Un poco animados por el buen clima, más bien fresco, del que gozábamos
en Casa da Reina, proyectamos recorrer en la región de Minho las zonas en torno
a Braga, y por eso emprendimos la marcha, alternando carreteras secundarias y
sectores de las nuevas autopista de peaje electrónico (de las que contaré en
otra entrada), primeramente en dirección a Barcelos.
Barcelos es una ciudad portuguesa, en
el Distrito de Braga, y comunidad intermunicipal
del Cávado con unos 60 000
habitantes en su núcleo principal.
Es
un municipio de 378,70 km² de extensión y una población de 124 555
habitantes (2008),
subdividido en 89 parroquias (freguesias)
lo que le hace el municipio con mayor número de parroquias
de todo el país.
La ciudad está
asociada a la Leyenda del Gallo de Barcelos, el
cual constituye a su vez uno de los símbolos más distintivos de Portugal. Esta
leyenda cuenta la historia de un peregrino gallego que salía de Barcelos (ciudad portuguesa del distrito de Braga) camino de Santiago de Compostela, y que fue acusado de
haber robado el dinero a un
terrateniente, por lo que fue condenado a la horca. Como última voluntad, pidió ser llevado ante el juez, que se encontraba comiendo un pollo (un gallo) asado. El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y se pondría a cantar. El juez echó el plato para un lado e ignoró las palabras del hombre.
terrateniente, por lo que fue condenado a la horca. Como última voluntad, pidió ser llevado ante el juez, que se encontraba comiendo un pollo (un gallo) asado. El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y se pondría a cantar. El juez echó el plato para un lado e ignoró las palabras del hombre.
Sin embargo, en
el preciso momento en que el preso estaba siendo ahorcado, el gallo se levantó
y cantó. El juez, dándose cuenta de su error, corrió hacia la horca y descubrió
que el gallego se había salvado gracias a un nudo mal hecho.
Según la
leyenda, el peregrino volvió años más tarde para esculpir el crucero del Señor
del Gallo que ahora se encuentra en el Museo Arqueológico de
Barcelos.
En llegando a
Barcelos, ya nos sorprendió que en la salida de la autopista, en los arcenes,
había muchos coches estacionados, pese a lo cual seguimos hacia el centro,
aunque la acumulación de coches y de gentes fue tan en aumentos que cuando
llegamos a las proximidades del parque central, comprobamos que se había
establecido un enorme mercadillo, sin
espacio material para las personas y para los coches. De manera que no hubo más remedio que dar la vuelta, y dirigirse a otro lugar, por lo que elegimos Guimaraes, más distante, pero por lo que evitaríamos volver a propósito otro días.
espacio material para las personas y para los coches. De manera que no hubo más remedio que dar la vuelta, y dirigirse a otro lugar, por lo que elegimos Guimaraes, más distante, pero por lo que evitaríamos volver a propósito otro días.
En unos veinte
minutos, por la misma autopista de peaje electrónico, llegamos a Guimaraes, rn
la que nos alegró no hallar atascos, sino más bien fluidez circulatoria, por lo
que sin especiales dificultades nos dirigimos por una de sus amplias avenidas,
junto al estadio del equipo de fútbol Vitoria de Guimaraes, hacia el castillo
palacio de los Duques.
Nada más
apearnos del automóvil, un golpetazo de calor nos presagió que nada de brisa íbamos
a hallar, y, en efecto, después de tomar una ensalada y uma sandes de panados (bocadillo pequeño de lomo de cerdo con ajos
y rebozado), emprendimos la subida
por las avenidas hasta el castillo, sudando más de una gota gorda, pero con el ánimo dispuesto para alcanzar el monumento.
por las avenidas hasta el castillo, sudando más de una gota gorda, pero con el ánimo dispuesto para alcanzar el monumento.
Guimaraes es un
municipio con 242,85 km² de extensión y 161 876 habitantes (2004),
subdividido en 69 freguesías. La mayor parte de la población vive en la
ciudad y en la zona periférica.. Guimarães, junto con Maribor, fue Capital Europea de la Cultura en
2012.
El centro
histórico de Guimarães fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001 y la
historia de esta ciudad se remonta al menos a la Edad
del Cobre tal como se ha demostrado en las citanias de Briteiros y de Sabroso y en el yacimiento
arqueológico de Penha. Además, en la
época del emperador Trajano, se hace referencia al uso del agua de las termas
de Caldas das Taipas por los romanos.
Se atribuye
la fundación de la ciudad a un noble, vasallo del rey de Asturias, Alfonso III, Vimara
Pérez, quien daría nombre a la ciudad, originalmente llamada Vimaranes.
Vimara fue nombrado el primer conde del Condado Portucalense después de haber reconquistado
y repoblado la ciudad de Oporto en 868. Todo esto sucedió en el tercer tercio del siglo
IX aprovechando la corriente repobladora fomentada por el rey Alfonso.
El 3 de
agosto de 950, después de la muerte del gobernador del Condado Portucalense, el
conde Hermenegildo González, su viuda, la condesa Muniadona
Díaz repartió los vastos dominios que la
pareja poseía entre sus hijos. Las tierras de Guimarães (Vimaranes) fueron donadas a su hija Oneca que era en ese momento, una religiosa. En ese mismo año, Muniadona fundó aquí el Monasterio de San Mamede (o de Guimarães), dedicado al Salvador del Mundo, la Virgen de Santa María y los Santos Apóstoles. En su testamento donó todos sus dominios y rentas así como objetos religiosos de su propiedad al monasterio. Se sabe hoy que este monasterio tenía una biblioteca notable y valiosa.
pareja poseía entre sus hijos. Las tierras de Guimarães (Vimaranes) fueron donadas a su hija Oneca que era en ese momento, una religiosa. En ese mismo año, Muniadona fundó aquí el Monasterio de San Mamede (o de Guimarães), dedicado al Salvador del Mundo, la Virgen de Santa María y los Santos Apóstoles. En su testamento donó todos sus dominios y rentas así como objetos religiosos de su propiedad al monasterio. Se sabe hoy que este monasterio tenía una biblioteca notable y valiosa.
El
monasterio se convirtió en un polo de atracción y dio origen a una mayor
fijación poblacional en la villa baja. Paralelamente, para la defensa del
conglomerado, Muniadona Díaz mandó construir, entre 959 y 968, el castillo de Guimarães a poca distancia,
sobre la colina, creando así un segundo punto de fijación en la villa alta.
Para unir los dos núcleos se formó la Rua (calle) de Santa Maria.
Posteriormente, el monasterio se transformó en Real Colegiata y adquirió gran importancia debido a los privilegios y donaciones que reyes y nobles le fueron concediendo. Entre esas contribuciones son destacables la reconstrucción gótica impulsada por el rey Juan I, la torre de la iglesia en estilo manuelino completada alrededor de 1513 a 1515 y la capilla mayor de arquitectura clásica, reconstruida en el siglo XVII por el rey Pedro II. Los yesos de las capillas más grandes son referencias de la reforma neoclásica iniciada en 1830.
Posteriormente, el monasterio se transformó en Real Colegiata y adquirió gran importancia debido a los privilegios y donaciones que reyes y nobles le fueron concediendo. Entre esas contribuciones son destacables la reconstrucción gótica impulsada por el rey Juan I, la torre de la iglesia en estilo manuelino completada alrededor de 1513 a 1515 y la capilla mayor de arquitectura clásica, reconstruida en el siglo XVII por el rey Pedro II. Los yesos de las capillas más grandes son referencias de la reforma neoclásica iniciada en 1830.
El conde Enrique de Borgoña concedió a Guimarães el
primer fuero nacional considerado por algunos historiadores anterior al de Constantim de Panóias. Aunque se desconoce
la fecha exacta sucedió posiblemente en 1096.
En este
poblado se produjo en el 24 de junio de 1128 la Batalla de San Mamede, en la cual Teresa
de León, infanta de León y condesa de Portugal, confrontó a su hijo Alfonso Enríquez, que ganó la batalla y que
posteriormente se convertiría en el primer rey de Portugal.
En el
reinado de Dionisio I, fueron construidas las murallas
de la ciudad. Desde entonces, Guimarães se extendió durante los siglos
siguientes, hasta nuestros días.
Tras el
repaso a la historia, en la visita a la ciudad (que personalmente yo conocía
desde muchos años antes, en los tiempos en que moré en Porto) fuimos recordando
que laciudad histórica de Guimarães se encuentra asociada al nacimiento de la
identidad nacional portuguesa en el siglo XII.
Constituye un ejemplo excepcionalmente bien conservado de la evolución de una
localidad medieval
hacia una ciudad moderna. La rica tipología edificada muestra el
desarrollo de la arquitectura portuguesa entre los siglos XV y XIX, con el uso continuo de técnicas y materiales de construcción tradicionales.
desarrollo de la arquitectura portuguesa entre los siglos XV y XIX, con el uso continuo de técnicas y materiales de construcción tradicionales.
Y pasamos a
visitar el Palacio de los Condes de Braganza, del siglo XV, mandado construir
por Alfonso, futuro duque de Braganza, en el que
se puede observar la arquitectura señorial de la Europa septentrional
A mediados
del siglo XX, tras un período de abandono, fue restaurado y posteriormente
convertido en museo, albergando un expolio del siglo XVII y XVIII. De las
varias colecciones que posee, unas retratan las aportaciones de los portugueses
de la época de los Descubrimientos; otras narran algunos de los pasos de las
conquistas en el Norte de África. Posee también colecciones de armas de los
siglos XV a XIX y colecciones de muebles del período posterior a los
descubrimientos. Además de su función como museo, este palacio fue en su
segundo piso, adaptado como residencia oficial del Presidente de la República
Portuguesa, cuando debe viajar al Norte de Portugal.
Tras
hacernos unas fotos ante la estatua del rey Afonso I de Portugal, el generador
de la nación portuguesa, iniciamos el regreso hasta Chafé, ya que a media tarde
habíamos acordado encontrarnos en la Playa de Amorosa con Isabel Rodríguez y su
esposo, ya que habíamos recordado que ella, responsable del Pazo da Pena, de
Rozavales, A Pobra de Trives-Galicia cuando dos años antes habíamos tenido el
privilegio de alojarnos allí una semana.
Como Amorosa
estaba a un “tiro de piedra” de nuestra Casa, llegamos a tiempo a la explanada
cercana a la playa de Amorosa y mantuvimos un grato encuentro con Isabel y
Jaime, su esposo, recordando los tiempos de nuestros encuentros en la
montaña
orensana, y comprobando que las amistades bien cimentadas tienen duración
indefinida.
Quisieron
invitarnos a cenar, pero preferimos retornar a las tertulias en cada da Pena,
que, una tarde/noche más, nos deleitaron comentando lo divino y lo humano.
La noche fue
fresquilla y el descanso completo.
SALVADOR DE
PEDRO BUENDÍA
No hay comentarios:
Publicar un comentario