Braga [ˈbɾaɣɐ] del latín Bracara
Augusta), también conocida como la ciudad de los arzobispos es una
ciudad histórica e inmemorial portuguesa
situada al norte del país, capital del Distrito de Braga. Cuenta con 181 819 habitantes (2011) y 800 000 en el área metropolitana. Es la tercera
ciudad más poblada de Portugal, tras Lisboa y Oporto. En 2012 Braga fue la Capital Europea de la Juventud, el mayor evento de Europa dedicado a los jóvenes.Los ríos Este y Cávado atraviesan la ciudad.
Braga se
encuentra a 24 km de Guimarães, 61 km de Viana
do Castelo, 76 km de Oporto, 78 km de Tuy (Galicia, España), 109 km de Vigo (Galicia), 119 km de Vila Real (Trás-os-Montes), 170 km de Coímbra (Beira Litoral), 188 km de Santiago de Compostela (Galicia), 259 km de La Coruña (Galicia), 366 km de Lisboa.
Historia
Neolítico, Edad
del bronce y Edad del hierro
Las huellas de la presencia humana en la región datan
de hace miles de años, como lo demuestran varios hallazgos. Uno de los más
antiguos es el Mamoa de Lamas, un monumento megalítico construido en el período neolítico. Sin embargo, solo se puede demostrar la existencia de asentamientos en
Braga en la Edad del bronce.
En la Edad
del hierro, se desarrollaron los castros. Estos asentamientos eran propios de lugares en relieves altos. Sus
habitantes eran los celtas y esta región, en particular, estaba habitada por los
brácaros.
Antigüedad
clásica
El primer contacto entre brácaros y romanos tuvo lugar entre 138 y 136 a. C, con las expediciones militares
romanas de reconocimiento. Durante el segundo siglo antes de Cristo, la región
fue tomada por los romanos. Desde entonces, y hasta la fundación de la ciudad
de Bracara Augusta, la región vivió en paz, lo que favoreció el desarrollo y el comercio,
proporcionados por las relaciones con el Imperio Romano.
Después de las Guerras Cántabras que pusieron fin a la
conquista
de la Península Ibérica, el emperador
romano César Augusto fundó tres ciudades en el noroeste de Hispania: Bracara Augusta, Lucus Augusti y Asturica Augusta. Se cree que los romanos construyeron la ciudad en 15-16 a. C.
con el nombre de
Bracara Augusta, después de la campaña de Augusto contra cántabros y astures. Se convertiría en la capital de la provincia de la Gallaecia.
Bracara Augusta, después de la campaña de Augusto contra cántabros y astures. Se convertiría en la capital de la provincia de la Gallaecia.
Bracara Augusta fue una importante ciudad comercial
que se benefició enormemente del tráfico marítimo intenso y bien organizado que
unía a los diversos centros productores del Imperio Romano. Entre los productos
comercializados, destacaban la cerámica, el vidrio, objetos de lujo y productos alimenticios como el vino, productos
elaborados de pescado y el aceite.
La posición geoestratégica de Bracara Augusta, como un
mercado importante, favoreció el establecimiento de artesanos y talleres
especializados de cerámica, producción de vidrio, fundición de bronce, oro y
hierro, así como la industria textil y la fabricación de pigmentos. Aunque
estos talleres se localizaban preferentemente en las afueras de la ciudad,
también se encontraron rastros de sus ubicaciones dentro de Bracara Augusta
Alta Edad Media
Dominio suevo y
visigodo
La caída del Imperio romano dio lugar, en 411, a la conquista de la Gallaecia por los suevos, que mantendrían la capital en la ciudad hasta la derrota de estos por
los visigodos en el año 585. El sacerdote de Braga, Paulo Osório, asistió a la invasión de los suevos y dejó escrito que «rápidamente cambiaron la espada por el arado y se hicieron amigos» de la población local. San Martín de Braga, obispo de Braga bajo el dominio suevo, fue (junto con San Fructuoso, obispo del período visigodo) una referencia muy relevante en la historia de la Gallaecia, dada la importancia que tuvo en la organización diocesana y la ordenación territorial en las parroquias. Vestigios arqueológicos de los períodos suevo y visigodo incluyen una construcción compuesta por un ábside semicircular y tres naves en Santa Marta das Cortiças, la Basilica de San Martín de Braga (São Martinho de Dume) y la Capilla de San Fructuoso de Montelius.
los visigodos en el año 585. El sacerdote de Braga, Paulo Osório, asistió a la invasión de los suevos y dejó escrito que «rápidamente cambiaron la espada por el arado y se hicieron amigos» de la población local. San Martín de Braga, obispo de Braga bajo el dominio suevo, fue (junto con San Fructuoso, obispo del período visigodo) una referencia muy relevante en la historia de la Gallaecia, dada la importancia que tuvo en la organización diocesana y la ordenación territorial en las parroquias. Vestigios arqueológicos de los períodos suevo y visigodo incluyen una construcción compuesta por un ábside semicircular y tres naves en Santa Marta das Cortiças, la Basilica de San Martín de Braga (São Martinho de Dume) y la Capilla de San Fructuoso de Montelius.
Desde la
conquista musulmana hasta el siglo X
En el año 716, los árabes conquistaron Braga, lo que causó graves daños en la ciudad, en
gran parte debido a su importancia religiosa. Fue reconquistada en 868 por Alfonso
III de Asturias.
En 883, Alfonso
III confirmó la donación de Montélios (en la actual freguesia de Real) a Compostela y en 887 donó el territorio de Dume a Rosendo, obispo de Mondoñedo
Cuando, tras su fallecimiento, Alfonso
III el Magno dividió su reino entre sus hijos en 908, asignó el Reino de Galicia a Ordoño
I de Galicia, que fijó su capital en Braga. No obstante,
la muerte de su hermano García
I le otorgaría la corona
del Reino de León, pasando Galicia a depender de dicho reino y perdiendo Braga la condición de capital.
del Reino de León, pasando Galicia a depender de dicho reino y perdiendo Braga la condición de capital.
Baja Edad Media
Desde el siglo
X hasta la independencia de Portugal
En el siglo
XI la ciudad fue reorganizada, probablemente con la
nueva denominación de Braga. La construcción de la muralla de la ciudad
y de la catedral se inició por orden del obispo Pedro de Braga, sobre los restos de un antiguo templo romano dedicado a la diosa Isis, que más tarde se convirtió en una iglesia. La ciudad
se desarrolló alrededor de la catedral, quedándose confinada al perímetro amurallado. En 1071 se fundó el arzobispado de Braga, convirtiéndose Pedro en el primer arzobispo. Con la elevación del obispado de Braga a arzobispado, la ciudad recuperó
una enorme importancia en la Península
Ibérica.
En 1093, Braga fue ofrecida como dote por Alfonso
VI de León, a su hija Teresa, en la ocasión de su matrimonio con Enrique
de Borgoña, conde
de Portugal. Estos fueron los señores de la ciudad entre 1096 y 1112. En 1112, Enrique
de
Borgoña donó la ciudad a los arzobispos.
Borgoña donó la ciudad a los arzobispos.
Desde la
independencia de Portugal hasta el siglo XV
Tras la independencia de Portugal, proclamada por Alfonso
Enríquez en 1139 y reconocida por Alfonso
VII de León en 1143, Braga pasó a formar parte del nuevo reino.
En 1327, el rey Alfonso
IV invadió la jurisdicción temporal del entonces
arzobispo Gonçalo Pereira, abuelo del general portugués Nuno
Álvares Pereira, y nombró notarios del reino a
Braga. El arzobispo los excomulgó y los expulsó de la ciudad. En 1341 las
autoridades reales volvieron a entrar en la ciudad, por lo que el arzobispo
volvió a excomulgarlos. El corregidor Afonso Domingues tomó el castillo y el palacio municipal. Más tarde estos
edificios fueron restituidos al arzobispo, por Alfonso IV Mientras, en 1336, fue construido el Palacio Arzobispal original, por
el arzobispo Gonçalo Pereira.
En 1402, el arzobispo Martinho Afonso de Miranda dio la jurisdicción de la ciudad
a la corona, a cambio de rentas y otras concesiones, así como de la regulación
de las obligaciones de los agricultores y artesanos de Braga, incluyendo las
obras de reparaciones del palacio.
En 1472, el rey Alfonso
V restauró la jurisdicción temporal de Braga al
arzobispo Luís Pires. Los arzobispos comenzaron a utilizar el título de
"señor de Braga y primado de las Hespanhas".
Edad Moderna y
Edad Contemporánea
Desde el siglo
XVI hasta el final de la monarquía
En el siglo
XVI, el arzobispo de Braga, Diogo de Sousa, modificó
profundamente la ciudad, con la construcción de nuevas calles, plazas y nuevos
edificios, lo que causó también el crecimiento de la ciudad más allá del
perímetro amurallado.
Desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, por intermedio de varios arzobispos, los edificios de arquitectura
medieval fueron progresivamente reemplazados por edificios
construidos según la arquitectura
religiosa de su tiempo.
En el siglo
XVIII, Braga se convirtió en el ex libris del Barroco en Portugal. Una vez más, por intermedio de varios arzobispos, los
edificios religiosos se cambiaron de nuevo con la introducción de los estilos barroco y neoclásico
Siglo XX
(Finales de la monarquía y República)
En el siglo XX se produjo una revolución en el
transporte y en la infraestructura básica. Fue reformulada la avenida da Liberdade,
donde se destaca el Teatro Circo y los edificios de la zona este. A finales del
siglo XX, Braga tuvo un gran desarrollo y se convirtió en la tercera ciudad del
país fuera de las áreas metropolitanas de Lisboa y Oporto, un estatus que
mantiene en la actualidad.
El 28 de mayo de 1926, el general Gomes
da Costa comenzó en esta ciudad la
Revolución del 28 de mayo de 1926, que conduciría a la dictadura militar y al régimen del Estado Novo de Salazar.
Revolución del 28 de mayo de 1926, que conduciría a la dictadura militar y al régimen del Estado Novo de Salazar.
Actualmente, Braga es una de las ciudades más jóvenes
de Europa, por lo que es una ciudad dinámica y enérgica.
La
archidiócesis de Braga
Mención especial en la historia de la ciudad la merece
la archidiócesis bracarense. Creada en el siglo
IV, tenía prominencia entre los otros obispados de la Gallaecia, celebrándose en ella varios concilios (se destaca entre ellos el de 563, que condenó como herejía el priscilianismo). La invasión musulmana supuso su desaparición, resurgiendo en el año
1071. Los conflictos con las autoridades eclesiásticas de Santiago
de Compostela no impidieron la construcción de una catedral que, tras
ser destruida por un terremoto en 1135,
se reedificaría hasta convertirse en un imponente edificio y en el principal monumento de la ciudad.
se reedificaría hasta convertirse en un imponente edificio y en el principal monumento de la ciudad.
Gastronomía
Braga es famosa por sus numerosas recetas de bacalao (bacalao à Narcisa, bacalao à
Minhota, bacalao à moda de Braga, entre otras). Otras comidas típicas de Braga
incluyen el arroz con pato, papas de Sarrabulho
con rojões, tripa enfarinhada, farinhotes,
embutidos de sangre, cabrito à moda de Braga, frigideiras,
Rojões à moda do Minho,
el pollo pica no chão, el vino verde, el pudín abad de Priscos, el tocino de cielo, el Roscón de Reyes
escangalhado, fidalguinhos,
pederneiras,
suplícios
y paciências.
- Elevador do Bom Jesus
- Catedral de Braga (en portugués: Sé (Braga))
- Sameiro (santuario)
- Castelo de Dona Chica (castillo)
- San Fructuoso de Montelius
- Monasterio de Tibães
- Theatro Circo
- Siete Fuentes
(De Wikipedia y otras fuentes)
…
Nuestra estancia vacacional en la región miñota, norte
de Portugal, no podía prescindir del encuentro con algunos de los amigos y
colegas con los que una veintena de años atrás tuve la suerte y el honor de
convivir y compartir experiencias personales y profesionales.
Uno de esos insignes amigos y colegas fue y es, sin
duda, el ilustre jurista bracarense, Dr. Alberto Jorge Silva, con quien tuve la
dicha de compartir asuntos profesionales, además de vivencias de amistad, con
él mismo y con su encantadora y preclara esposa, la Profesora María Luisa
Caeiro.
Así que antes inclusive de iniciar las vacaciones ya
envié un e-mail al querido amigo, anunciándole el propósito de un encuentro en
Braga, cuyo deseo confirmé cuando ya
estábamos morando en la Casa da Reina, y, convenido ello, dejamos Chafé para
dirigirnos a la ciudad bracarense por las autopistas que a ella conducen.
La verdad es que mis recuerdos de los accesos y geografía
urbana de Braga, de muchos años atrás, no eran demasiado frescos, por lo que
opté por usar el navegador del teléfono móvil, en el que introduje el destino,
que no era otro que el domicilio del colega, Rua 25 de abril.
Pero hete aquí que en llegando a Braga, y cuando ya acariciábamos
el centro,
un despiste nos dirigió a las afueras y cuando en ellas intentamos retornar al “buen camino”, el navegador se empeñó en dirigirnos a la freguesía de Tibaes, a varios kilómetros del centro, obligándonos a dar vueltas y más vueltas por parajes desconocidos y poco urbanos, porque, como supimos más tarde, ello se debía a que la Rua 25 de abril se halla en multitud de freguesías y ciudades de Portugal, y al no indicar el distrito local exacto, la maquinita nos llevaba a lo más próximo.
un despiste nos dirigió a las afueras y cuando en ellas intentamos retornar al “buen camino”, el navegador se empeñó en dirigirnos a la freguesía de Tibaes, a varios kilómetros del centro, obligándonos a dar vueltas y más vueltas por parajes desconocidos y poco urbanos, porque, como supimos más tarde, ello se debía a que la Rua 25 de abril se halla en multitud de freguesías y ciudades de Portugal, y al no indicar el distrito local exacto, la maquinita nos llevaba a lo más próximo.
Al final, perdida casi una hora y media, opté por
dejarme llevar de mis recuerdos y conseguí encaminarme al centro, al Campo da
Vinha, en el que hallé un aparcamiento subterráneo en el que dejé el coche, para
seguir a pie (y, por cierto, con mucho calor) hasta la Avenida da Liberdade –muy
alterada, con un túnel bajo ella-, previo comunicar al amigo que ya habíamos
sido “rescatados” del despiste.
Nos encontramos cerca de su residencia, y el abrazo
con Alberto Jorge fue intenso en emociones, dando paso a que presentara al mismo y
a su esposa María Luisa, a mi mujer, Tamara.
Pese a estar a la sombra, el calor era seco y fuerte,
por lo que, cuando decidimos comer juntos, Alberto Jorge nos recogió en su
flamante Audi, bien dotado de aire acondicionado.
El almuerzo estuvo envuelto de ese áurea especial que
rodea los encuentros entrañables, y en él hablamos de “lo divino y de lo humano”,
recordando las pasadas experiencias favorables (y eludiendo momentos y
situaciones desfavorables, que también los hubo). Tras el condumio, acudimos al
domicilio de los amigos, en los que mantuvimos una agradable tertulia, hasta
que, mediada la tarde, se aconsejaba iniciar nuestro retorno.
Las emotivas despedidas, orladas de promesas de
reencuentros y deseos de salud y felicidad para hijos y nietos, nos dejaron ya
en la calurosa calle, que recorrimos hasta el centro, para visitar la zona antigua,
especialmente los aledaños de la catedral, recordando por mi parte la buena
amistad que tuve con monseñor Carlos Pinheiro, obispo auxiliar que fue de Braga
y titular de Dume (Dumio), con quien hubo ocasiones de emotivas vivencias; ya
fallecido.
La ardiente temperatura nos hizo desistir de mayor
recorrido y emprendimos el retorno a nuestro “refugio” de Casa da reina, en el
que mi esposa aun se dio el gustazo de un refrescante baño en la piscina,
aunque previamente visitamos uno de los muchos hipermarkets de las
proximidades, para dotarnos de algún
producto para la parca colación nocturna, que compartimos en animada tertulia con nuestros "cohuéspedes", María Eugenia y Pedro, y Sara e Iván.
producto para la parca colación nocturna, que compartimos en animada tertulia con nuestros "cohuéspedes", María Eugenia y Pedro, y Sara e Iván.
Habíamos cumplido un deseo, cuyo resultado nos había
sabido a poco, pero sobre todo habíamos refrescado vivencias de la amistad y
aprendido una cosa para viajar: si se usa el navegador hay que programarlo
correctamente, porque en otro caso, se “desnavega”…
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Meu querido e generoso amigo, é bom ler as tuas palavras, carinhosas e intensas. Ficam como um exato prolongamento da vossa visita, ad perpetuam rei memoriam. A Maria Luísa e eu estamos-vos - a ti e à tua Tamara, tão bonita! - muito agradecidos pelo verdadeiro acontecimento que foi a vossa vinda a ter connosco. Abraços aos dois e até um destes dias.
ResponderEliminarMuito obrigado por as tuas palavras, sempre tao certas. O prazer foi nosso e o nosso encontro permitiu-nos confirmar uma vez mais que a verdadeira amizade acresce com o tempo. Grande abraçao
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