Se inicia con la denominación genérica “Paso a Paso” una
serie de entradas sobre itinerarios en la Comunidad Valenciana, recorridos a pie, por senderos y rutas de
interés ecológico, paisajístico y turístico.
La villa de Viver (Viver de las Aguas) está localizada al
noroeste de la comarca del Alto Palancia, a 559 msnm y
dentro de la provincia de
Castellón, a 70 km de Castellón de la Plana, Valencia y Teruel. Pertenece al partido
judicial de Segorbe. Su término municipal abarca 50 km² y recibe el nombre de Viver de las Aguas por las
más de cincuenta fuentes que se reparten a lo largo de su geografía.
El término está cruzado por el
cauce del río Palancia, que desciende desde El Toro, en la altiplanicie de Barracas, estribaciones sur de Javalambre, hacia
la localidad vecina de Jérica.
El municipio de Viver se sitúa
en la zona intermedia que pasa del benigno clima mediterráneo al
más riguroso del interior turolense. Por ello cuenta con una gran variedad
paisajística, desde el bosque mediterráneo hasta los campos de trigo del
altiplano, pasando por el monte bajo de aliagas o coscojos y las zonas fértiles
regadas con las aguas de sus caudalosos manantiales.
Historia
El primer dato histórico
documentado de Viver es que Marco Poncio Catón fundó esta localidad
con el nombre de Belsino, en el 193 a. C. Posteriormente, los mismos
romanos le cambiaron el nombre por Vivarium, del que deriva el actual, llegando a
ser una de las más populares ciudades de la celtiberia por haberse convertido
en un ameno lugar de placer y recreo.
En torno a 1237-1239 fue
conquistada a los árabes por el rey Jaime I de Aragón quien,
el 24 de abril de 1244, concedió a la población el título de
Real Villa. Más de un siglo después, el 12 de abril de 1367, le es otorgada la
Carta Puebla por Juan Alonso, señor
de Jérica, donde se la declara población
independiente.
Posteriormente, esta villa es
heredada, devuelta al Rey y finalmente vendida a Fernando
de Aragón, duque de Calabria, virrey de Valencia y tercer marido
de Germana de Foix,
en 1537. El 26 de octubre de 1550 muere
el duque, quien había legado sus bienes al monasterio
de San Miguel de los Reyes en Valencia, fundado por él, por lo
que los religiosos de este monasterio tomaron posesión de Viver hasta la
desamortización de principios del siglo XIX.
Durante la guerra civil española formó
parte en 1938 de la Línea XYZ que defendió y detuvo el avance
desde Teruel de las tropas nacionales sobre Valencia, y sufrió graves
deterioros en su patrimonio. En 1945 se
inaugura la restaurada Iglesia Parroquial y las viviendas reconstruidas
por Regiones Devastadas.
Economía
La economía viverense se ha
basado en el sector primario, la agricultura, destacando la vid,
aunque a consecuencia de la plaga de filoxera de finales del siglo XIX pasó a
cobrar más importancia el almendro y el olivo.
Es destacable la producción de aceite de oliva de gran calidad. Además
últimamente está cobrando mayor auge el turismo rural gracias a la construcción
de diversas casas rurales.
Monumentos
religiosos
·Torre campanario. Se construyó siguiendo el estilo barroco en 1608.
Mide 25 m de altura y su planta es cuadrada con
aristas de sillería. En su parte superior se sitúa un
templete octogonal que ha sido restaurado recientemente.
Sus paredes se hallan decoradas con diversas lápidas romanas encontradas en el término municipal y una escrita en 1608 por Francisco Diago en la que se dan detalles sobre su construcción.
Sus paredes se hallan decoradas con diversas lápidas romanas encontradas en el término municipal y una escrita en 1608 por Francisco Diago en la que se dan detalles sobre su construcción.
·Iglesia
parroquial de la Virgen de Gracia y San Miguel Arcángel. Adosada a la
torre-campanario, está dedicada a los patronos de la villa. Cuenta con una nave
central con crucero y contrafuertes. El interior es de estilo renacentista corintio, y cuenta con diversos frescos del
pintor local Rafael
Posades. Ha sufrido diversas reformas, la última de ellas en 1946,
para paliar los daños efectuados durante la guerra civil española
·Ermita de San Roque. Se encuentra en la cima del monte del mismo nombre y
desde ella se divisa la población.
Monumentos
civiles
Torre de Viver. De origen árabe, situada en la partida de la Torre. Es una
torre de mampostería con
cuerpo cilíndrico que formaba parte del sistema defensivo del castillo de Jérica. Se encuentra en estado de ruina.
Torre Herragudo. De origen romano, se encuentra en las cuestas de
Herragudo, en la transición entre el valle del río y el altiplano de Barracas.
Torre íbera. Situada también en las cuestas de Herragudo, posee basamentos íberos aunque su construcción presenta
elementos musulmanes. Es de planta rectangular y se conserva hasta una altura
de unos 3 metros.
Lugares de interés
·Bosque de Monleón. Por él discurre el sendero de gran recorrido GR7 que
cruza la Península desde Andorra hasta Andalucía y pasa por la pedanía
viverense de Ragudo. Es el típico bosque de pino mediterráneo.
·Peñas Rubias. El paraje alberga el camping municipal. Además se puede
contemplar una pequeña cascada en el río. En la parte alta cuenta con un
circuito de moto-cross, un campo de tiro y está proyectada la construcción de
un aeródromo comarcal.
·Fuente de San Miguel.
Es el manantial más importante de todo el término
municipal, con un caudal de 200 L/s
·Fuente de Herragudo. Situada en la pedanía o Aldea de Herragudo en la parte
de Masadas Blancas junto la antigua estación de tren es, de todo el término, el
manantial que nace a mayor cota.
·Parque de la Floresta. Parque natural de 4 ha de
extensión, se sitúa en el cauce del barranco Hurón, que atraviesa la población.
Las paredes del barranco, cubiertas de helechos y estalactitas, las casas
colgantes, construidas sobre ellas, la variada y frondosa vegetación y sus
cascadas y saltos de agua, hacen de este lugar un insólito, sobrecogedor y
bellísimo paraje.
·Paraje del Sargal. Situado en la margen izquierda del río Palancia e
incrustado en su valle, se halla este magnífico paraje, rodeado de montañas.
(De Wikipedia y otras fuentes de datos)
…
Héte aquí, querido lector, que un
domingo cualquiera, al filo del mediodía, llegué a casa después de atender
algunas obligaciones familiares, y propuse a mi esposa salir “a dar una vuelta”
y caminar un poco, según costumbre de ir habituándonos al senderismo que
venimos poniendo en práctica.
Sin demasiada intención de ir a
un sitio concreto, enfilamos nuestra excursión en dirección a la carretera de
Teruel/Zaragoza, por la V-21, que propicia la salida desde Valencia hacia el
Norte; y poco antes de Sagunto ya enlazamos con la A-23, la llamada “Autovía
Mudéjar”, que lleva hasta Teruel y Zaragoza, si bien nuestra intención era no alejarnos
más de 70 ú 80 kilómetros.
Así, divisando el conocido
paisaje de Gilet y Estivella, con la sierra Calderona a nuestra izquierda (¡cómo
luce la “Muela de Segart”!) y los naranjales a la derecha, fuimos arribando a
las estribaciones de la sierra Espadán, por Soneja hasta Segorbe, y ya
ascendiendo divisamos Jérica, dudando si entrar en ella, aunque finalmente
arribamos a Viver, localidad cientos de veces bordeada pero nunca visitada ni
recorrida con detenimiento.
Íbamos, en fin (ya se había
decidido) buscando acercarnos a las riberas y estribaciones del río Palancia,
ese flumen que llega seco a Sagunto, pero que nace abundante en El Toro –altiplanicie de Barracas, estribaciones sur de la sierra de Javalambre—
para discurrir por las cercanías de Viver hasta Jérica, antes de buscar su
destino natural, que es el mar saguntino.
Era más de la una y media de la
tarde cuando estacionamos el automóvil en la plaza del ayuntamiento de Viver (exactamente
denominada Plaza Mayor del Palancia) y comprobamos que la población estaba casi
desierta, sin posibilidad de preguntar sobre posibles rutas o senderos, aunque
vislumbramos en la acera junto al ayuntamiento, casi a la puerta de la oficina
de turismo, una placa sobre puntos de interés, monumentos, rutas y recorrido.
Estábamos absortos tratando de
decidir las opciones de nuestra caminata cuando desde atrás nos preguntó una voz femenina si
deseábamos mayor y mejor información.
Nos dijo que era la Concejal de
Turismo del Ayuntamiento de Viver y que como se disponía a cerrar la Oficina
(nosotros no nos habíamos percatado de que estuviera abierta al público) nos
invitaba a entrar en el recinto para darnos datos e información.
A fe que la amabilidad y
disponibilidad de la edil (ahora sabemos que es Manolita y ya tenemos su e-mail
para comunicarnos con ella de forma eficiente) nos resultó utilísima, pues nos
dotó de mapas y folletos sobre las rutas del agua y los monumentos existentes en
el término municipal, ahorrándonos tener que adivinar y probablemente
extraviarnos (como al final nos ocurrió), porque ya nos anunció que las rutas y recorridos no estaban
precisamente bien señalizados.
Se había hecho ya las dos de la
tarde cuando iniciamos el descenso hacia la Avenida de Valencia, que
circunvala la parte baja de Viver, y a falta de un mejor análisis, seguimos la
calle hasta que se convirtió en carretera y comenzó a ascender hacia la montaña,
punto en el que nos percatamos que por ahí llegaríamos a muchos sitios, pero no
al que pretendíamos, que era la ribera del río Palancia.
Como rectificar es de “buenos
andarines”, desandamos y llegamos otra vez a la parte baja del pueblo, donde
unos vecinos ya nos indicaron la manera de ir al llamado Sargal, paraje
anunciado por su copiosa fuente, sus cuevas habitadas en tiempos prehistóricos
y lugares habilitados para el recreo.
Salimos esta vez de Viver por el
parquie del Chorrillo, por el asfaltado camino del Oliveral, y caminando no
especialmente deprisa, gozamos de las huertas y de las paredes y bancales de piedra tosca, con la carretera
que seguía siendo asfaltada. Al cabo de unos quince minutos largos divisamos
las ruinas de una torre en un pequeño cerro y hacia ella fuimos, pero nos
confundimos por falta de indicaciones, de manera que nos adentramos por una
especie de sendas que no eran tales y que contornaban campos de olivos y de
nogales con aspecto de poco cultivados, mientras escuchábamos los sonidos de
cencerros de ganado a lo lejos.
Pero ya no divisábamos más
caminos ni sendas ni nada parecido, por lo que optamos por el regreso, dejando
para la siguiente ocasión hallar ese paraje que sin duda es fácil de encontrar
si uno se fija y tiene algo más de información.
El caso es que al regreso de
nuestro frustrado viaje (el río Palancia habría de seguir esperando nuestra
visita) hallamos que los agradables descensos de la ida se tornaban en
ascensiones, si no muy duras, nada cómodas desde luego, especialmente la
empinada cuestecita final para llegar hasta el parque del Chorrillo.
Ya era más de las cuatro de la
tarde y el estómago hacía como que aceptaría gustoso la recepción de cualquier
alimento, por lo que, pese a la frustración de la excursión fallida, decidimos
buscar en el mismo pueblo de Viver algún bar en el que tomar algún bocadillo. Era tarde y solamente estaban sirviendo cafés…
No hubo más remedio que acogerse
al coche y dirigirse hacia Jérica, a cuya entrada, en la antigua carretera, un
antiguo bar de camioneros nos sirvió de parada.
El problema fue que nosotros simplemente
pretendíamos comer un bocadillo, y se nos dijo que en ese bar restaurante
solamente se servía comida en plato, así que renunciamos al “bocata”, y
acertamos: un buen plato de huevos fritos (de los de pueblo y gallina de
corral) con jamón y buenas patatas, y otro plato de chuletas de cordero a la
brasa remediaron de sobra nuestro apetito, regándolo con sidra gallega y unas cervezas.
Bien estaba resultando la cosa,
después del frustrante y fallido intento de alcanzar el río.
Pero había un consuelo: Teníamos
que volver, no solamente al río sino a Viver, la llamada “de las aguas”, para
beber sus aguas con calma, recorrer bien sus caminos y sendas y empaparnos de
las bellezas naturales que apenas si habíamos vislumbrado.
Tampoco había motivo de queja: En
poco tiempo habíamos asegurado un nuevo destino, la villa de Viver de las
Aguas, sus sendas, sus montañas, sus riberas, su río Palancia.
¡Seguro que volveremos pronto!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Bueno, la rita no es q esté mal indicada, es q me harté d ella d mo mas indicada q estaba, da vergüenza hacer una ruta, q tp tiene un interés estupendo, y dejarla tan mal señalizada, a quien corresponda..., q seran politicos de turno..., vergonzoso!!!!
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