráneo que contribuye a la diversidad
vegetal y convierte al parque en un lugar idóneo para el refugio de la fauna
salvaje, especialmente para las aves.
Su ubicación
fronteriza, alejada de los grandes núcleos de población y con escasas infraestructuras,
ha propiciado un continuo proceso de despoblación de sus pueblos aunque también
ha permitido la conservación de un amplio patrimonio
histórico, cultural y natural, entre el que destacan sus numerosas costumbres y
tradiciones. En los últimos años, con la creación del parque natural, han
llegado algunas iniciativas inversoras relacionadas con el turismo y el comercio
minorista transfronterizo. Esta circunstancia ha evidenciado que sea
necesario preservar y potenciar su hábitat natural, su patrimonio y sus tradiciones socioculturales, principales propulsores de su economía.
necesario preservar y potenciar su hábitat natural, su patrimonio y sus tradiciones socioculturales, principales propulsores de su economía.
Etimología
Arribes, arribas y arribanzos, son vocablos en lengua
leonesa, con derivación etimológica del latín «ad ripa-ae», que significa a
la orilla. Arribas, en su forma femenina «las arribas» era usado en las
comarcas de Sayago, Aliste y La Ribera, así como en la zona colindante
portuguesa, para referirse a las depresiones geográficas del Duero, el Esla,
el Huebra, el Tormes y el Uces.
Para los zamoranos existía además el término «arribanzo», algo más conciso, con
el que se referían a los enormes roquedos o gigantescas rocas graníticas que
forman los valles. Posteriormente, Arribes, en su forma femenina «las arribes»
comenzó a usarse por los naturales de la comarca salmantina de La Ribera para referirse a la misma
geomorfología.
En las últimas
décadas, por influencia externa de la administración y de algunos medios de
comunicación, se ha ido imponiendo la denominación «los arribes», en masculino.
Geografía
La orografía
del parque se caracteriza por la existencia de arribes. Existen
arribes del Águeda, arribes del Duero, arribes del Esla, arribes del Huebra, arribes del Tormes y arribes del Uces. Son el conjunto de la zona donde se manifiesta la erosión milenaria de estos ríos. Presentan una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanura o de altitud más elevada. En algunos puntos existen desniveles de hasta 400 m.
arribes del Águeda, arribes del Duero, arribes del Esla, arribes del Huebra, arribes del Tormes y arribes del Uces. Son el conjunto de la zona donde se manifiesta la erosión milenaria de estos ríos. Presentan una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanura o de altitud más elevada. En algunos puntos existen desniveles de hasta 400 m.
Las profundas
incisiones de los ríos Duero y Águeda que sirven de frontera natural entre
España y Portugal, dividen una zona de idénticas características entre ambos
países. El Duero y sus afluentes son el elemento común y nexo de unión de todo
un territorio que se extiende linealmente a lo largo de más de 120 km. El Duero es
internacional desde la presa de Castro hasta Barca
d'Alva. En este lugar se le une el río Águeda,
que es internacional desde esta aldea hasta el lugar donde se le une el río Turones,
cerca de La
Bouza. La parte española, declarada Parque Natural de Arribes del Duero, se
extiende sobre una superficie de 106.105 hectáreas mientras que la parte
portuguesa, declarada Parque natural del Duero
Internacional, se extiende sobre una superficie de 85.150 hectáreas. Los
dos parques suman una superficie de 191.255 hectáreas, lo que convierte a esta
zona en una de las áreas protegidas más grandes de Europa. En los últimos años
se está estudiando su declaración como reserva de la biosfera.
Hidrografía
La red
hidrográfica de las arribes viene marcada de manera vertebral por el río Duero, siendo sus
afluentes más importantes el Águeda, el Esla, el Huebra, el Tormes y el Uces.
El fuerte
desnivel provocado por el Duero y sus afluentes, unido a otros factores como la
impermeabilidad del terreno, la escasa población y la alta rentabilidad
económica de la energía hidroeléctrica, han provocado una inusual concentración
de presas y embalses en este territorio. Entre ellas las españolas de Aldeadávila, Almendra, Castro, Ricobayo, Saucelle, Villalcampo y las portuguesas de Bemposta,
Miranda y Picote.
Las arribes constituyen una geografía a salvo del
viento y más expuesta al sol debido a su menor altitud. Por ello, en el parque
existen dos climas.
En las zonas de
valle se puede disfrutar de un microclima
mediterráneo que suaviza las temperaturas,
mientras que en las zonas de penillanura incluidas dentro de la demarcación, se puede
observar ya el clima continental propio de la penillanura
zamorano-salmantina, donde los inviernos son más fríos y acusados.
Demarcación, municipios y localidades
La demarcación
del parque comprende (total o parcialmente) la superficie de 37 términos
municipales:
- 24 pertenecientes a la provincia de Salamanca: Ahigal de los Aceiteros, Aldeadávila de la Ribera, Almendra, Barruecopardo, Bermellar, La Bouza, Cabeza del Caballo, Cerezal de Peñahorcada, La Fregeneda, Hinojosa de Duero, Lumbrales, Masueco, Mieza, La Peña, Pereña de la Ribera, Puerto Seguro, Saldeana, San Felices de los Gallegos, Saucelle, Sobradillo, Trabanca, Villarino de los Aires, Vilvestre y La Zarza de Pumareda.
- 13 pertenecientes a la provincia de Zamora: Argañín, Fariza, Fermoselle, Fonfría, Gamones, Moral de Sayago, Moralina, Pino del Oro, Torregamones, Villadepera, Villalcampo, Villar del Buey y Villardiegua de la Ribera.
Ecosistemas
La fauna y la flora de este
espacio natural brilla por la gran riqueza y variedad de especies que las
componen. La singularidad del clima junto con la peculiaridad de la orografía,
favorecen la existencia de un ecosistema natural de singular belleza. Las especies
animales y vegetales que habitan en el parque natural, constituyen una síntesis
de entre las que se pueden encontrar en el clima mediterráneo de los valles y en el clima
continental de la penillanura. En esta demarcación habitan unas 200
especies de aves,
al menos 45 de mamíferos,
16 de peces, 11
de anfibios
y 17 de reptiles.
La diversidad
animal es uno de los motivos más importantes por los que la zona se declaró
parque natural. Destaca el elevado número de aves, tanto nidificantes como
hibernantes. Los arribes de los ríos, las grandes masas
forestales y los numerosos cursos fluviales, constituyen en conjunto, el
hábitat perfecto para numerosos animales, especialmente para las aves. En
España existen 465 tipos, en Castilla y León 334 y en este parque al menos 200.
Aves
La cigüeña
negra es el ave más emblemática. Los huecos y recodos del arribanzo son el
lugar elegido para la nidificación de esta ave que en España está incluida
dentro de las especies con posible peligro de extinción. Es por tanto este
espacio natural, un punto clave para la conservación de esta especie.
Junto con la cigüeña
negra, las grandes rapaces constituyen las otras nidificantes más
significativas e importantes del parque. Entre ellas, la forma del buitre
leonado es la más sencilla de reconocer, pues campea a sus anchas por toda
el área. En 2005 tenía una población de 550 parejas. También destacan y son
relativamente fáciles de reconocer las siluetas del alimoche (75 parejas en 2005), el búho real
(25 parejas en 1992), el águila
real (24 parejas en 2005), el águila
perdicera (17 parejas en 2005), el milano
real (9 parejas en 2005) y el halcón
peregrino (6 parejas en 2005). 3 Menos insólitas, destacan
las poblaciones de chova piquirroja (159 parejas en 2005) y cigüeña
blanca (115 parejas en 1999).
Mamíferos
De las noventa
especies de mamíferos existentes en la península Ibérica, al menos cuarenta y
cinco se han observado en esta zona. Es destacada la presencia de murciélagos,
de los que se calcula la presencia de catorce tipos. En su proliferación ha
tenido especial trascendencia el abrigo proporcionado por los roquedales de los
acantilados y el especial clima benigno de la zona.
Pasando a
enumerar las especies terrestres, reseñar la presencia de ejemplares tan
escasos como son el gato montés y el tejón.
Uno de los
mamíferos cuya presencia despierta un especial interés, por su escasez y
galopante regresión en el continente europeo, es la nutria.
La construcción de numerosos embalses fue antaño la principal causa de su casi
completa desaparición en el Duero, de la que escasamente se ha ido recuperando
con el paso del tiempo.
El lobo
sigue presente aunque en menor medida que antaño debido al temor que produce en
los ganaderos, ya que de vez en cuando se producen ataques a ovejas y otros
animales. Al sur del Duero está protegido por la Unión Europea y se prohíbe
completamente su caza para favorecer la recuperación. Hace unos años estaba
prácticamente extinto y sólo se avistaba alguna vez que cruzaba
desde el norte zamorano o portugués. Otros mamíferos, ya relativamente más abundantes, serían el zorro, jabalí, jineta, conejo, liebre, erizo, comadreja, garduña y lirón careto.
desde el norte zamorano o portugués. Otros mamíferos, ya relativamente más abundantes, serían el zorro, jabalí, jineta, conejo, liebre, erizo, comadreja, garduña y lirón careto.
Peces
La actual
diversidad de peces es consecuencia directa de la intervención humana pues la
mayoría han sido introducidos, no pertenecen al ecosistema original. De las
cincuenta y seis especies que habitan las aguas continentales españolas, en las
arribes están presentes dieciséis. Entre los ejemplares que se encuentran en
las aguas del parque natural hay especies autóctonas
como el barbo común, boga, colmilleja,
la pardilla y calandino, gallego, bermejuela, escallo y especies exóticas
como el lucio,
carpín, carpa,
gobio,
tenca,
gambusia, percasol,
black-bass.
Anfibios y reptiles
De las
veintisiete especies contabilizadas en suelo español, al menos dieciocho están
en Castilla y León y once en los arribes, de las que al menos dos son
endémicas: tritón ibérico y sapo partero ibérico. Son abundantes el sapo común,
sapo corredor, tritón jaspeado, rana de
san Antonio y la salamandra común.
De los cuarenta
y un tipos de anfibios presentes en suelo español y los treinta en suelo
castellanoleonés, en las arribes se han contabilizado hasta diecisiete
especies. Los más abundantes son el lagarto
ocelado, la lagartija colilarga, el bastardo y la culebra escalera. Estos a su vez se han
convertido en elementos clave de la alimentación de las rapaces diurnas, por la
disminución progresiva de otros animales como conejo y perdiz.
Vegetación
La importante
diversidad vegetal existente en el parque es consecuencia directa de la
peculiaridad geográfica y climática de la zona, y es que el clima mediterráneo presente en los arribes permite por ejemplo cultivar variedades
no habituales en la meseta. A finales del siglo XIX se llegó a ver incluso caña de azúcar. Esto es posible debido a que
los inviernos son más cortos y por tanto el periodo libre de heladas es más
amplio.
En las arribes
y a pesar de esto, todavía se conservan numerosos bosques de gran valor
ecológico debido a que la dificultad para cultivar en las pendientes
escarpadas, frenó la realización de las faenas del campo en ellas. La mayoría
de los bosques del parque están compuestos por robles. Coexisten
con los de alcornoques, almeces,
encinas
y enebros. Las extensiones de matorral están
formadas por chumberas, jaras, piornos, retamas y tomillos.
El bosque más
importante del espacio natural protegido es el almezal de Mieza pues se establece en una superficie
superior a las 250 ha y se considera el más extenso de Europa. También destaca
el enebral de la Peña del Águila en Cozcurrita,
donde se conserva una subespecie de enebro única en Europa.
La vid es el
cultivo más extendido. Destacan las catorce bodegas que elaboran los vinos de
la Denominación de Origen Arribes en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle,
Fornillos de Fermoselle, La
Fregeneda, Pereña de la Ribera y Villarino. Además de esto, se pueden ver
algunas extensiones importantes de olivos en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle,
La
Fregeneda, San Felices, Mieza, Vilvestre y Villarino. Así mismo, quedan varios campos
de almendros en Hinojosa de Duero, Mieza, Saucelle y los
más importantes en Fermoselle, La
Fregeneda y Vilvestre. Los naranjos también tienen presencia en esta
misma zona, sobre todo en Vilvestre.
La cultura celta
La cultura celta irrumpe en
estas tierras hacia el primer milenio antes de Cristo. Los numerosos castros,
verracos, estelas, fíbulas, broches, anillos y cerámicas encontrados nos
remiten al pueblo vetón, aunque su presencia al norte del
Tormes pudo ser compartida con otro pueblo celta, el vacceo.
Tormes pudo ser compartida con otro pueblo celta, el vacceo.
La dominación romana
Las calzadas
romanas son el legado más característico del imperio romano. Por el norte
existían la que unía Zamora con Fermoselle y la que unía Pereruela
con Miranda do Douro atravesando los arribes. Por el
sur existían la que unía Salamanca con Ledesma y Ledesma con Zamora.
La dominación árabe
La presencia
árabe fue notoria en los arribes. Existe un tramo de cercas árabes del siglo X
junto a la Ermita de la Santa en Aldeadávila de la Ribera así como otros
vestigios junto a la ermita de Nuestra Señora del Castillo en Pereña de la Ribera.
Reconquista e integración en el Reino de León
La época clave
para la organización demográfica del área que ocupa el parque natural se da en
la Alta Edad Media, cuando se emprende la conquista y repoblación de la zona
por parte de los monarcas del Reino
de León, reino que surge a partir del Reino
de Asturias de Don Pelayo y del que luego se subdividirían y/o
desgajarían el Condado de Castilla, el Reino
de Galicia y el Reino de Portugal. La repoblación planteó una
disposición muy distinta de la actual, basando su desarrollo en el modelo
repoblador gallego, que consistía en disponer muchas aldeas de pequeño tamaño y
muy próximas entre sí, esquema que a la larga hizo insostenibles a muchas de
ellas.
Edad Moderna
A partir del
siglo XV, con la reducción de los concejos que tenían derecho a voto en las
Cortes de Castilla y León, se empieza a configurar el espacio provincial que
separará esta zona en las provincias de Zamora y Salamanca. De este modo, las
localidades que hasta entonces dependían de los concejos de Ledesma y Ciudad
Rodrigo para el voto en Cortes, pasaron a hacerlo del de Salamanca.
Las provincias que se crean para las Cortes de Castilla y León de 1425 hacen
frontera en esta zona en base a los límites eclesiásticos que establecieron los
monarcas leoneses en la Alta Edad Media al instaurar las diócesis de Zamora y
Salamanca, con el río Tormes como frontera entre ambas.
Demografía
En 2010, la
población total de los términos municipales incluidos (total o parcialmente) en
la demarcación del parque, era de 16.514 habitantes (INE 2010), mientras que en
el año 2000, era de 19.718 habitantes (INE 2000).
Lugares de interés
Fermoselle
y San Felices de los Gallegos están
declaradas conjunto histórico-artístico. Fueron fortificadas debido a su
situación estratégica y pronto se constituyeron como dos importantes baluartes
defensivos de la frontera. Actualmente son dos ejemplos de conservación de la
arquitectura tradicional.
De los cuatro
castillos con los que cuenta el parque, el mejor conservado es el de San Felices de los Gallegos. Más
deteriorados se presentan los de Fermoselle y Vilvestre
puesto que sólo quedan algunos restos. Del castillo de Sobradillo persiste la torre del homenaje,
en la que hoy se ha instalado la casa del parque de la zona salmantina. El Fuerte
Nuevo de Torregamones es otro ejemplo de edificación militar
defensiva.
Al margen del
patrimonio con protección legal específica, existen otros bienes que también
reflejan esos rasgos diferenciadores de la identidad cultural de la comarca
natural de los arribes. Entre ellos, destacan las bodegas subterráneas de Fermoselle
que, labradas sobre la propia roca subterránea, forman una ciudadela sumergida,
con entradas angostas que desembocan en enormes galerías, sostenidas por arcos
de medio punto.
La importancia
que tienen las obras de ingeniería civil modernas como referencias históricas y
turísticas de la zona es muy relevante pues no sólo la antigua infraestructura
ferroviaria atrae numerosos turistas, también las
centrales hidroeléctricas. La presa de Aldeadávila, la presa de Almendra, la presa de Castro, la presa de Ricobayo, la presa de Saucelle y la presa de Villalcampo son especialmente visitadas por la espectacularidad de sus obras y las vistas que ofrecen.
centrales hidroeléctricas. La presa de Aldeadávila, la presa de Almendra, la presa de Castro, la presa de Ricobayo, la presa de Saucelle y la presa de Villalcampo son especialmente visitadas por la espectacularidad de sus obras y las vistas que ofrecen.
«La Peña Gorda» es una gigantesca roca granítica de más de 40 metros de altura y 70 de
diámetro, situada en la localidad salmantina de La Peña. Es singular por sus dimensiones pues
desde ella se pueden obtener unas vistas muy amplias y hacen que sea perfecta
para practicar la escalada.
Paisajísticamente
destaca el valle donde confluyen los ríos Duero y Tormes, situado entre Fermoselle
y Villarino, que se conoce popularmente como
el paraje de Ambasaguas o Las Dos Aguas, así como
los valles en los que desembocan dos de los afluentes del Duero en la parte
salmantina. El de Barca d'Alva es muy visitado por ser el lugar donde se
sitúa el muelle de Vega Terrón, a donde llegan desde Oporto los
cruceros por el Duero portugués. En este punto confluyen los ríos Águeda y
Duero y destaca también por ser el punto donde se sitúa el puente internacional
ferroviario de la vía verde de las Arribes. El otro valle
del parque que destaca por sus paisajes es el de la presa
de Saucelle, en donde el Huebra se une al Duero.
(De Wikipedia y
otras fuentes)
...
Después de un buen descanso en el hotel “Corazón de les
Arribes” y de un buen desayuno continental, al medio despedirnos de Elvira, creo que la propietaria y responsable (iba a ser más tarde la guía en la
excursión fluvial), charlamos algo sobre la actual situación de la hostelería y
turismo en la zona de Aldeadávila, que no acaba de asentarse, en buena parte
por la falta de profesionalidad de muchos de los que pretenden ser empresarios
turísticos sin la menor capacitación para ello.
Todo lo contrario comprobamos en nuestra interlocutora,
quien además de denotar una buena cultura y un muy buen lenguaje, había
demostrado sus expertas cualidades, ya que el hotel se presentaba muy limpio y
adecuado para su finalidad, con un servicio más que correcto y con un ambiente
propicio al descanso, abundando en ello la cordialidad del personal.
Tras el desayuno nos dirigimos, por Corporario, a la playa
del Rostro, a la que
se accede por una asfaltada carretera, con la bajada hasta el río por varias curvas casi de herradura.
se accede por una asfaltada carretera, con la bajada hasta el río por varias curvas casi de herradura.
La llegada a la playa y al río ofrece la belleza del Duero
casi salvaje, como aprehendido en lo bajo de las arribes, brindando sus aguas
calmas y abundantes entre recodos y creando una especial sensación de natural
paz.
El barco anclado en el embarcadero anunciaba la posibilidad
de la excursión que íbamos a realizar.
Y como el paraje estaba desierto (solamente estaba en el
barco y alrededores Manolo, quien después sería el piloto de la singladura),
nos regocijamos paseando por la playa y observando el verde de las arribes y
los tornasoles en las aguas del río.
Ya habíamos reservado nuestros pasajes (a precios
razonables) y por ello esperamos a que apareciera Elvira –la del hotel de
nuestra pernocta— quien abrió la taquilla. Fue significativo que de las cien
plazas con que contaba el barco, solamente quedaban sin reservar unas
diecisiete, para las que ya esperaban nuevos turistas.
Una vez en nuestro transporte, analizamos que se trataba de
un barco con cubierta transparente y ventanales que podían abrirse y dotado de
un sistema de refrigeración tan natural como pequeñas rachas de lluvia
artificial.
La guía, nuestra conocida Elvira, se asentó al frente de la
nao y comenzó a explicar con detalle y culta dicción todo lo atinente a la zona,
denominaciones, etcétera (ya recogido ello antes de este comentario), no sin
haber de salvar la falta de educación de un pequeño grupo de personas maduras,
vociferantes y nada simpáticas, que llegaban a irritar al pasaje.
De esta guisa, acallados en cierta forma los incordiantes,
recibimos amplias explicaciones sobre vegetación, fauna, flora y curiosidades, mostrándosenos
los nidos de cigüeñas, águilas, buitres y algunas otras especies, y señalándosenos
el microclima de algunas zonas en las que incluso llega a cultivarse (en la orilla portugués, más soleada) el limonero, la vid, el olivo y algunos vegetales.
el microclima de algunas zonas en las que incluso llega a cultivarse (en la orilla portugués, más soleada) el limonero, la vid, el olivo y algunos vegetales.
Comprobando las preciosas y armónicas figuras pétreas, el
periplo alcanzó las aguas próximas a la presa de Aldeadávila, que permite una
profundidad de unos cuatrocientos metros, y emprendimos el regreso, observando
la orilla o arribe opuesto.
Todo de una extraordinaria belleza, que por sí misma ya
demanda una visita a la zona y el disfrute del paseo fluvial.
Hubimos de despedirnos de tanta maravilla, porque todavía
nos restaba desplazarnos, en la siguiente etapa de nuestro viaje, hasta Manzaneda,
en las tierras Trives, Galicia.
Pero eso requerirá otra crónica y otros detalles.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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