IX.- DE LOS CAMERON HIGHLANDS HASTA LA ISLA DE
PENANG Y GEORGETOWN (9)
Penang es un
estado malayo situado en la costa noroeste de Malasia peninsular, junto mal
estrecho de Malaca. Se compone de dos partes: La isla de Penang. donde está la
ciudad capital, Georgetown y Seberan Peraj (antiguamente provincia Wellesley)
en la península de Malasia. Es el segundo estado malayo más pequeño.
La población de
Penang es alrededor de 1.767.000 habitantes. Es una de las mayores densidades
de población de Malasia, y la capital, Georgetown es la segunda mayor ciudad
del país, declarada en su mayor parte Patrimonio Mundial de la Humanidad
La historia
moderna de Penan comenzó en 1786, tras la fundación de Georgetown por Francis
Light, siendo en 1867 declarada colonia de la corona británica, hasta la
independencia de Gran Bretaña en 1957.
Penang
recientemente se ha constituido en la sede de empresas de alta tecnología, conociéndosele
como el Silicon Valley del Este., hasta el punto de que tiene el mayor
porcentaje de desarrollo económico y una gran renta per cápita, con una
población de muy buena educación de hasta el 99’5% en 2014.
Su heterogénea población
es de muy diversas etnias, culturas, idiomas y religión, con razas china,
malaya e hindú como predominantes, con significativas colonias de Eurasia, Siam
y expatriados.
…
Al concluir
nuestra estancia en Tanah Rata (Cameron Highlands), habíamos de continuar
nuestro viaje hacia Penang, por medio de autobús.
Se trataba de
una distancia de 250 kilómetros, de los que los 75 primeros eran por carretera
de montaña (con menos curvas que al llegar desde Kuala Lumpur) y el resto por
una cómoda autopista.
Cuando arribamos
a la estación de autobuses de Tanah Rata, me dirigí a la amable filipina que
nos había atendido el día anterior, y nos hizo esperar algo, para finalmente
cambiarnos los asientos a la parte delantera del autobús. Amabilidad y servicio
total.
En el camino
hacia Penang, el autobús se detuvo en una amplia y buena estación de autobuses,
en Ipoh, muy bien dotada, para llegar a la zona peninsular de Penang sobre el mediodía, en la estación de autobuses
de esa zona próxima al ferry que comunica con la isla, en la que se bajó la
mayoría del pasaje, y el vehículo continuó hasta cruzar el largo puente sobre
el estrecho de Malaca y llegar a la estación de la isla, en la que, como solía
ser habitual, nos acosaron algunos taxistas, aunque mi esposa regateó con uno
de ellos y ajustó un precio de 80 ringgits hasta nuestro destino en el norte,
en Batu Ferringi, que es donde se hallaba el hotel Hard Rock, en el que
teníamos nuestra reserva para dos noches.
El taxista
argumentó para no rebajar el precio que eran casi sesenta kilómetros de
recorrido, con tráfico muy denso, y al final aceptamos
El viaje fue
bastante cómodo, pese al mucho tráfico, y pudimos comprobar que
la carretera
bordeaba la costa este y después la costa norte, en zonas muy pobladas de
tiendecitas y restaurantitos entremezclados con hoteles que semejaban de lujo.
A los cincuenta
minutos habíamos llegado al hotel, que se presentó como nuevo y moderno, junto
a la playa, con vistosas instalaciones y varias piscinas, aunque ya nos comenzó
a contrarias la lentitud y falta de eficacia de las recepcionistas, que n o
fueron capaces de distinguir entre el importe de nuestra tarjeta de crédito que
ya habían retenido semanas antes como garantía, y el importe de la estancia a
pagar (como siempre por adelantado), hasta que después de varias discusiones
prometieron que el día siguiente abonarían en la cuenta de la tarjeta lo
retenido. FALSA PROMESA. Hasta hoy nada ha hecho el hotel y ya hemos efectuado
varias reclamaciones.
Tomamos posesión
de las habitaciones, que se presentaron como muy confortables y bien dotadas, y
con unas preciosas vistas a las piscinas del interior y a la playa.
Tras acomodar el
pequeño equipaje y descansar un rato, bajamos a la piscina y observamos las magníficas
instalaciones, aunque no dejó de resultarnos algo molesto el ensordecedor
griterío de la chiquillería huésped, y nos dirigimos hasta la inmediata playa,
casi vacía, y en la que notamos la quemadura del más que ardiente sol, por lo
que decidimos permanecer junto a la piscina, hasta que pasada la media tarde
decidimos merendar/cenar algo y para ello salimos a la carretera frente al
hotel y fuimos observando los diferentes restaurantes típicos, de diferentes
cocinas, hasta que encontramos uno llamado “Helena”, en la que nos atrajo suy
carta y especialmente la simpatía de quien parecía ser la regente, una malaya
de aspecto bastante hindú, que hablaba muy buen inglés, quien nos atendió solícita
y nos brindó para comenzar unas ansiadas cervezas.
Observando el
interior del restaurante (estábamos en la terraza de entrada), comprobamos que
abundaban fotos y cuadros de santos y de la Virgen María, lo que nos hizo
preguntar a la simpática Helena si, como parecía, ella era cristiana, a lo que asintió,
confesándonos que pertenecía a la iglesia baptista, aunque anteriormente había
sido de la católica, de la que se había desvinculado por falta de atención.
Cenamos muy a
gusto un pescado a la brasa, con buena ensalada y arroz, y buena cerveza muy
fría, y desandamos el camino hasta el hotel.
Cuando llegamos
al hotel y alcanzamos nuestra habitación, comprobamos que estaba sin arreglar,
y ni si quiera se habían cambiado las toallas. Reclamé en recepción y se me dijo
que por la hora resultaba imposible dar solución, y que ello se debía a que
nosotros habíamos marcado la señal de “no molesten”. Era cierto que esa señal estaba encendida en el exterior d ela habitación, junto a la puerta, pero ello se debía a que dentro, junto a la lámpara de la mesita de noche había un botón que era rozado por el interruptor de la lámpara y que posiblemente se había activado. Como se nos dijera que esa noche no iban a resolver nada insistí en hablar con el director o
responsable, efectuar reclamación, llamar a la policía y publicar en la prensa
al siguiente día el desastre de organización. Tras insistencias, a medianoche
aparecieron dos hombres con reposición de todo, que arreglaron la habitación y
la dejaron como debiera haber estado desde el principio. Todo nos produjo a mi
esposa y a mí muy mal estado de ánimo (a mayor precio, menos calidad, nos dijimos), hasta el punto
de que pedí cita con la directora para la siguiente mañana, cita que por supuesto no tuvo lugar, porque “no se lo habían podido decir…”. (Ya he ido publicando el desastre organizativo y de atención por los diversos foros de viajes, y tengo en curso dos denuncias, una por la garantía retenida, y la otra por esa falta de servicio en la habitación. Ya veremos...)
de que pedí cita con la directora para la siguiente mañana, cita que por supuesto no tuvo lugar, porque “no se lo habían podido decir…”. (Ya he ido publicando el desastre organizativo y de atención por los diversos foros de viajes, y tengo en curso dos denuncias, una por la garantía retenida, y la otra por esa falta de servicio en la habitación. Ya veremos...)
Pese a todo, cansados,
iniciamos el sueño, del que nos despertó una enorme tormenta con gran aparato
eléctrico, que duró un buen rato.
Estábamos en Malasia,
tierra de calor, de humedades y de fenómenos atmosféricos…
Con mejor servicio y mayor amabilidad de llos establecimientos normales que de los de "alto standing" (según ellos...)
Con mejor servicio y mayor amabilidad de llos establecimientos normales que de los de "alto standing" (según ellos...)
SALVADOR DE PEDRO
BUENDÍA
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