THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA

THE MONUMENT VALLEY, ARIZONA, USA
La magnificencia del paisaje en The Monument Valley, la belleza del entorno, las reminiscencias de un pasado de tantos y tantos viajeros que cruzaron el Far West, protagonizando aventuras míticas entre las tribus indias y buscando un futuro mejor...Y al igual que esa ruta invita a seguir hasta más allá del horizonte, hasta el infinito, el Monument Valley, suscitando mil experiencias viajeras y recuerdos, se convierte en el icono de este blog que pretende rememorar las emociones y experiencias del conocimiento de nuevas tierras, nuevas culturas y nuevas gentes. Sin descartar que invada la nostalgia evocando vivencias personales de épocas ya pasadas pero nunca olvidadas.

domingo, 4 de septiembre de 2016

PERIPLO POR EUROPA 2016.- V.- Recorriendo Silvretta hasta Bielerhöhe, frente al pico Piz Buin

Después de la experiencia del día anterior, en el que el esfuerzo pudo resultar excesivo a los menos jóvenes (especialmente al “escribidor”), decidimos que la siguiente jornada sería por separado, y que los jóvenes acometerían sus proyectos con independencia, lo que así hicieron, marchándose a subir montaña desde Pians, hasta los picachos más cercanos, aunque llegando a alturas superiores a los 2.000 metros. 

Por parte de los más “veteranos” se decidió utilizar los sugerentes servicios de la Silvretta Card, esa tarjeta que brindaba gratuidades a los alojados en la zona, y tomamos en Pians el autobús de la empresa de Paznaun, que salía de Landeck y llegaba por la bonita carretera denominada Hochalpenstrasse hasta
el límite de Bielerhöhe, el lago artificial -–de empresa eléctrica— que enfrentaba a una magnificente cadena de cumbres superiores a los 3.000 metros. 
A la entrada del autobús (confortable) se exhibía al conductor la tarjeta Silvretta y eso era todo. 
El autobús iba deteniéndose en las distintas paradas marcadas en la carretera, y en casi todas ellas iban subiendo gentes con atuendos deportivos (muchos de ellos con bastones para caminar por la montaña), que a su vez iban bajando en diferentes puntos, como los telecabinas o telesillas que había en cada uno de los pueblos del valle, See, Kappl, Ischgl y Galtür, y el autobús después proseguía hasta las cercanías del lago, donde finalizaba el trayecto. 

A la belleza del paisaje se unía la curiosidad de comprobar cómo iba desapareciendo la vegetación según se alcanzaba altura, y a partir del punto de control para acceso a la carretera Hochalpenstrasse, los bosques iban evolucionando hasta vegetación más primaria, que llegaba a desaparecer. 
La vista del lago era preciosa, con su azul plateado reflejando las montañas, y ofreciendo además unos caminos sobre la presa y alrededor del agua, en una ruta circular de unos 7 kms, frecuentada por mucha gente, incluso algunas personas de avanzada edad, que, cada cual a su ritmo, especialmente si se llevaba niños en carrito o cochecito infantil, iba gozando de buen sol y del aire casi puro, 
La base del lago estaba situada por encima de los 2.000 metros, y en ella había un adecuado servicio de cafetería/restaurante, que ofrecía buenos platos típicos y bebidas a precios razonables, con una terraza frente al lago, desde la que era un privilegio visionar el panorama. 
Frente a nosotros, el pico Piz Buin, ya en la inmediata Suiza, destacaba con sus 3.312 metros de altura, como aguja que quisiera enlazar las maravillosas tierras de abajo con el nítido y brillante azul del cielo. 
Imágenes que iban a quedar grabadas en nuestra memoria, como de las más bellas de nuestros múltiples viajes, y que llevaban a la determinación de regresar en algún tiempo venidero a tan bello lugar. 
A una hora razonable de la tarde reemprendimos el regreso en el mismo confortable autobús de la venida, recreándonos de nuevo con las bellas vistas alrededor del río Saanna, y comprobando la utilidad y
bondad del servicio que brindaba la tarjeta Silvretta Card, ya que las gentes iban subiendo y bajando en las diversas paradas y poblaciones, hasta el punto de que el vehículo llegó a estar rebosante, con bastantes viajeros de pie. 
A la llegada a Pians caminamos los 800 y pico metros que separaban el centro de la población de nuestra casa, la de la entrañable María Kaufmann, y después de la ducha reparadora preparamos una cena temprana, y adecuada al ambiente, con salchichas tirolesas y fiambres, regado ello con buena cerveza austríaca; lo que fue digno remate a una jornada, una más, de espléndido goce en el Tirol.
El aire puro y el murmullo algo ruidoso del río junto a nuestro alojamiento marcaron los momentos previos a un descanso que acogimos con agrado, llegando a la cama a temprana hora, para descansar el cuerpo, y especialmente para solazar el espíritu con los recuerdos de tan bonitas imágenes como las que habían inundado nuestras retinas. 
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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