Como tantas experiencias inolvidables en la vida, los días de estancia en Silvretta pasaron raudos, y nos hallamos ya en un sábado 27 de Agosto, en el que teníamos programado dejar el apartamento/casa de Pians, para consumar la siguiente etapa, que no era otra que llegar hasta la italiana Venecia.
De esta manera, sin madrugar demasiado, recogimos nuestros equipajes, preparamos un ligero condumio (bocadillos con charcutería tirolesa) y cargamos el maletero de nuestro coche.
Al momento de partir, la inefable María, nuestra anfitriona, apareció solícita para despedirnos, y nos recomendó que evitáramos ir a Italia por el Brenner Pass, o paso del Brenero, porque en fechas clave de principio y fin de vacaciones se suelen generar grandes atascos.
No dimos demasiada importancia al consejo y salimos por la autor pista en dirección a Innsbruck. La vía no presentaba un tráfico especial, y al llegar al
cruce hacia Italia, tomamos la autopista hacia el Brenero.
cruce hacia Italia, tomamos la autopista hacia el Brenero.
Ahí nos acordamos de nuestra anfitriona María, porque a los cuatro o cinco kilómetros de ascensión topamos con un taponazo de tráfico que nos tuvo detenidos un buen rato, y cuando se “desperezó” la circulación, lo hizo lentamente y a ratos, de manera que más de tres horas fueron necesarias para alcanzar la frontera italiana, tras la que siguió el atasco, con lentitud circulatoria hasta más allá de Trento.
Cuando el tráfico se normalizó ya pudimos viajar a mayor velocidad y llegamos al cruce de Verona, en la autopista Milán-Venecia, que pareció bastante descongestionada, aunque antes de Padova volvió a
complicarse la circulación, forzándonos a demorar más de ocho horas en la arribada a nuestro destino, en cuyo trayecto nunca debimos de necesitar más de cuatro horas en condiciones normales.
complicarse la circulación, forzándonos a demorar más de ocho horas en la arribada a nuestro destino, en cuyo trayecto nunca debimos de necesitar más de cuatro horas en condiciones normales.
La casa de nuestro destino, situada en Mira, una población al suroeste de Venecia, estaba situada frente a un canal que derivaba de la ciudad de los canales, y cuando llegamos ya nos estaba esperando la empleada de la agencia que se ocupaba de los alquileres, quien nos facilitó el acceso.
La casa era bastante nueva, de dos pisos, y con una amplia zona verde posterior, con muebles y dotación de bastante calidad, y en general confortable, aunque con un solo baño para los cuatro viajeros que éramos.
Nos relajamos preparando una ligera colación como
cena, y bastante pronto nos fuimos a la cama, porque el siguiente día pretendíamos visitar Venecia, y por el calor reinante ya se adivinaba un día difícil.
cena, y bastante pronto nos fuimos a la cama, porque el siguiente día pretendíamos visitar Venecia, y por el calor reinante ya se adivinaba un día difícil.
Y así pasamos el día de cambio de país, de atasco en atasco y del frío y límpido aire del Tirol, al calor húmedo de la zona cercana al mar que albergaba Venecia.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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