(8) Las comidas típicas en Rumanía, con preparación de paella ( más propiamente, arroz de mariscos) a la valenciana
En mis muchos viajes, casi siempre me he encontrado con la dificultad de elegir las comidas propias de cada país o región, y más especialmente saber de sus ingredientes, porque una cosa es el aspecto y otra bien diferente el gusto.
En nuestro viaje a Rumanía que motiva estas entradas tuvimos la suerte de que nos alojamos en una casa de familia normal, en la que el ama de casa, además de dedicarse a su profesión, desempeñaba con soltura las labores de ama de casa y cocinaba muy bien.
Ello motivó el conocimiento de muchos platos típicos y/o tradicionales, en los que contábamos con suficiente explicación sobre sus ingredientes y forma de elaboración, gracias a los buenos oficios como traductoras de Andrea y Paula Ierulescu.
Cada anochecer constituía un verdadero placer sentarse a la mesa y degustar los variados platos ofrecidos por Daniela, la madre.
Mucho elogiábamos la comida, pero Paula osó pedir que yo intentara cocinar una paella valenciana, porque ella ya me lo había pedido cuando aún estábamos en Valencia, y además ella había llevado a su casa una paella (recipiente) en nuno de sus viajes a Valencia como estudiante y becaria.
No hubo, pues, más remedio que acceder, y, eso sí, decidí no cocinar la auténtica paella valenciana, por falta de elementos tan esenciales como el garrofón y la tabella, y porque el uso del conejo estaba prohibido en aquella familia, ya que por el jardín paseaban varios ejemplares, que eran tenidos como mascotas.
Opté por elaborar en la paella un arroz de mariscos (lo comúnmente llamado "paella de mariscos", aunque esa denominación no es la adecuada) y para ello acudí con Paula a un supermercado, en el que hallamos unos langostinos congelados con buena "pinta", una mezcla de frutos del mar (calamarcitos, patas de potón, gambita menuda), y hasta carnes de mejillón congeladas. Con ello, y con el azafrán que ya había llevado o desde Valencia, acometí la "aventura" de crear una paella en Rumanía (iba a ser una osadía similar a cuando iniciaba mis paellas en Ucrania, o en el valle de Arán español, o en Galicia, o en Portugal).
Para la cocción solamente contaba con una cocina
tradicional a gas butano, cuyos quemadores servían más o menos, pero me lancé a la aventura y en verdad que, veteranía aparte, todo funcionó bien, hasta el punto de que a la hora de la cena presenté en la mesa el resultado de una "paella de mariscos", que fue fotografiada y más aún comida con fruición, especialmente por Eduardo Csibi el "amigo" de Paula que, conocedor de la ocasión, se auto invitó.
tradicional a gas butano, cuyos quemadores servían más o menos, pero me lancé a la aventura y en verdad que, veteranía aparte, todo funcionó bien, hasta el punto de que a la hora de la cena presenté en la mesa el resultado de una "paella de mariscos", que fue fotografiada y más aún comida con fruición, especialmente por Eduardo Csibi el "amigo" de Paula que, conocedor de la ocasión, se auto invitó.
La verdad es que el arroz estaba bastante bien cocinado y, salvando las diferencias, con las que a menudoi cocina en Valencia, esa experiencia resultó satisfactoria para mí mismo.
Comprobé el siguiente día que lo que había sobrado era ingerido con placer por varios miembros d ela familia.
Fue una nueva experiencia, y Paula se sintió ufana de haber presentado a los suyos un plato que ella adoraba.
Seguíamos intimando con la familia Ierulescu y sintiéndonos casi como un miembro más de ella.
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Las comidas tradicionales de Rumanía
A menudo desconocida, la gastronomía rumana es un mosaico cultural, una mezcla de influencias culinarias que los diversos pueblos que han pasado por su territorio han ido dejando a lo largo de la historia. La comida rumana tiene influencias de la cocina balcánica, eslava, húngara, alemana y aromas mediterráneos especialmente turcos, franceses e italianos. Te invitamos a degustar en este artículo algunos de los platos más típicos de Rumanía.
1. Ciorbă, la reina de la mesa
Es un primer plato que nunca puede faltar en una mesa rumana, la Ciorbă, pronuciado chorba. Es una sopa más consistente que puede llevar pollo, ternera, pescado, verduras. Las sopas suelen acompañarse de una guindilla verde en crudo o encurtida y de smântâna, pronuciada “esmantena” (una nata gruesa y un poco agria con la textura del yogurt). Las más curiosas para los que visitan el país por primera vez son:
Ciorbă de burtă (sopa de callos) que contiene trozos de tripas de ternera. Es muy sabrosa y se dice que mano de santo tras una buena noche de fiesta.
Ciorbă de perişoare (sopa de albóndigas). Las albóndigas están hechas con carne picada y arroz.
Una de las que más gusta a los turistas es la Ciorbă de Fasole cu Ciolan (judias con jamón ahumado o tocino) parecido al potaje de judias pero más caldoso que en algunos lugares se sirve dentro de un pan de hogaza hueco a modo de plato.
2. Sarmale, el pariente lejano
Un plato que comparten incluso con una denominación parecida otros muchos países de la zona como Turquía, Macedonia, Grecia, Serbia, Croacia, Bulgaria, Rusia y Ucrania entre otros.
El sarmale es el protagonista de las celebraciones rumanas. En Navidad, en Semana Santa, en bodas y bautizos. Es un preparado que suele cocinarse en grandes cantidades y para varios comensales. Es laborioso de preparar pero resulta un plato exquisito. Se trata de una hoja de repollo o vid en salmuera en la que se enrolla, como si de un puro se tratara, una mezcla de arroz, cebolla y carne. Posteriormente los rollos se ponen a hervir en una olla grande tradicionalmente de barro o en el horno dependiendo de la costumbre de cada cual. Se sirven acompañados de mămăligă y smântână.
3. Mămăligă, la hermana cárpatica de la polenta
La mămăligă puede considerarse el pan rumano o al menos así lo fue durante muchos siglos. Es un plato muy popular, de origen campesino, que suele acompañar carnes y pescados. Parecido a la polenta italiana se trata de una especie de gachas hechas a base de harina de maiz sin refinar que le otorga su inconfundible color amarillo. Suele aderezarse con queso de oveja y/o con smântână. Si se toma sin ningún tipo de aderezo o de acompañamiento es un preparado insípido.
Las formas de cocinarla varían, hay quienes la prefieren más blanda con la consistencia de una papilla o quienes la prefieren más sólida en cuyo caso se suele cortar con la mano como si de un pan se tratara o según la forma tradicional con una cuerda o hilo grueso.
4. Mici, los peques de la casa
Los mititei o mici, literalmente “los chiquitines” y la cerveza no faltan en ninguna celebración campestre rumana. Su inconfudible olor y chisporroteo en las barbacoas marcan la llegada del buen tiempo. Son unos rollitos de carne de oveja, cerdo y ternera condimentadas con ajo y una mezcla de especias (tomillo, pimienta negra y jamaicana, anís, comino y coriandro) que se hacen a la brasa como los pinchos morunos. Es otro de los preparados que se encuentra en varios países de la zona con ligeras variaciones. La guarnición clásica rumana para los mici son patatas fritas, encurtidos (pepinillos y/o pimientos) y mostaza picante o dulce.
5. Papanaşi, un postre real
Para endulzarnos un poco te presentamos uno de los postres típicos rumanos que merece la pena probrar. Eso sí, necesitarás espacio para que te quepan ya que llenan bastante.
Los papanaşi, pronuciado “papanás”, son unas rosquillas rellenas de queso de vaca dulce que se sirven con smântână, melaza o mermelada de frutas rojas (cerezas, frutas del bosque, fresas) y azúcar glas. El modo de presentación difiere pero en los restaurantes es típico que te los sirvan con una pequeña bolita de la misma masa de la que están hechos coronando el preparado lo que, junto a la smântână, le confiere un aspecto de muñeco de nieve derritiéndose. Aunque quién se derrite es uno mismo de placer al saborearlos.
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Herederos de una tradición pobre, con hondas raíces en los gustos de un mundo de pastores y campesinos, es el plato llamado Mâmâligâ, una especie de polenta de harina de maíz que todavía actualmente se cocina en un recipiente de cobre. Se puede condimentar con mantequilla o queso, con nata, o bien servir de acompañamiento a otros platos. Los rumanos suelen comenzar la comida con los Gustâri, para seguir con unas sabrosas sopas, en general de origen balcánico, a base de carne. Son muy populares las Mititei, salchichas muy especiadas hechas con carne de varias clases y por lo general a la parrilla.
Un plato de origen moldavo que también se toma en Rumanía son los Sârmale, rollitos de col en salmuera con carne picada, arroz y especias. Se encuentran en muchos restaurantes de Bucarest. Especialidades más complicadas y muy sabrosas son la Musaka preparada con carne picada, tomate y berenjena a capas y hecha al horno; la Pastramâ, carne de buey, cerdo o cabra ahumada, muy especiada; la Piftia, pastel de carne de cerdo en gelatina, y el Drobul, típico de la festividad de Páscua, a base de carne y asadura de cordero.
La tradición culinaria de Transilvania está presente en la cocina rumana, sobre todo con la famosa Varza a la Cluj – Napoca, delicioso plato al horno hecho con hojas de col en salmuera en capas, alternadas con otras de carne picada, y con los asados de carne de cerdo aderezada con pimienta, estragón, ajedrea y páprika.
Como país de agua (el mar, el Danubio) además de montaña, Rumanía cuenta en su tradición culinaria con una serie de magníficos platos a base de pescado. Entre los pescados de río, el más común es la carpa y la especialidad más apreciada es crap la protab, o, lo que es igual, carpa asada, pero también se prepara en sopa, marinada, relleno de nueces trituradas, pasas de Corinto, hierbas aromáticas y cocinada al horno o guisada con aceite y tomate. Son también riquísimos los Rací, langostinos de agua dulce guisados en vinagre y aromatizados y servidos con un triturado de nuez, ajo y aceite o con arroz. Es también espléndido el caviar de los esturiones de Danubio.
El único problema para los amantes del queso será que no sabrán cuál elegir, ya que Rumanía es un país de quesos, tanto de oveja, como de vaca o búfala. Entre los más conocidos cabe mencionar el Brânzá de Burduf, queso de oveja curado en corteza de abeto; el Urda, queso de oveja dulce y blanco; el Cascaval, que recuerda incluso en el nombre al caciocaballo italiano.
En cuanto a la repostería, en la cocina rumana encontramos todas las coincidencias y variedad de la cocina centroeuropea. Las Placinta son una especie de hojaldre, y se pueden preparar de muchas maneras diferentes; de queso (cu brânzâ ) o de calabaza (cu dovleac), especialidades en la región de Oltenia; de mermelada de manzana (cu mere); de nueces y manzana (baclava); de almendras y manzana (sarailie). La Dulceata, confitura que se ofrece al visitante al entrar en una casa es el símbolo de la hospitalidad rumana.
El Cataif es de origen turco, y consiste en una pasta de almendras hechas al horno, cortada a tiras y cubierta de caramelo con vainilla; se toma fría. Son deliciosos los dulces transilvanos, como los Langosi, bollos de queso originales de los Balcanes, y los Papanasi, los Krapfen con nata y mermelada de procedencia alemana. El Cozonac es un dulce de Navidad hecho con semillas de amapola y nueces. En Pascua se prepara la pasca, un dulce hecho de queso fresco de vaca y pasas.
Bebidas de Rumanía
La bebida típica de Rumanía y también la preferida de los rumanos es la Tuica, aguardiente de ciruela que se bebe sobre todo como aperitivo. La cerveza rumana es una bebida apreciada, pero el verdadero orgullo del país son sus vinos, una amplia selección excelente por su variedad y calidad. El cultivo tradicional de la vid en Rumanía se remonta a la época de los dacios, y desde entonces conserva una cepa autóctona que produce un vino blanco llamado feteasca, si bien también se ha podido obtener una variante negra. Por lo demás, los vinos producidos son los típicos de las zonas donde se advierte la influencia del imperio Habsburgo: cabernet, Merlot y riesling, sobre todo.
Una tierra apta y mucho empeño han tenido como consecuencia la creación o revalorización de etiquetas de prestigio, como el Cot-nari, un blanco amable de muy antiguo origen producido en Moldavia. Valaquia es la patria del Dragasani, un blanco seco conocido en Europa desde finales del siglo XIX. En Transilvania se dan los vinos afrutados; uno de los mejores es el Minis, un tinto fuerte de color rubí. Dobrudja, en cambio, es conocida por el tinto Murfatlar, una de las estrellas de la enología rumana.
De todas formas, hay que decir que el país sufre un desfase tecnológico desde 1989, y los vinos en general presentan una calidad muy desigual. Esto sí, las uvas continúan siendo de gran calidad.
En cuanto a otras bebidas, el café turco no siempre es fácil de encontrar. Resulta más corriente dar con bares y restaurantes donde se sirve café expreso (en los locales más de moda hay máquinas y se sirve café italiano). Los rumanos aprecian una buena taza de té a cualquier hora del día (ceai).
(De Wikipedia y otras fuentes)
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