deseábamos
darnos un paseo por el centro de Kiev, para pulsar el ambiente y conocer
algunas de las novedades que en los últimos tiempos pudieran haberse producido.
Buscando evitar el
problema del tráfico congestionado, fuimos en nuestro coche desde Vyshgorod
hasta las proximidades de la estación de metro Petrivka, ya en Kiev, y allí
tomamos el metro hasta la estación de Ploscha Lva Tolstova (Plaza de León
Tolstoi), desde donde iniciamos nuestro paseo por la calle Chervonoarminska,
pasando por delante del Besarabska Rynok (Mercado Besarabska) y enfrentando la
avenida Kreschiatyk, la arteria principal del centro.
Ya nos llamó la
atención que habían desaparecido las tiendas de campaña y otras especies de
acampada que habían llenado la vía en los últimos tiempos del sinvergüenza de
Yanukóvich, y cuando se produjeron los pronunciamientos de la plaza de la
Independencia (Maidan Nezalechnosti); y ahora la avenida se presentaba diáfana,
con tráfico normal y mucha gente en las aceras y en las bancadas, aunque se
habían esfumado las abundantes terrazas que antaño poblaban las aceras, habían
cerrado bastantes de los cafés que llenaban la zona de concurrencia, y por el
contrario se habían multiplicado los puestos móviles en los que se dispensaba
cafés, helados, dulces, bebidas. Sin duda la crisis había impuesto la ley de la
escasez y del ahorro.
En nuestro periplo por
la avenida Kreschiatyk
La tienda ofrece un montaje
espectacular, similar a los de los mejores comercios del género de Alemania y
Austria (nos recordó bastante las tiendas dedicadas a Mozart en Salburgo) y
ello hizo las delicias de mi esposa, que no se resistió a adquirir una buena
cantidad de cajas de bombones, barquillos chocolateados, caramelos de chocolate
y cosas por el estilo, porque, aunque el precio era alto, el cambio de divisas
nos favorecía. Tanto es así que lo que antes de la crisis hubiéramos adquirido
por unos 50 Euros en esta ocasión nos costó unos 19. ¡Alguna ventaja había de
reportarnos el cambio de divisas!
Seguir paseando por
Kreschiatyk nos deparó el placer de comprobar a las gentes en paz y solaz, e
inclusive permitirnos lo que para los ucranianos era sin duda un lujo: Sentarnos
en la terraza de una cafetería y pedir un pastel similar al “apfelstrudel”
germano, con dos cafés con leche, y, eso sí, pagar por ello unos 10 Euros.
Paseando llegamos a
Maidan Nezalechnosty, y en ese enclave admiramos los posters con las fotografías
de los muertos en los pronunciamientos del cambio de régimen, y frente a ellos,
el escudo de Ucrania (el llamado tridente) realizado con flores, así como
grupos de ramos dejados con diversas leyendas.
A la izquierda de la
plaza, la calle Instituska, con su acera bordeada de flores, en homenaje a los
patriotas que cayeron abatidos por los francotiradores cuando Yanukóvich
permitió la brutal represión de los manifestantes.
Uno se siente
emocionado y sobrecogido al comprobar cómo el pueblo continúa venerando el
lugar y sigue homenajeando a sus héroes, pero en paz, con calma, con enorme
amor.
A nuestras espaldas,
el edificio de los Sindicatos, que fue incendiado durante los sucesos de cambio
político, solo ofrecía unas lonas que cubrían sus fachadas.
Emotivos momentos que
traté de inmortalizar mediante unas fotografías que adjunto a este escrito.
Después de Maidan,
había que tomar el metro y volver a la estación Petrivka, en metro, para entrar
en el supermercado “Achan” (réplica ucraniana del “Auchan” francés y “Alcampo”
español, donde aprovechamos la ocasión para adquirir buena cantidad de botellas
de vodka (la variedad es enorme) para transportar a España, y al tiempo algo de
productos de marisco congelado para preparar una paella un próximo día.
La víspera de la
Pascua nos introdujo de nuevo en la
vida cotidiana y nos permitió comprobar de nuevo que la guerra en el este sensibiliza de veras pero el pueblo se sobrepone con entereza a las adversidades.
vida cotidiana y nos permitió comprobar de nuevo que la guerra en el este sensibiliza de veras pero el pueblo se sobrepone con entereza a las adversidades.
Ya de vuelta a casa,
vía Internet supimos que dos columnas de tanques rusos estaban entrando en la
región de Donbass (Donetsk).
Ciertamente, para
Putin no existía la Pascua para Ucrania, sino que más bien prefería la “crucifixión”
de otros pueblos vecinos.
SALVADOR DE PEDRO
BUENDÍA
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