En nuestras excursiones y caminatas por los Alpes de Silvretta habíamos ido recogiendo información de excursionistas de todas las nacionalidades sobre itinerarios interesantes, y una sugerencia que nos interesó se refería atravesar la cadena montañosa austríaca, hasta llegar a Suiza, concretamente a la localidad de Samnaum.
Hasta dimos con un folleto de los muchos e interesantes que edita Silvretta Card, en el que con el título “Engadin Samnaum” se insertaba un mapa de las montañas y los remontes a seguir desde Ischgl.
Esta vez tomamos el coche para llegar antes al aparcamiento de los Silvrettabahn 1 y 2 (los telecabinas de 323 y 638 metros de recorrido sucesivo, superando unas altitudes de 1.954 y 1.984 metros, respectivamente), hasta llegar a Idalp, a 2.320 metros de altitud –donde hay un buen y adecuado restaurante self-service con cafetería y vistas panorámicas increíbles--, y desde el fin del telecabina alcanzar en descenso suave el telesilla Idjochbahn, o B3, que a lo largo de 461 metros, eleva 1.797 metros, hasta una altura de 2.797 metros, la superior de todo el recorrido.
En el traslado caminando de un remonte al otro, se notaba como una especie de disnea que no llegaba a ahogo (para los menos iniciados, como quien
escribe), pero que hacía sentir de veras la montaña, al igual que las cremas de protección solar de las féminas pugnaban por salirse los tubos (menor presión atmosférica).
Alcanzada la altura máxima, al dirigirnos al telesilla Filmsattelbahn, pasamos por unas casetas a izquierda y derecha del caminito, cerradas ambas y con signos de desuso, en cada una de las cuales un rótulo indicaba “Stadt Granze” (frontera del estado), bien que en una la bandera era la austríaca y en la otra la suiza.
En el Filmsatttelbahn descendimos unos 490 metros, durante 2.722 metros, hasta llegar, obviamente ya en territorio suizo, a un descenso de 228 metros, durante 1.056 metros de recorrido.
Y por fin se accedía a un amplio y grande telecabina (de dos pisos y capacidad de 180 pasajeros (110 en la planta superior de la góndola), denominado Twinlinner nos condujo 2.300 metros, descendiendo una altura de 722 metros.
Al llegar se anunciaba esperando a los viajeros un autobús –gratuito— a Samnaum, que en unos minutos subió un par de cuestas y llevó a la parte alta de esta población suiza, que se anunciaba como ”Duty Free Shop”.
No otra cosa era la población, porque a lo largo de una calle descendente solamente se veía tiendas de toda clase y algunos hoteles y bares.
Los precios podrían ser algo más bajos (la gasolina se anunciaba 60 céntimos/litro más barata que en la Suiza de las autopistas) y se ofrecía toda una enorme gama de perfumes y bebidas y cosas propias de los “Duty Free”.
Un sentimiento de desencanto nos invadió, y al final excepto una navaja suiza y un caro café bebido en una terracita (4’90 Euros) de poco más nos sirvió la aventura.
Sobre las 13’30 horas emprendimos el regreso, “desandando”, por así decir, el camino de venida, y sobre las 15’30 ya estábamos en la Cafetería de Idalp, Austria, claro, degustando una buena cerveza.
Cuando llegamos a la base del telecabina final, ya en Ischgl, nos desplazamos en el coche aparcado y bien calentito por el sol, hasta Landeck, y en unos supermercados de las cercanías adquirimos carnes y salchichas muy variadas para la barbacoa que pretendíamos preparar por la tarde/noche. Iba a ser como nuestra cena de despedida.
Y así aconteció cuando volvimos a nuestro alojamiento en la (¡ay, qué pena!) última tarde/ noche de estancia.
Nuestro yerno Pau, siempre tan habilidoso y bien dispuesto, preparó la base de la barbacoa, siguiendo los consejos de Bernard, el hijo de la Sra. Kaufmann, y al cabo de un rato nos sentamos en el comedorcito rústico que había en la jardín, para deleitarnos con unas salchichas austríacas, costillares marinados, deliciosa panceta y buenos filetones de cerdo,
regándolos con cervezas tan buenas como siempre.
Se agregó a la reunión la esposa de Bernard, Beata, y terminamos entre todos con las existencias, al tiempo que apareció la patrona, María Kaufmann con unos aguardientes (Schnaps) de fabricación casera, con los que brindamos por nuestra amistad y quedamos comprometidos a seguir manteniendo nuestros contactos, porque habíamos pasado de ser huéspedes a ser amigos, pese a comunicarnos en inglés principalmente.
Ya era tardecito cuando concluimos el encuentro y fuimos a descansar, otra vez al son del alegre discurrir del cercano río.
Esta primera etapa de nuestro Periplo 2016 había resultado inigualable.
¿Qué acontecería a partir de mañana, entrando en Italia?
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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